Treinta

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Dustin había llegado de sorpresa a la casa de Sana, le había comprado una caja de Donas y un vaso de café, quería agradecerle cada día por el resto de su vida y esa era su dulce manera de hacerlo.

—¡Sana! —gritó su nombre frente a la puerta, al tener las manos ocupadas no podía tocar el timbre —¿Sana, estás ahí? —volvió a gritar —¿No estará en casa? —susurró para sí mismo acercando su mirada a la manija —oh, dejó la puerta abierta —rió —¡Sana, voy a entrar!

Sana abrió sus ojos de golpe y se sentó rápidamente en la cama al escuchar el grito del chico. Miró hacia abajo y en ese momento recordó todo lo que había sucedido la noche anterior.

—Tzuyu —le susurró rápidamente mientras la movía un poco —Tzuyu, despierta —insistió.

—¿Uh? —preguntó somnolienta. Sana sentía que no podía estar más sonrojada, no tenía su ropa puesta y Tzuyu tampoco, simplemente cubiertas por la manta, lo que significaba que sí Dustin entraba a la habitación... sería una escena difícil de olvidar.

—Dustin está en la casa —susurró un poco alto. Tzuyu abrió sus ojos lentamente.

—¿Cómo que está en la casa? —preguntó sin entender —¿No cerraste la puerta? —Sana mordió su labio nerviosa.

—De hecho, no acostumbro a cerrar la puerta por las noches... siempre guardaba la esperanza de que alguien entrara y todo saliera mal —respondió sinceramente. Tzuyu ya no sentía sueño —pero eso era antes de conocerte, obviamente —rió para no preocuparla.

—Pero cuando vas a trabajar cierras con llave —dijo confundida. Sana asintió.

—La idea era morir, no que me robaran —respondió en tono obvio —tengo pocas cosas pero todas muy costosas, Tzuyu —la mayor la miraba sin comprender, anotando mentalmente que debían hablar sobre eso.

—¿Una blusa? —preguntó al verla en el suelo —oh, no —susurró asustado dejando rápidamente la caja de donas y el vaso de café sobre la pequeña mesa a un lado de la puerta —¡¿Sana, estás bien?! —preguntó nervioso caminando hacia las escaleras, pensó que habían entrado a dañarla.

—¡Rápido! —le decía Sana ansiosa mientras que abotonaba su pijama —¡Eres demasiado lenta! —Tzuyu rió irónica y prefirió guardarse sus comentarios.

—Ya está —respondió completamente cambiada —¿Quién es la lenta ahora? —preguntó sarcástica.

—En todas mis historias sigues siendo tú —sonrió sarcástica mientras terminaba por ponerse su pantalón corto. Tzuyu no pudo evitar reír, su novia era una magnifica escritora.

—¡Suéltala! —fue lo que dijo Dustin al abrir la puerta de golpe, terminándola por desprender, solo para encontrarse a la pareja desordenadamente cambiada, cada una de pie a un lado de la cama.

—¡Mi puerta! —jadeó Sana dolida acercándose a ella. Tzuyu hizo un gesto.

—¿No estás en problemas? —preguntó el chico confundido mientras veía a su amiga arrodillarse frente a la puerta que estaba a punto de caer al suelo.

—Sus bisagras... —susurró detallando el daño —¿Cómo pudiste? —preguntó dirigiendo su mirada a él.

—Pensé que estabas en problemas —respondió sinceramente —la puerta de entrada estaba abierta y tu blusa en el suelo, con todo lo que ha estado sucediendo pensé en lo peor —las mejillas de Sana no podían retomar su color, del mismo modo su ceño fruncido no podía suavizarse —pero no te preocupes, puedo repararla —sonrió.

—Mi puerta costó tres mil dólares —fue su respuesta —la mejor madera, Dustin —habló con dolor, no por el precio —y ahora —volvió a mirar su puerta —está destruida como yo —Dustin sonrió nervioso.

—No está tan destruida —intervino Tzuyu —quizá si un poco rota y... dañada, pero no es nada que no se pueda reparar —intentó animarla —vamos, Satang, te preparo el desayuno —le habló tiernamente mientras que la ayudaba a levantarse. Sana no podía dejar de ver su puerta, tenía cierto valor sentimental cada cosa que había en su casa.

—Oh, hablando de eso, te traje donas y café —dijo Dustin al recordar —están en la entrada. Puedes comer todas las que quieras mientras que arreglo tu puerta, Sana —rió.

—Es lo menos que merezco —dijo modestamente caminando fuera de la habitación. Tzuyu y Dustin intercambiaron una risa antes de que la chica siguiera a su novia.

—No tengo idea de cómo arreglar una puerta —susurró Dustin nervioso viendo el desastre que causó.

—Mi puerta —susurró Sana antes de morder su dona.

—Dustin arreglará la puerta, Satang. No tienes que preocuparte —le habló suavemente.

—No es eso, Tzuyu —respondió luego de tragar —el problema está en cuánto nos costó hacer esta casa —confesó en un suspiro. Tzuyu ladeó su cabeza —cuando quedé embarazada... mis padres decidieron no ayudarme.

—Oh, Sana... —susurró Tzuyu.

—El único apoyo que recibí fue el de Mark —volvió a suspirar, sintiendo que Tzuyu merecía saber por todo lo que había pasado —él trabajaba día y noche para que yo estuviera bien y para que a nuestro hijo y a mí nunca nos faltara nada en ese tiempo —tenía su mirada fija en su dona mientras recordaba —yo no podía hacer mucho porque estaba embarazada y cuando Noah nació mucho menos... Los padres de Mark nos ayudaron al principio, vivimos en un pequeño departamento por casi un año —sintió sus ojos cristalizarse al recordar aquellos momentos difíciles —nos casamos por, ya sabes, lo civil —rió. Tzuyu la miraba sonriendo suavemente —cuando estudié mi doctorado, conseguí un buen puesto en la firma de tu padre. Trabajé tanto para ayudar con los gastos, y al pasar el tiempo logramos tener estabilidad económica. Mark fue un buen esposo, nunca lo negaría, él prefería que yo comiera a hacerlo él —rió para disimular sus lágrimas —ésta casa, Tzuyu —la miró —no se veía así cuando la compramos. Cada cosa que aquí está es porque trabajamos para conseguirla. Tener un diploma profesional no te asegura nunca conseguir trabajo de inmediato. Mark construyó, pintó y arregló muchas cosas... al verlo caer en el alcohol cuando Noah murió, fue cómo ver caer a mi héroe, no sentía reconocerlo más —negó con su cabeza —creo que... por eso nunca pude perdonarlo —susurró casi inaudible.

—Puedo comprender eso —susurró sinceramente —por eso la reacción cuando se cayó la puerta —Sana asintió.

—No me duele el dinero, me duele lo que nos costó conseguirlo —suspiró —no fue fácil —sollozó.

—Oh, Satang, no llores —dijo Tzuyu suavemente acercándose a ella —¿Sin embargo, viste cómo todo se solucionó? —Sana asintió mientras sentía los brazos de Tzuyu envolver su cuerpo —el trabajo duro dio sus resultados, y fueron maravillosos. Trabajaste por tu familia y lograste ayudarla, me siento muy orgullosa de ti —Sana asintió —sabía que no me equivocaba cuando me enamoré de ti —Sana rió un poco —eres una persona maravillosa, y te amo por eso.

—Yo te amo incluso más —susurró cerrando sus ojos, dejándose llevar por las caricias de Tzuyu en su cabello.

𝐏𝐚𝐩𝐞𝐫 𝐇𝐞𝐚𝐫𝐭𝐬 - 𝐒𝐚𝐭𝐳𝐮Donde viven las historias. Descúbrelo ahora