3.2 Reencuentro

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SOLEDAD

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SOLEDAD

Se acercó saliendo de los arbustos con una pistola, la cual había sobado ante mi presencia, pero cuando se disponía a disparar grite del agudo dolor de las contracciones, que me hicieron caer de rodillas. Sin saber como el enmascarado había desaparecido, solo llego mi padre que junto a unos trabajadores me transportaron al hospital. Me alegro ver que mi bebe nació sana y salva a pesar del miedo que me paraliza al recordar lo cerca que estuvimos de morir.

Tiempo después

En uno de los viajes de mi esposo (luego de la dolorosa muerte de mi padre) acompañé a Adam a la ciudad, pero al adentrarme por un parque cercano al hotel con mi pequeña Germaine me encontré con Gustave.

¿Él está llorando?

—¡Te casaste! —me reclamo alejándose luego de observar mi anillo de bodas.

—Lo siento, necesito que me escuches, Gustave.

—Lo sientes —se rio burlonamente —no me he acostado con ninguna otra mujer, esperando ser completamente independiente de mi padre para irte a buscar.

—Gustave, aún te amo.

—Usted ya tiene una familia, olvídame es lo mejor.

—Pero Gustave.

—Si no lo hace por mí, ni por usted, señora Soledad, hágalo por su hija. Que imagino que lo es o la va a negar.

—Si es mi hija —le confirmé con el rostro cabizbajo --. Te he lastimado Gustave, no sé qué hacer.

—Empieza por perdonarte a ti misma —dijo al marcharse dándome la espalda.

—No te vayas amor — murmuré para mí.

Mi hija atemorizada lloró a gritos aferrándose a mi vestido, y tuve que refrenar el torbellino de emociones que me ahogaba para contentarla.

GUSTAVE

Luego de camino a casa, el futuro no era un tema a concertar para mí, sabía que Soledad nunca sería mía. Sentí la fragancia de otro hombre, ya no quedaba ni rastro de la mía. Al recordar solo pude llorar por este tétrico final, me sentía enloquecer, ya que Sol vivía en cada centímetro de mi piel, por ello sin mirar atrás corrí hasta un auto, pero Blanca me salvo cayendo sobre mí.

Semanas después

SOLEDAD

Desde lo alto de la casa, mire con envidia a las demás mujeres del pueblo caminando en libertad. Beso a mi esposo por no sumir mi familia en la miseria, dejó que él una su cuerpo con el mío por mi hija.

No puedo decir que ame a Adam, ni que lo quise, solo sentí y siento un aprecio por él. Era mi deber al ser su esposa, el estar a su lado.

Al final terminamos tanto Gustave como yo afectados por la maldición de nuestras familias, tal y como papá me había relatado. Aunque él no se atrevió a revelar su verdadera identidad, lo mejor es que aún no sepa que lo sé. Ahora nada más debo enfocarme en proteger a mi hija para que mis errores no le exploten en la cara, nunca me lo perdonaría.

Eva y sus 7 maridos (Completa [+18])Donde viven las historias. Descúbrelo ahora