3.5 Vida Y Muerte

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EMMA

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EMMA

—¿Por qué no intentas que te perdone? —le pregunté a Eva, curiosa por su repuesta.

—Él siempre la prefirió a ella.

—Lo siento pero ósea eres un asco de mujer que traiciono a mi hermano.

—Pero Emma yo lo amo y fue un mínimo error.

—¿Y qué más?

Reprimí la risa burlona que tenía atorada en la garganta. Para tener esta arpía de cuñada era mejor nadar en un mar lleno de tiburones hambrientos.

BLANCA

Al Gustave contarme de sus planes de viaje, creí que era solo un pretexto para abandonarme y fingí apoyarlo para estar a su lado. No debo aferrarme más a él. Al entrar al cuarto de Gustave. Cerré los ojos. Sobre su cama estaba una camisa. La abrace. Llorando de desesperación.

Dude del amor de Gustave ¿Por qué él corresponde mis sentimientos? Él solo está conmigo porque yo se lo pedí, cuando encuentre a su luna ya ni se acordara de mí.

GUSTAVE

Busque a Blanca al meterme en secreto en su casa.

—Escucha, tengo un plan, nos vemos en el jardín al anochecer —le susurré abrazándola.

—Pensé que vendrías a decirme adiós para siempre.

—Jamás, mi nombre fue tu primera palabra, y ¿Voy a dejarte? ¿Estás loca?

Blanca durmió esa noche a mi lado, en el jardín. La pude sentir temerosa. Sentí su pecho contra el mío. Temí que nuestros quejidos trajeran algún animal o persona.

Al día siguiente

—Me alegro de que hayas vuelto —me dijo madre.

—Blanca debe estar con su padre biológico —mi padre me dijo —debes dejarla crecer, aún es una adolescente.

—Pero...

—Si Blanca, te busca, la regresarás.

—Por supuesto padre.

—Ya escuchaste a papá —le dije a Blanca, al salir de su escondite —dijo que debes volver.

—Lose.

—Tal parece que él no sospecha lo que pasa entre nosotros, así que no te preocupes. Pase lo que pase, te protegeré Blanca —le declare —así que ve a casa por ahora.

BLANCA

Ese día en mi habitación con mi padre, él me midió la espalda con una buena vara.

—Me casé con tu madre siendo un buen hombre —chilló —fui su padre, maestro y esposo. La amé y me engaño.

GUSTAVE

Con el pasar de los días, era costumbre enamorarla y darle besos, suaves palmadas que a pesar del tiempo aún la hacían sonrojar. Esa noche, no pude dormir y al amanecer me senté, a pensar cómo podría ayudar a Blanca.

Esa mañana, vi a Blanca que se encontraba postrada en el jardín llena de moretones y gimiendo. Me empezó a doler el corazón al verla en ese estado y me percaté de que había sido mi culpa por haberla hecho hacer semejante locura. La abrasé mientras dormía con repetidas caricias y arregle su mochila.

—Blanca. . . Sé que lograras ser muy dichosa con la ayuda de tu primo. Él te protegerá mientras yo no esté.

BLANCA

No sé por qué cuando Gustave y yo unimos nuestro cuerpo, él lo hacía gradualmente, como si temiera lastimarme. Una mañana, al llegar, pude ver a mis compañeros cuchichear a mis espaldas, pero al preguntarle a Albert por Emma, me inundó la desesperación con su respuesta.

En un impulso, salí del instituto y corrí hacia la casa de los Viloria llorando a mares. Tiré la mochila en el piso y corrí tan rápido como pude, llorando desconsolada sin saber que Gustave ya había partido. Al comprobar que no lo pude alcanzar me postré en llanto en el patio de la casa de la cual él se había mudado.

—¿Por qué? ¿Por qué me abandonaste, hermano? — sollocé postrada mientras Eva me observa.

—Al ser tu hermano mayor, desde que naciste fue su responsabilidad protegerte.

—Pero él —le dije a ella —él me busco.

—Blanca mira la verdad, siempre has sido muy débil, él sentía lástima por ti.

—¡Eso es mentira!

—Ya no perderé mi tiempo contigo —sonrió burlonamente —el que te ama no te abandona, recuérdalo.

DANAIA

Según avanzaba el embarazo, más Soledad enloquecía, hasta que un día no entendía el hablar de los demás y solo se mantenía huraña en un rincón.

GUSTAVE

Decidí volver al pueblo antes de irme al extranjero con mi familia. Nunca pensé que me encontraría nuevamente con Soledad, luego de verla enloquecida en aquel convento, cuando quise pronunciar palabra a Soledad le iniciaron los dolores. Salimos en mi caballo hacia el convento, pues su esposo estaba en la ciudad. Seguramente ella estaba desmejorada, pues había pasado parte de su embarazo encerrada con las monjas. Sol me había convencido en silencio, solo aferrada a mi mano de que la acompañara en el parto.

Estaba pujando, cuando empezó a salir una abundante sangre oscura de sus entrañas, que me dejó consternado, aunque las monjas y el médico trataron de parar el sangrado, más no lo lograron, por ello me acerqué tomando a aquella bebe. Pero cuando aquella criatura salió de su interior no parecía tener vida: Estaba blanca como un papel y su corazón no latía.

—¿Qué pasa? —me pregunto Soledad, mientras deliraba en fiebre, aferrada a mi mano.

—Tu hija, lo siento. Ella nació muerta...

—¡Mi hija, mi bebe! —gritó desconsolada, mientras sus lágrimas se fueron reemplazando por sangre —Dios, ella no tiene la culpa, dame una segunda oportunidad, danos una segunda oportunidad.

Sol paró de gritar, esbozando una sonrisa y al ponerse una mano en el pecho exhaló su último suspiro de vida. Cerré los ojos intentando contener el llanto y al abrirlos, la pequeña bebe me miraba con los mismos ojos de su madre, como si mi Soledad del Valle, hubiese vuelto a nacer.

Este ha sido el final de la primera parte en donde Gustave conoció su primer amor y al final de un modo que nunca pensó terminó involucrado con Blanca.

A veces podemos creer que hemos encontrado el amor de nuestra vida, pero lamentablemente dicha persona es un escalón en la misma.

Eva y sus 7 maridos (Completa [+18])Donde viven las historias. Descúbrelo ahora