Capitulo 7

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Kim Seokjin

—¿Y qué dicen sus padres?—Ahreum se empeñó en realizar todo tipo de preguntas incómodas, como si nosotros fuéramos los mayores pecadores de la historia, y era evidente que eso estaba acabando la paciencia de Nina.

—Iré atender una llamada.—mi novia se levantó casi de inmediato, en ese instante quise ir detrás de ella, pero la mirada amenazante de Jungkook impidió que ejecutara otra acción.

[••••]

Park Nina

Caminé entre los comensales en dirección a la salida más próxima, con una de mis manos tomé la perilla de la puerta, sin embargo, volvió a ocurrir; aquellas lagunas en mi mente impidieron que huyera del sitio.

De pronto, la fornida presencia de Jungkook se encargó de abrir la puerta, y nuevamente el chico estaba aquí para salvarme.

—¿Cuándo comenzarás a preocuparte por ti?—dijo con voz neutra y baja.

—No sirve de nada, estoy condenada.

—Te equivocas. Seokjin está dispuesto ayudar, ¿Acaso no confías en tu novio?
Nunca serás una carga para la gente que te ama. Sólo déjate ayudar.

—¿Y tú me amas?

Ambos comenzamos a caminar por las calles costeras de Busan, donde los rayos de sol nos bañaban en un día tan agradable para quienes pisaban el lugar que me vio nacer.

—Estoy contigo desde que somos niños. Literalmente mi vida gira alrededor tuyo y del trabajo.

Jungkook era esa clase de compañías que querías siempre a tu lado, era excepcional para guardar secretos y escucharte cuando más lo necesitas, por eso y más lo tenía siempre cerca de mi.

—Deberías conseguir una novia. ¿Qué tal Ahreum?—sugerí.

—¿La quieres lejos de Seokjin? Debiste empezar por ahí.—esa era la forma juguetona con la cual Jungkook evidenció mis celos.

—No me sorprendería que la mujer esté colgada del brazo de mi novio en este momento.

—¿Por qué dejaría que otras mujeres estén colgadas de mi brazo, si existes tú?—la voz de Seokjin nos sorprendió estando detrás de nosotros.

Giré con brusquedad y parecía que Seokjin había corrido un maratón, pues el sudor aperlaba cada tramo de su angelado rostro.

El hombre jadeante se aproximó a nosotros y no parecía nada contento, aunque tampoco es como si yo lo estuviera.

—Jeon, puedes dejarnos solos.

Jungkook me observó esperando indicaciones mías, a lo que sólo me limité asentir.

—Llámame si necesitas ayuda. Estaré en el hotel.—susurró antes de perderse por toda la zona costera de la ciudad.

Por unos minutos Seokjin y yo caminamos sin pronunciar absolutamente nada. De mi parte no sabía siquiera por donde empezar y se debía a mi timidez, una de las cosas que incluso Namjoon me reprochaba seguido, y que le resultaba inaudito por la profesión que ejercía.

De pronto, sentía la mano de Seokjin tomando la mía y aferrándose a ella con mucho cariño.

—Vamos a un lugar.

El masculino caminó a pasos acelerados mientras yo era arrastrada a un rumbo desconocido. Estuvimos haciendo lo mismo alrededor de veinte minutos hasta que mi mandíbula cayó al suelo nada más de ver a que sitio me llevó este tipo al borde de la locura.

—¿R-Registro civil?—dije impresionada por el recinto que era transitado por muchas personas, y que milagrosamente estaba muy cerca de nosotros.—No entiendo.

Bueno si entendía, pero aún estaba en la etapa de negación.

—Deberías entenderlo, tu profesión te lo demanda.

—De acuerdo si lo capto. Pero...¿Qué tan seguro estás de eso?

—Es algo que he querido siempre y últimamente no ha dejado de rondar en mi mente ¿Qué hay de ti?—a diferencia de mis nervios, Seokjin se veía completamente emocionado.

¿Qué hay de mi? La verdad nunca me vi casada con alguien, y por un momento creí que moriría sola.

—Acabamos de pasar por un momento incómodo, y si te soy sincera casarme contigo era la última cosa en la que pensé, no pareces una persona del hogar...ya sabes un marido.

—¿Y eso qué? Pero igual puedo intentarlo, ya me cansé de estarles repitiendo a todos que soy tu novio ¿Acaso no es obvio lo mucho que me enloqueces?

Juraba que mis mejillas estaban ardiendo del efecto que tenían esas palabras.

—Nina, por primera vez en tu vida déjate llevar, porque ambos sabemos que lo nuestro no solo va más allá de lo físico, y sé que también estás sintiendo lo mismo que yo. Por favor, no me hagas esperar más.—Seokjin colocó una mano sobre mi pecho y a la vez en el suyo, como el único camino que le permitiría saber que nuestros ritmos cardíacos estaban en completa sintonía.—Nina, quiero ser la persona que esté a tu lado hasta el final.

Aquello bastó para que me echara a llorar en medio de una vialidad cual niña pequeña, porque no sólo me llenaba de completa alegría, sino de una tristeza que me provocaba saber que ese final podría incluso llegar mañana, pero aún así me aferraría a Seokjin.

Minutos después subimos por las escalinatas del registro civil en busca del cubículo más próximo para ser atendidos.

Al entrar, la persona que se encargaba de llenar las solicitudes nos escaneó con la mirada por lo exaltados y felices que nos veíamos.

—Como toda una joven pareja.—susurró entre dientes la mujer de edad algo avanzada.—Llenen estos formatos y se dirigen a la sala que se encuentra al fondo, ahí los estará esperando el juez.

En ese momento Seokjin y yo compartimos una mirada fugaz al darnos cuenta de que ninguno traía tinta, sin embargo, la mujer de los formatos nos prestó una tan pronto como vio nuestro pequeño inconveniente.

—Tienes mejor letra tú que yo, así que haznos el honor.—Seokjin dijo muy sincero, mientras rascaba su nuca apenado. Y no mentía, aquella letra del masculino era muy dificil de entender.

Llené meticulosamente los formatos y una vez completados nos dirigimos al pequeño recinto donde un juez nos esperaba.

En cuanto entramos la sorpresa cayó en mi cara al identificar al funcionario por ser uno de los amigos de Namjoon, y al verme sonrió con cierta complicidad seguido de un "Muy bien Nina".

El juez comenzó citando algunos preceptos legales y comentarnos sobre las consecuencias jurídicas que trae consigo el matrimonio, pero tanto Seokjin y yo estábamos dopados en una completa euforia; que más tarde yo tendría que recapitular sobre los aspectos del matrimonio al hombre que tenía a mi lado y sostenía mi mano.

En todo momento podía escuchar pequeños suspiros por parte de Seokjin, pero ninguno se comparó cuando finalmente el juez se refirió a nosotros como señor y señora Kim.

El momento donde nuestras almas por fin se encontraban descansando y entrelazadas por un destino que se trazó desde el comienzo.

Seokjin unió nuestras frentes, y en el irradiaba una hermosa sonrisa que sólo me hacía replantearme si este hombre era verdaderamente un ser humano. Me resultaba sencillamente magnifico en todos los aspectos que podría estarlo admirando para el resto de mi vida.

—Kim Nina, prometo que voy hacerte muy feliz.

Sus manos acunaron mi rostro, y podía sentirlas temblando sobre mi piel, que sólo quemaba a través de ella como pequeños choques eléctricos que alimentaban mi adrenalina. Pero, todo se volvió un caos dentro de mi cuando posó aquellos bonitos labios sobre los míos, unos que tenía el sabor más dulce que yo haya probado.

Por que ahora soy completamente tuyo, y tú mía.

Inmarcesible • Libro UnoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora