Recuerdo con mucho cariño el día en que Nina me dio la noticia de que sería padre. Y no puedo dejar de sonreír con amargura a pesar de que fue como un sueño del que nunca hubiese querido despertar.
Pero qué sabía yo de los finales felices, si nunca pude tener uno a su lado.
El hecho de saber que Nina y yo compartiríamos la vida de un nuevo y precioso ser me hizo querer gritarle a los demás que yo era el hombre más feliz del mundo, porque en ese instante sentí que el cielo me estaba entregando el tesoro más grande de mi vida y quien me enseñaría afrontar los días grises que se avecinaban para mi.
Un hermoso tesoro al que me aferré hasta en mi último aliento de vida: Kim Hyejin, nuestra hija.
Porque ese tesoro era el único recuerdo vivo que me quedaba de mi angel.
—¿Quieres decir que en esta casa habrá una pequeña cosita llorona diciendo mamá y papá?
En poco tiempo pasé de ser ese doctor promedio que vivía prácticamente en un hospital, a encontrar mi equilibrio y a esa persona que complementaba tan bien conmigo a pesar de ser totalmente opuestos, pero aquello fue el factor más importante para hacerme dichoso.
—¿Cosita llorona? Kim Seokjin, no le digas así a mi bebé.—Nina abrazó su vientre y fingió indignación haciéndola ver ante mis ojos tan dulce que deseaba devorar sus labios, pero quién me lo impediría ahora.
—Tan preciosa.—acuné su rostro con ternura sin que ella y yo dejaramos de compartir nuestras miradas.—Gracias por hacerme feliz, mi angel.
No solo hoy, porque toda una vida te estaría agradecido.
Mi angel. Eso significaba Nina en mi vida porque tenía todo para hacer de mi existir en esta tierra una experiencia extraordinaria desde el momento en que la conocí.
Su discreta forma de ser no era más que un prefacio para todo lo que tenía preparado para mi. De Park Nina podías escuchar cosas como ser una chica extremadamente silenciosa, apática, e incluso arrogante, pero nada de eso era real en ella. Porque tuve ese privilegio de conocer las mejores versiones de esa mujer.Nina siempre fue mi angel; con un encanto natural y llena de bondades que no encontrabas todos los días, una mujer que me hizo ver el mundo con otros ojos el tiempo que estuvo presente en mi vida, Park Nina me entregó todo ese amor que albergaba en ella de la manera más auténtica posible, un angel que me llevó al cielo y después me hizo sentir tan miserable por su partida.
Las historias miticas dicen que todos los ángeles tienen una misión en la tierra, y como si Nina fuese uno, trajo luz por cada paso que dio en este mundo. Hizo que todos la amaramos y nos aferraramos a su hermoso recuerdo. Porque Nina era de esas personas que dolían ante su ausencia, siendo irreemplazable y única hasta el final.
Este era yo, Kim Seokjin, contando la historia de como se enamoró perdidamente de Park Nina, ese angel que un día el cielo me arrebató.
Y por más que doliera, comprendí que el destino siempre estuvo celoso de ambos, ni siquiera podía comparar el dolor de perder a la persona más importante para mi con otras de mis frustraciones que tuve en el pasado.
El hermoso recuerdo de Nina se vio manchado por su propia sangre, convirtiéndose en mi mayor pesadilla y en largas noches de insomnio. Era un episodio que ahora yo deseaba borrar de mi mente. Pero la pequeña presencia de Hyejin se encargó de hacer de mis días menos dolorosos.
Hyejin consumió todo mi tiempo, y me dio toda la fuerza que necesitaba ante la ausencia de Nina. Proteger a mi hija se convirtió en mi mayor preocupación y el motivo para sonreía a pesar de que mi propio camino se tiñó de niebla.
Sin embargo, a traves de tiempo terminé por comprender muchas cosas y ahora cada vez que miraba el cielo, siempre tenía una sonrisa en mis labios, y unas palabras que tendría presentes en todo momento para mi angel.
—Todos los días te extraño. Pero te siento aún más cerca de mi que cuando estabas en este mundo.
Te amaré siempre Park Nina.
Tu afectísimo Kim Seokjin
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Inmarcesible • Libro Uno
FanfictionPor esos días en los que fuimos más que una pareja ordinaria, por esos días que puedes recordar como marcas de ayer; Espero que esos recuerdos nunca desaparezcan de tu mente, y que sean tan inmarcesibles como las flores de primavera.-Kim Seokjin.