m |⌇ ❝ si quieres derribar
estas paredes , te
vas a lastimar ❞ ᭨ི ྀྀ
Isis era el príncipe de la corona y lo sería hasta que esta reposará en su cabeza convirtiéndose en el emperador de Oriente, aquel regente que estaba destinad...
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ENVENENAR SIEMPRE LE PARECIO UN METODO COBARDE, POCO PRÁCTICO E INÚTIL DE ASESINAR. El veneno tenía un uso eficiente pero el problema erradicaba en que llegara al destinatario sin involucrar a otros, ademas, aun si llegaba despertaria la sospecha inmediata a menos que el planificador fuera en extremo cuidadoso.
Lo suyo era una excepción.
No le gustaba la idea de envenenar a alguien cuando bien podría mandar a asesinarlo de frente, sin embargo, no es como si pudiera cuando todos los factores le jugaban en contra ya sea por la distancia o porque no tenía ningun hombre de confianza en Occidente, la única solución viable para deshacerse de la plaga del nuevo rey y su lacayo era atravez de un medio que no fuera sospechoso, que no dejara pistas niquiera que fuera una posible razón de muerte; la tinta magica.
En su viaje por los países del mundo, llego a recorrer los lugares más horribles del bajo mundo de la magia, donde la oscuridad y los malos deseos abundaban, guiado por su reina y siguiendo su instinto e inteligencia, logro obtener varios recursos que le servirían en el futuro siendo mayormente instruidos por la peliroja.
Uno de esos tantos recursos fueron la tinta magica y su compañera, una hoja que retiene su veneno.
Ambos eran atrayentes, elegantes y bellos, lo suficiente para pasar por normales a menos que tuvieras sensibilidad por la magia como el gran Duque Kaufman y incluso tal vez, el ex-príncipe Heinrey, por lo que había una pluma especial que escondía la magia a los magos.
Ese fue su regalo a su madre, su regalo de redención, su madre fue la via para la caida de Occidente, para dar muerte a la família real de allí. Cosa que por obvias razones, ella desconocía.
Con dos intentos de amenazas menos, sólo debia preocuparse de su propio trono, debía ascender al trono para asi abrirle las puertas a Iris.
El tiempo estaba medido, pero iba de su mano.
—¿la emperatriz ya envio la carta?
—he visto el ave azul partir con ella, mi príncipe
Una sonrisa satisfecha adorno su frio rostro.
—excelente, mantenme informado de todo este asunto al igual que con el trámite de divorció
—lo hare, majestad ¿cuando dara el siguiente paso?—el Marqués le pregunto inquieto, sabiendo cuan importante era y el impacto que tendría sobre todo el Imperio.
—antes de que el heredero nazca, Marqués, debo dejar todo por sentado para su llegada
Karl arrugo la nariz con un ligero disgusto, aquella pequeña e insignificante parte era la única que no le encantaba del plan del príncipe, no por ser un acto inmoral y de traición a la corona de su padre. No. Sino por la sangre de la esclava en ese bebé pero sabia que no tenia voz ni voto en esto, de misma manera, ese niño o niña tenía la sangre Vikt corriendo por sus venas, la sangre de su príncipe.
