Cap. 4 Amor no correspondido

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«Siempre hace falta un golpe de locura para desafiar un destino»

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«Siempre hace falta un golpe de locura para desafiar un destino».
Marguerite Yourcenar.

Zahir Vaughan

Salí huyendo, sin darle una explicación a Bessie, pero qué explicación podría darle. ¿Qué la desquiciada de mi esposa estaba a unos cuántos metros de nosotros? No podía.

— ¿Qué haces aquí, Mei? — la tomé del brazo, furioso.

— Quería saber si era cierto que la humana insignificante había regresado de la muerte. Y por lo que veo sí burló a la muerte — responde mientras intenta zafarse de mi agarre.

— Todo lo que tenga que ver con ella no te incumbe — le recuerdo, apretando aún más su brazo.

— ¡Ay, me lastimas! ¡Para, Zahir, por favor! — Mei se queja de dolor.

— Más voy a lastimarte si le haces algo a Bessie — le advierto. Conozco a Mei y es un demonio vengativo y cruel.

— ¿Tanto la amas? No pudiste olvidarla, ¿verdad? — en su mirada puedo ver rencor y decepción.

— No tengo por qué responderte eso, Mei — desvío la mirada.

— ¿Fui tu consuelo, no es así? Te casaste conmigo para que tu padre te dejara en paz y porque tu vida sin ella, ya no valía nada. Eso pensaste, ¿no? Y ahora que ella ha vuelto, estás aquí a sus pies como un perro fiel — sus palabras duelen porque hay un poco de verdad en ellas. Y es verdad, cometí un error al casarme con Mei. Ahora me doy cuenta de ello. No debí lastimarla solo porque no sabía lo que quería. O tal vez lo sabía, pero no tenía otra opción.

— No voy a discutir contigo aquí, Mei — con la mano que tengo libre, abro el portal al inframundo y le ordeno entrar en él —. Entra, ahora.

— ¡Suéltame! — la suelto y ella camina hacia el portal.

Echo un último vistazo hacia el palacio, — Volveré por ti, lo prometo.

Entro al portal y no veo a Mei por ningún lado, pero si escucho latigazos al fondo del pasillo. Frunzo el ceño y camino en dirección a ellos. Y ahí está, desquitando su furia con los demonios más pequeños.

— Déjalos, ellos no tienen la culpa de tu histeria — le ordeno.

— Ellos no, pero tú sí que la tienes, Zahir — me dice mientras intensifica los latigazos.

— Solo lo diré una vez más, Mei. ¡Déjalos, ahora! — ella me mira con odio, deja de golpear a los demonios y ellos corren por detrás de mí.

EL CORAZÓN DE LA EMPERATRIZ © [#2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora