Era fin de semana después de una larga y tortuosa semana llena de estrés y trabajo, debido a que L-Corp estaba empezando a crecer varias empresas querían ser inversionistas por una u otra razón, Lena no era idiota y sabía perfectamente que en su mayoría querían más fortuna o solo observarla más de cerca. No era su problema exceptuando la largas horas de trabajo extra que le tocó que hacer, fue casi una tortura tener tanto trabajo y no poder pasarlo junto a Kara.
Pero era fin de semana y kara iba a ir a su penthouse para quedarse ese fin de semana con ella.
Quizá para probar algunos regalitos que Lena le había comprado recientemente, ropa interior y lencería tan cara que tan solo el precio era una ridiculez para Kara. Pero para Lena era otra cosa, ver a su adorada novia portar sus regalos la hizo sentir tan bien, un hormigueo en su vientre bajo indicaba también otra cosa.
Lena sonrió al ver su sala totalmente lista para la noche, iban a ver películas o lo que sea que Kara quiera hacer. Lena ya tenía preparado varios bocadillos ligeros, bebidas, mantas y almohadas. A Lena le encantaba pasar tiempo con la rubia así, simplemente ellas dos sin nadie o nada más, no tenía que preocuparse por su familia disfuncional o sobre la prensa, no tenía que preocuparse de las amenazas o que alguien se atreviera a alejar a su sol.
Solamente podían desnudar su alma.
Lena jamás había hecho eso, desnudar su alma fue como quitarse un enorme peso de encima. Le contó todo a Kara, bueno, casi todo. Todos los horrores que sufrió en casa de los Luthor, todas las veces que en su infancia solo la usaron y desecharon hasta que aprendió a las malas que debía ser mas precavida. Le confesó todas sus inseguridades, como ella siempre temía que Kara la dejara tan sola y hundida en su miseria nuevamente.
Se sintió tan bien sentir el calor de los brazos de Kara mientras dejaba que años de sentimientos reprimidos salieran en forma de lágrimas, amo escuchar la suave voz de la rubia diciéndole que jamás la dejaría, que la amaba y que nunca la dejaría. La hizo sentir segura, la hizo sentirse en casa.
Hablando de diosas, la suya tocó a su puerta.
Lena sonrió escuchando los golpes, se había cansado de decirle que podía pasar cuando quisiera pero aún así seguía tocando. Se acercó rápidamente a su puerta abriendo la puerta mirando a su hermosa rubia allí con una sonrisa emocionada, extrañandola tanto como ella misma.
- Extrañe ver tus ojos todo el día, por fin puedo tenerte para mí - Kara hablo mientras abría los brazos para que Lena la abrazara y metiera la cabeza en su cuello como usualmente.
- Siempre puedes tenerme para ti - ronroneo pasando su dedo índice suavemente contra la piel suave de el brazo de la rubia.
- Que suerte de mi parte, no todos tienen un CEO multimillonario a su disposición, algo debí haber hecho bien en mi otra vida - sonrió feliz mientras caminaba algo torpe porque aún tenía a la morena abrazada.
- Privilegios que solo tú tienes, una Luthor a tu entera disposición que está totalmente enamorada de ti - cuando llegaron al sillón Kara se sentó mientras que Lena prefirió tomar el regazo de la rubia como asiento.
- Seguro mi increíbles cualidades te conquistaron - le guiño un ojo mientras reía.
- Para nada, sin duda fueron tus increíbles brazos y sonrisa de millón de dólares - bromeó mientras agarraba y daba un suave apretón al bíceps de la rubia.
- Oh veo que me he equivocado contigo, sin duda tienes el gen malvado de los Luthor - dramatizó mientras desviaba el rostro con un gesto de decepción muy resaltado y falso.
- No tienes idea, el gen Luthor nunca desapareció y es capaz de muchas cosas - aunque el tono de Lena sonara como una broma ella hablaba en serio.
- Luthor o no yo seguiré amándote, a ti y tus hermosos ojos - la rubia sujeto a la morena por la cintura abrazándola con una fuerza moderada, ambas disfrutando de la presión reconfortante.
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STALKER •SuperCorp•
FanfictionCierto día saliendo del trabajo Lena quedó totalmente cautivada por una joven mujer rubia la cual poseía una bella sonrisa y una luz natural que ilumina todo sitio por el cual pasa. No podían culparla por obsesionarse un poco, en su oscura alma jam...