Parte I: Capítulo catorce.

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XIV

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XIV. Olvidar

Monza;
Italia, 2019.


—¿Por qué crees eso? —pregunto falsamente al saber ya la respuesta a su suposición, mientras se aferra a mí, sollozando.

Bianca se limpia las lágrimas con uno de los pañuelos en la mesita de noche antes de responder— Está distante, no me besa, no me toca. Ya casi no estamos juntos —se lamenta— Sé que paso demasiado tiempo en la oficina, pero hace meses igual tenía mucho trabajo, y sin embargo, él se comportaba como un príncipe.

—El trabajo les limita pasar tiempo juntos. Él viaja mucho —intento consolarla aún sabiendo que soy una maldita traidora.

De todas maneras, yo pensaba que todo estaba bien entre ellos. Mis redes sociales están repletas de fotografías de ambos demostrándose amor mutuamente.

—Verstappen tiene el mismo trabajo y aún así pasa tiempo contigo —solloza.

—Es distinto. Él y yo somos amigos.

—Eso es aún peor —llora, llevando sus manos a su pecho, haciendo presión. Me duele pensar en que entiendo lo que siente, entiendo el dolor, aunque lo peor es que yo soy la causante del suyo — Las últimas veces que me ha invitado a las carreras nisiquiera viaja conmigo, apenas salimos del hotel y cuando estoy en casa apenas y me visita. ¡Solo va cuando tú estás ahí!

Me quedo helada cuando la oigo decir aquello.

—No es cierto, Bi. Eso es solo una coincidencia.

Intento convencerla de que todo lo que piensa es un error con tal de protegerla de la asquerosa verdad. Sé que no está bien, pero, podría estar mucho peor.

—¡Eso solo quiere decir una cosa! —exclama levantándose de la cama y comenzando a dar vueltas por la habitación, mientras yo siento que se me baja la presión— Tengo que esforzarme más. Quizás aprender a tocar el piano para tener algo en común.

—Bianca, no. Eso no es necesario.

—Y tendré que dejar de trabajar tantas horas. Podría buscar trabajo en otro lugar y...

—¡Bianca! No debes hacer eso. No te obsesiones. No tienes que cambiar para que él te demuestre amor. Ni él ni nadie —le explico. Odio darme cuenta una vez más de todo el daño que le he estado provocando a mi hermana. Como si de una recaída se tratara.

Ella se queda en silencio un momento y temo que comience a ponerse a la defensiva, como aquellas veces en que intentaba hacerle entender que su ex novio le hacía daño; sin embargo, su respuesta me sorprende.

—Tienes razón —se limpia las lágrimas y se dirige a la puerta, encendiendo su teléfono y marcando el número de su novio, o al menos eso supongo— Buscaré a Charles —lleva el aparato hacia su oído y me agradece la ayuda lanzándome un beso— Gracias, Lulu.

¿Cómo evitar un amor prohibido? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora