Ella sabe que está mal. Ella llora por las noches, sufre por los sentimientos que le abruman y desordenan la vida, sentimientos que comenzaron sin darse cuenta y se transformaron en algo que ni ella sabe descifrar.
¿Cómo poder superar algo que ni tu...
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V. Piña colada
Spielberg; Austria, 2022.
Varios meses después:
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Estoy lista. Completamente lista. Sí, lista. Yo puedo, tú puedes Luciana. ¡Tú puedes!
Miro por última vez mi reflejo en el espejo retrovisor del auto y me bajo dispuesta a apoyar a mi amigo en esta importante carrera. Es ya el onceavo circuito de la competencia y todo indica que Max puede ganar. Me encuentro en la entrada con Melissa, quien ya es oficialmente su novia y camino a su lado hasta el paddock de Red Bull. Nos hemos hecho buenas amigas en el último tiempo.
Hay un tumulto de gente por todas partes, lo cual no extrañaba para nada. Años sin venir a una carrera me hicieron perder el ritmo de este audaz deporte.
De camino a nuestro destino puedo divisar a las personas pertenecientes de la Scuderia Ferrari, con su clásica y llamativa ropa roja, y temo sentirme incómoda al ver a Charles después de tanto tiempo, sin embargo esto no sucede. En cuanto cruzamos miradas a la distancia, él me dedica una enorme sonrisa acompañada de sus típicos guiños. Le sonrío en respuesta y siento una infinita paz en mi corazón. Aquella decisión que tomamos hace meses por nuestro bien, surgió un efecto totalmente positivo, aún cuando al llegar a casa lloré hasta secarme.
Pobre Gianna, tuvo que soportar eso por días.
La carrera termina y el equipo Ferrari celebra a más no poder con el inminente triunfo de Charles. Después de varias carreras en donde no habían obtenido buenos resultados, esto les hace sentir esperanzas.
—Vamos, Lu, vamos a encontrarnos con Max —me dice Melissa, dirigiéndose al lugar al que llegará su novio luego de subirse al podio, ya que terminó la carrera en segundo lugar.
La sigo totalmente concentrada de no chocar con alguien, es que hay tanta gente por todas partes. Saludo a un par de ingenieros que conozco y también a Checo, que apenas me ve corre a saludarme.
