Parte 12. Tratos

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Al amanecer, una feliz y plena Laetitia, se daba prisa por preparar la mesa del desayuno, con deliciosas viandas y primorosos detalles, es día ella se había despertado feliz, por primera vez en mucho tiempo, se sentía viva, casi bailaba alrededor de la mesa, cuando escucho el abrirse las puertas del salón, y vio entrar a su hermana y sus amigas que reían alegremente, Marlene, Yvaine y Casandra. Se sentaron a la mesa y comieron, mientras se dedicaron a reír y bromear de sus experiencias en la ultima fiesta.

— Baile casi todas con Alain, pero fue Paul Landers quien me acompaño el resto de la velada, dijo Yvaine en tono juguetón.

— Yvaine, no juegues con fuego, la reprendió su hermana.

— Los dos son unos caballeros muy atractivos, dijo Casandra.

— Si pero hay algo en el capitán Albret que me da escalofríos, murmuro Marlene.

— Alain es solo un militar con un ego tan afilado como su espada y Paul... él es una llama en un vaso de cristal. Dijo Yvaine muy sonrojada.

Las tres jóvenes miraron curiosas a Yvaine, por la descripción tan "intensa" de Landers. Mas su hermana:

— Yvaine tú y el señor Landers...

— ¡Asi es! Dijo ella emocionada, mas de lo que nunca la habían visto, ¡Estamos en pleno cortejo!

Laetitia sonrió un poco ruborizada, Marlene aplaudió y Casandra le dio una amplia sonrisa, porque estaban de acuerdo en las mismas conclusiones: Paul era un gran hombre e Yvaine se merecía alguien así.

— Bueno, ya que estamos entre confidencias, acá hay otra afortunada, Casandra bailo con el soltero más codiciado de toda la fiesta, dijo Yvaine en una carcajada.

Por más que todas se empeñaron en decirle a ella que Richard, no bailo con nadie más en toda la noche y que la había mirado "como si no hubiera nada más que mirar", ella se negó a tejer cualquier esperanza en su triste corazón. El jamás se fijaría en la hija de un aldeano y una gitana.

— El Marques solo... solo... solo fue amable. Tartamudeo la aludida roja como la grana.-

— Claro pequeña y los setos hablan. Rio Laetitia.

— Bueno si lo hacen, dijo tímidamente Marlene.-

Cuando el rubor le doro las mejillas, sus amigas le lanzaron tal mirada de interrogación, que ella les conto entre emocionada e incrédula, que había bailado en el jardín con Till Lindemann y que el también la estaba cortejando. Las demás, celebraron que Sonja no se saliera con la suya, pero Casandra le advirtió, que ella podía ser muy obsesiva en sus caprichos.

Al ver la alegría y complicidad del grupo, de sus amigas hablando de sus pretendientes y detalles de sus declaraciones, Laetitia suspiro y sintió ganas de vaciar sus cuitas con ellas. Pero, cuando estaba a punto de relatarle sus encuentros con Christoph. Volvió la vista hacia la puerta y sintió su corazón detenerse. Parado en el umbral, estaba Zelig, detrás de él, como siempre, Alain su capitán y bastardo. Toda la alegría se fue del rostro de ella. Zelig lo noto, pero fingió no hacerlo. Él sabía que ella no lo amaba, pero no le importaba, tendría una esplendida esposa que lucir, una hermosa mujer en su cama y una buena alianza político familiar, con su próxima boda, teniendo todo lo anterior, bien podía prescindir de su corazón. Saludo a las damas y luego camino hacia ella, diciéndole:

— Laetitia, espero no interrumpir tu pequeña reunión.-Decía mientras tomaba su mano y la besaba.-

— No mi señor, usted siempre es bienvenido.- respondió ella con un hilo de voz.-

Du riechst so gutDonde viven las historias. Descúbrelo ahora