Parte 16. flores al viento

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Al día siguiente, Richard busco una y mil veces hablar con Casandra, pero le fue imposible, en parte porque no sabía qué decirle, en parte porque ella no quería escucharlo. Desde la noche anterior que abandono la fiesta, se había encerrado en cu cuarto sin abrirle la puerta. Finalmente, logro atraparla en el jardín, cuando ella salió, solo para cuidar los rosales de su madre, se acercó. Cuando Casandra sintió su presencia, no volvió la vista a él, solo siguió trabajando, esperando escuchar lo que tenía que decirle:

Casandra… La llamo él.

Diga excelencia…

Por favor no me trates así, pidió Richard.

Es así como debo tratarlo excelencia, nunca debí olvidarlo. Musito ella tristemente.

Por favor, no digas eso, me duelen tus palabras.


Ella se levantó de entre los rosales y lo encaro, estaba furibunda, por más que quiso suavizar su mirada, no pudo.

¡No más de lo que a mí me dolió tu silencio!


Kruspe se quedó mudo, la mortificación le oscurecía los ojos, ella tenía razón en estar dolida y sentirse traicionada. Y el no tenia excusa para eso. 

Casandra se lo que debes sentir... Intento explicar Richard.

No, no lo sabes, por un momento me sentí que pertenecía a un lugar, a alguien, que tenía algo mío, anoche, todas esas palabras que ellos dijeron, me recordaron que no tengo nada.

No es verdad Casandra, mi corazón es tuyo ¡Lo sabes!

Tu corazón sí, pero tu voluntad les pertenece a ellos Marques von Kruspe. 


Ante eso, él no pudo decir nada, salvo aceptar lo que no quería pensar, mucho menos decir. Solo quería buscar una salida para ambos, no había ninguna viable, no tenía ni podía ofrecerle más, sin rodeos abordo su dilema:

Casandra, has visto y oído como son las cosas, si lo hiciéramos oficial, serias tratada igual o peor que esa noche.

Supongo que eso significa que una relación entre tú y yo no es posible Richard. Lo increpó ella.

Casandra, entiende mi posición, no puedo perder el favor de ellos, una casa, mi casa, necesita esas relaciones para subsistir. Explicó él.

Entonces… eso resuelve todo entre nosotros.


Ella hizo ademan de retirarse, pero Kruspe la sujeto de los brazos y la encaro, con los ojos ardientes le dijo:

Casandra por favor. ¡Te amo y no quiero perderte!

Entonces ¿Qué quieres Richard? ¿Que me convierta en tu amante? Le grito ella con ojos lagrimosos.

No… solo… viviremos nuestro amor de una manera distinta. Suplicaba él.

¡Mi amor no es motivo de vergüenza! ¿Por qué debo vivirlo de esa manera?

En esta situación, es lo único que puedo ofrecerte y lo sabes. Resoplo él.

Lo sé Richard, pero eso no significa, que yo deba aceptarlo…


Diciendo esto, Casandra se secó las lágrimas que se le habían escapado y se alejó de ahí, con una reverencia, dispuesta a recoger sus cosas y marcharse del castillo lo más pronto posible, Mientras un devastado Kruspe, la veía marchar, sin tener o sentir el derecho a detenerla. Casandra llego a su habitación y se dedico a recoger sus pertenencias, le pidió ayuda a los mozos para bajar sus baules. Mientras, él estaba de pie en el umbral del salón, miraba al cochero acomodar su equipaje en silencio, cuando ella también bajo, ya con los ojos secos de tantas lágrimas. El se le acerco y le dijo:

Du riechst so gutDonde viven las historias. Descúbrelo ahora