Parte 6. Dominadose

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Paul Landers, estaba solo en un claro del bosque, con su arco en mano. Le gustaba relajase practicando tiro con arco, era excepcionalmente bueno en ello, saco una flecha de su carcaj, la coloco, tenso la cuerda, apunto y disparo, la flecha se clavó justo al centro del tronco, había estado practicando mucho últimamente, se sentía acongojado de una manera extraña, por el recuerdo de aquella amazona, fingía olvidarla, pero no había día que no lo hubieran atosigado esos vividos ojos negros y su salvaje belleza. Pero, su conducta tan poco acostumbrada en una dama, hizo que su rígida educación convencional saliera a relucir, dando un penoso resultado.

Yvaine salió a recoger flores de durazno para el tocado de su hermana, ella las amaba y tal vez así, se animaría un poco. Laetitia estaba encerrada en su cuarto luego de la visita del Duque, fingiendo retocar su vestido. Yvaine entonces observo al jinete que acompañaba al Capitan von Albret el otro día. Sin pensar siquiera cabalgo hacia él, iba sonriente, no entendía porque, tal vez por reírse otra vez a sus costillas, en el fondo no entendía por qué quería estar cerca de él, otra vez.

Mientras Paul sallaba un disparo, por pensar en Yvaine. Justo en ese momento, como si la hubiese conjurado, en los lindes de las colinas, aparecía ella, Paul la vio cabalgar hacia él, montando un soberbio caballo de una extraña raza, supo que era ella al ver la hermosa cascada rizada que se mecían al viento y relucía con los destellos de la tarde. Pero esta vez, ella traía un sencillo vestido en tonos ocres, ni rastros del traje de hombre que usaba, llevando entre las manos un ramo de flores de duraznos y le sonreía. Cuando estuvo frente a él, la sonrisa que vio en ella, lo había bañado como agua fresca.-

– Buenas tardes señor.- Saludo Yvaine con una elegante venia.-

– Señora.- Agrego Landers serio.-

El rostro de ella estaba radiante, igual que la luz que desprendía de sus ojos, entonces entendió algo, ella no era como todas. Ella era orgullosa e inteligente, actuaba como alguien que conocía su valor y no temía demostrárselo a los demás. No sabía cómo actuar frente a eso, se sentía nervioso por no saber cómo manejar la situación, así que actuó como sabía hacerlo.

– Señora, me temo que ayer no me presente debidamente, soy el Conde Paul von Landers.- Haciendo la venia.-

– Condesa Yvaine de Baux.- Respondió ella.-

La boca de Landers amenazo con llegar al suelo, no podía creerlo, como era posible que alguien de sangre noble fuera como ella, rompía todos sus esquemas. Yvaine contuvo un respingo, se le hacía tan divertida la conducta almidonada de él.

– ¿Y su hermano señor Landers?- Pregunto ella pícaramente.-

– Estaba ocupado en asuntos laborales, no pudo acompañarme este día.- Respondió el incómodo.-

– Es una lástima me habría gustado saludarlo.- Sonreía Yvaine.-

– Se lo hare saber, mi señora.- Respondió Paul en tono seco.

Yvaine soltó una sonrisa cantarina, era divertido hacerlo rabiar, pero ahora estaba apurada. Se despidió con un cabeceo y espoleo su caballo. Mientras la veía alejarse, Paul noto que ella parecía gozar escandalizándolo, encima de eso solo se había acercado para interesarse por Alain, algo que lo incómodo, pero no entendía ¿Por qué? ¿Quería que ella se interesara en él? Sintió miedo y rabia consigo mismo, porque lo atraía como a una polilla las llamas, espoleo su caballo y volvió a su casa, mas confundido que antes.

Mientras Cassandra, deseosa de un respiro, en cuanto tuvo oportunidad, se escapó del castillo y busco a su amiga Marlene, recogieron el disfraz que ella le había confeccionado y luego salieron a caminar. Aun había mucha luz de sol en los campos que se extendían a lo lejos, mientras la tierra se cuajaba de flores. Al verse a solas y en ese paisaje, se le aligeró el corazón. A ambas les encantaba la primavera, llena vida luz y abundancia.

Du riechst so gutDonde viven las historias. Descúbrelo ahora