Parte 23. Infinito

14 4 0
                                    


Cobijados por la oscuridad, cuando recién caia la noche, envueltos en gruesas capas oscuras, Christoph y Laetitia, iban montados en el mismo caballo, la llevaba abrazada protegiéndola del frio con sus brazos. Llegaron al cruce de caminos, esperando el transporte que los llevaria a los muelles y tomar el barco hacia su libertad. Ella lo miro y apenas podía creer que casi lo habían logrado, sintió pánico de las consecuencias. Pero afrontaría el mismo destino que él, todas las penas y lágrimas pasadas eran nada más para llegar a él. Carlos observo su mirada llena de adoración y le dijo:

-Debí robarte hace mucho...

-Yo tarde mucho en convencerme que debía correr este riesgo, pero, me alegro haberlo hecho.- Le susurro ella.-

Luego de intercambiar tiernos besos. Desmontaban, tomados de la mano, esperando, buscando a los alrededores el transporte que los guiaría. Escucharos pasos acercándose, pero al inspeccionar la zona no vieron a nadie, solo escucharon un sonido cortando el viento, Christoph volando por el aire con una herida en la cabeza y borboteando sangre. Laetitia grito y trato de llegar a él. Pero un grupo de hombres armados los rodeaban, uno la sujeto por la espalda, con tanta fuerza, que sentía que la partía en dos. Estaba indefensa, no podía ayudarlo y él estaba inconsciente en el suelo.

-Llévensela.- Ordeno uno.-

Laetitia reconoció esa voz, era Alain, luego miro a sus atacantes y se dio cuenta que llevaban los uniformes de la guardia del Duque. Ella supo exactamente a donde los llevaban y lo que pasaría, con más fuerza empezó a gritar a patear y defenderse, armo tal escándalo que uno de los guardias se acercó con clara intención de hacerla callar a golpes. Entonces Albret le grito:

-¡Déjala! El escarmiento corre a cuenta de su dueño...

Ante esa sola idea, ella sacudió la cabeza llena de pavor, al mismo tiempo Schneider recuperaba el sentido e intentando ponerse en pie, les decia:

-Nunca...-

No alcanzo a llegar, porque lo derribaran nuevamente, cada vez que intentaba incorporarse, un grupo de soldados lo golpeaban cobardemente. Laetitia no paraba de llorar, se quedó muda de gritar su nombre. Hasta que él no se levanto mas. Desde el suelo la miro a los ojos y le dijo entre labios:

-Laetitia...

Entonces cerro los ojos para no moverse más, ella lanzo un grito mudo, lo último que vio antes de desvanecerse. Fue como dos guardias lo tomaban por los brazos y la arrastraban a un destino incierto.

Mientras, en la madrugada, Oliver estaba sentado frente a la chimenea de su casa, sacudiendo la cabeza de un lado a otro, miro hacia la ventana, la noche estaba oscura, sin estrellas. Como si supiera toda la sangre que habia traido ese dia. Mientras una voz lo saco de sus pensamientos.

-¿Cómo te enteraste Riedel?

Lorenz estaba ahí con él, sentado en una silla de respaldo recto, mirando de forma fiera hacia la nada. Sabía que la actitud del galeno no era duelo por Lindemann, era rabia y frustración, la misma que sentía él, añadida a la culpa.

-Uno de mis soldados, me matiene informado... Quienes lo escoltaban, dijeron que él se escapo y corrió hacia el precipicio, al final solo encontraron restos de un cuerpo destrozado y jirones de ropa.- Respondio Oliver.-

Recien terminaba de relatar, que lo habían enterrado sin ninguna ceremonia, en presencia de sus tres amigos, a las orillas del bosque, en una tumba sin cruz que fue marcada solo con una piedra. Lo peor de todo, no podían vengarse, hablar, nada. Ese habia sido el trato.

-¡Lindemann es un auténtico bastardo! Grito finalmente Oliver.

Lorenz lo dejo desahogarse. Cuando Till se había reunido con él y les había dicho su plan para devolverle todo a Marlene. Sabían que escaparia para no comparecer ante el rey, pero no habían contado con un final como ese. Además, les hizo jurar que nunca deberían revelar lo que él había hecho. Para no ponerse y poner a Marlene en peligro. Que pasara lo que pasara, ella nunca debería enterarse de ninguna de sus acciones.

Du riechst so gutDonde viven las historias. Descúbrelo ahora