Parte 29. El Presente pasado.

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Cuando Schneider llegó galopando al límite del regido, desmonto melancólicamente, luego le pareció ver a Laetitia a un lado del camino, se acercó a ella intentando acariciar su mejilla, pero no pudo, era nada más que un espejismo. La dibujo en su mente otra vez. Cuando lo bañaba con la dulzura de su mirada, la desesperación en sus ojos cuando lo despedía una y otra vez, él había buscado, suplicado por su amor, por ellos, pero no había hallado ninguna esperanza. No entendía porqué, aún seguía tercamente atado a ella, cuando le había abandonado aquel día. Se dejó caer al suelo gritando de furia, arañando el suelo, entonces una suave brisa soplo en su cara, llevando el perfume de flores de duraznos, su esencia. Entonces volvió la vista hacia el poblado que había dejado atrás, en la distancia brillando como una estela, parecía que lo llamaba. Un pensamiento repentino lo golpeó, fue intenso y doloroso. Ella se había dado por vencida, pero él también. Entonces dijo:

—Siempre seré tuyo... y tú siempre serás mía...

Entonces volviendo sobre sus pasos, galopo hacia ella de nuevo, siguiendo su instinto, pues la razón lo había abandonado hace mucho.

Lejos de ahi, Yvaine levantó la mirada hacia el cielo, estaba limpio y brillante, se filtraba entre las hojas de los árboles, la brisa que soplaba a través de los bosques le desordenaba el cabello. Landers y ella se habían detenido para recoger sus cosas, en el castillo que habia sido su hogar. Un barco los esperaba en puerto, los llevaría lejos, al otro lado del mar, para iniciar una nueva vida. Mientras Yvaine estaban en su salón recogiendo las cosas, Paul jugaba con Os.

—¿Por qué esta tan seria y callada mi pequeña amazona? Pregunto él.

—Pienso en el futuro, nuestro futuro Paul.

—No te preocupes tanto por el futuro amor, porque así no puedes disfrutar el presente.

—Tal vez sonrió ella. Pero...

Se interrumpió y miró hacia la puerta, las hojas acababan de abrirse y para sorpresas de ambos, Alain apareció en ella, apuntandoles con un arma. Sin la casaca de uniforme, los cabellos oscuros cayéndole en la frente, a causa del sudor. Se adelanto unos pasos y le dijo directamente a ella:

—He venido por ti Yvaine...

Yvaine estaba demasiado atónita para hablar, cuando se escuchó una detonación y un alarido, ambos vinieron de Albret, habia disparado, pero Os se habia lanzado contra él y mordido en la pierna, haciendolo gritar de dolor, Alain lo alejo de un golpe, mientras el cuerpo de Paul empezó a caer, Yvaine intento sujetarlo, y ambos cayeron al piso, donde ella de rodillas, sujetaba la ensangrentada cabeza de su amante.

—Paul, no, por favor no, despierta...- Rogaba ella.-

Alain se acercó peligrosamente y le dijo:

—¡Levántate Yvaine tenemos que irnos!

—Maldito ¿Cómo pudiste?- Gritaba ella.-

—¡Porque eres mía! Grito él, en respuesta.

Albret seguía blandiendo el arma, en su dirección, había advertido que el pulso, en el cuello de Landers, aun palpitaba. Pero Alain no dudaría que rematarlo si se daba cuenta. Tratando de distraer su atención, le dijo:

—¡Nunca sere tuya Alain! ¡Cuando el Duque se entere de esto, mandara a ejecutarte malnacido!

Alain sonrió de forma sínica, al responder:

—Zelig está muerto, yo mismo lo mate como a este infeliz, que se hacía llamar mi hermano ¡Y los volvería a matar mil veces! ¡Porque pretendían alejarme de ti!

Du riechst so gutDonde viven las historias. Descúbrelo ahora