🌖 Tierra de nada, Titán de nadie 🌘

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Islas Hirvientes.
Cabeza del titán.

El Coleccionista se reflejo entre la sombras de una pared alta y se estiró suavemente de su postura.
Lo complicado de haberse vuelto dimensional, es que estaba reflejado en zonas planas, al principio fue difícil pero vaya que era más sencillo deformar su sombra para crear así divertidas figuras.

No era de lo más divertido ser dimensional, pero era eso a nada.

- ¿Ya la encontraste?- pregunto Fernan, el padre de Rhiannon y por ende, el actual gobernante de las Islas Hirvientes.

No había pasado menos de unas horas que le había pedido al Coleccionista buscar entre ventanas dimensionales, sabía que podía hacer eso al estar condenado en esa dimensión, más era solo espectador a la lejanía.

- Está escondida, sí. Pero me temo aguadarte la fiesta amigo, ella no está en este universo - comento el Coleccionista con diversión.
Ver la cara de Fernan torcer en una mueca de impaciencia y un semblante de coraje retenido no hacía más que al ente reírse entre dientes.

- ¿En dónde está mi hija?- pregunto en demanda Fernan.

- Hah! Antes relájate, tu no tienes la maldición del titán y dudo muchísimo que logres hacer un medio de transporte hacia el reino humano. - dijo el Coleccionista mientras giraba alrededor y movía su sombra por toda la pared de esa habitación.

Fernan alzó una ceja.

- ¿El reino humano?- pregunto el hombre, extrañado. Si bien, existieron seres en el pasado que rumoreaban de ese universo, se creía que solo eran fábulas - ¿Te refieres a ese reino común? ¿Por qué ella está ahí?

Habían tantas preguntas que tenía Fernan.
Sabía que el reino humano quedaba casi al otro lado del llamado "Charco multiversal", pero creía en esa burda idea como solo una teoría alocada de los oraculistas o aquellos oyentes y observadores del cosmos infinito.

El Coleccionista se pareció limpiar una oreja con el dedo y luego reviso este con desinterés.

- Yo que sé. Es raro que tú hija esté en un reino tan pacífico y realmente aburrido - comento el Coleccionista - Mi idea es que abrió un portal. Lo cual es sorprendente, el Titan le dió la puerta de entrada pero parece que se ha quedado atascada ahí.

El Coleccionista parecía sentarse de piernas cruzadas, llevándose los brazos tras su cabeza aunque debido a se reflejo sombra era más raro ver qué postura tenía.

- ¿Sabes una forma de hacer un portal?- pregunto Fernan.

Ahí el Coleccionista dirigió la vista hacia el brujo, viendo su mirada asesina y seria, impaciente y probablemente se sentía tan más inútil ahora.
Saber que su hija estaba tan lejos de su alcance seguramente le causó un tipo de poder inalcanzable y simplemente ya no se sentía con el control de antes.

Se le puso un límite que su propio padre estaba molesto de escuchar y sentir cada día.
Ya no era la misma niña pequeña fácil de manipular y eso a Fernan le hervía la sangre.

- ¿Que cosa? Hah! - alzó la voz el Coleccionista - Mira, amigo. Hacer un portal requiere magia del titán, y no sé si te has percatado, pero yo no soy como esos grandotes. Una lastima, me gustaba mucho jugar con e--

- ¿¡Sabes o no sabes!?- alzó la voz Fernan.

El Coleccionista arrugó su nariz, detestaba las réplicas o que le alzarán la voz.

Tenía un descaro y temple de acero para alzarle la voz así.
Claro que los Titanes no estarían dispuestos a darle de su ayuda a Fernan, ni en un millón de años.

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