🌒 Las Raíces del pasado 🌘

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Esta historia inicia mucho tiempo atrás...

Para ser mas exactos, alrededor de 385 años atrás.

En la época de los 1635, llegaron los primeros colonizadores a América del Norte, y así empezó la época de la colonización, una donde, el choque cultural se vio mas que nada, una donde militares del "nuevo mundo" iban a pueblos aledaños a brindar de su apoyo y autoridad a los pueblos pequeños.

Nos ubicaremos en un pequeño pueblo del ahora Connecticut: Graves Field.

Que su nombre no los deje engañar, era un pueblo humilde y pacífico, detrás suyo había un monte apodado ahora como "El Gigante Durmiente".
Y así como así, un día pacífico de verano, una familia había llegado al pueblo a instalarse.

Los Wittebane.

Tal vez para GravesField, eran solo simples extranjeros, personas de paso, pero no, la familia era una de las mas influyentes en su natal Gran Bretaña.
Viniendo de una ascendencia militar y comercial de alto recurso, la familia Wittebane tenía la tarea de colonizar ese pequeño pueblo.

Poco y casi nada se sabia de su estilo de vida en su lejana tierra, pero de algo si estaba seguro, los Wittebane eran la sangre más pura como la mas destacable.

Pongamos algo de historia...

La familia Wittebane constaba de un patriarca familiar, que inicialmente era un militar de alto rango, con ello, ese linaje se dividió en 5 hijos y 3 hijas.

Entre las mujeres, pocas realmente destacaron, en ese tiempo el hecho de nacer mujer implicaba que planeaban tu futuro desde la cuna.
Tu educación, tu estatus, lo que deberías estudiar o servir, con quien te casaban, todo para hacer a la familia gozar de renombre por títulos.
De parte de los varones, era donde la verdadera competencia por ser el siguiente patriarca iniciaba.

Apenas nacias en esa familia, es cuando tus hermanos ya no te veían como un humano, sino como un estorbo, todo por el cumplimiento de exigencia alta.
Trabajo, educación, socialización, estatus de conocimiento y habla, entre un muy largo etcétera.

De entre los cinco hermanos, destacaremos al quien vendría ser el del medio.
Cabellos rubios, ojos azul oscuro, una mirada de mala muerte como una cara libre de cicatrices, pero con una mueca de un verdugo frío y tenaz.
Edgar Wittebane, el hijo del medio, con los 18 años ya había elegido a su esposa y en menos de 3 semanas, se había casado con una chica de su edad.

En ese tiempo, el casarse implicaba dos cosas, conexión y estatus. Habían pocas ocasiones donde el amor e interés genuino se unían, pero para ellos eso se podría resolver al momento de conocer a la persona tras el matrimonio.

Edgar además de haber nacido bajo la mano de hierro de una familia militar, el antes joven Wittebane demostró ser un hombre de diplomacia, porte, y actitud de acero, con una forma de hablar firme así como una técnica de manipulación y convencimiento demasiado persuasivo para un joven.

Un prodigio, podríamos decir.
Su terquedad, su orgullo eran tan grandes, simplemente podría haberse ganado el mismo el puesto de patriarca sobre sus hermanos, pero no, él iba a por otro tipo de pez gordo.

Decidió construir su propio palacio de sus propias manos frías y pálidas, y así como si se tratara de acomodar bloque a bloque de concreto, se apartó de su familia, se alistó en el ejército y se fue con sus mejores reconomientos de combate y de estrategia.
En cuanto regreso a casa, ya tenía a su esposa, tomándole del brazo.

Cabello oscuro, ojos color pistacho además de un porte de una verdadera princesa, alta y bien cuidada de cuerpo, intelectual y la más destacable por su mirada que sus hermanas.
Ofelia Voltaine, así era su apellido de soltera.
Hija mayor de una familia de alta gama, conocidos por tratar en la banca de impuestos a la corona.

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