𝑉𝑖𝑣𝑖𝑟 ³ ⁽ᶠᶤᶰᵃˡ⁾

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―Lisa.

Abro los ojos. Estoy acostada boca arriba, con los brazos cruzados detrás de la cabeza, mirando un perfecto cielo de verano.

―¿Sí?

Jennie se mueve en la manta roja, acercándose un poco más a mí.

―¿Crees que alguna vez volveremos a ver un avión allá arriba?

Pienso un momento. Veo las pequeñas moléculas nadar en los fluidos de mi ojo.

―Sí.

―¿En serio?

―Tal vez no nosotras, pero creo que los niños sí.

―¿Cuánto tiempo crees que pueda tomarnos esto?

―¿Tomarnos qué?

―Reconstruir todo, incluso si logramos eliminar completamente la plaga... ¿Crees que alguna vez las cosas volverán a como estaban?

Un solitario estornino se precipita a través del cielo distante, y me imagino el rastro de un avión blanco dibujándose detrás de él, como una firma florida en una nota de amor.

―Espero que no ―digo.

Permanecemos en silencio por un rato, estamos acostadas sobre el césped. Detrás de nosotras, el abollado y viejo Mercedes espera pacientemente, susurrándonos chisporroteos y pings mientras su motor se enfría. Mercey, lo nombró Jennie. ¿Quién es esta mujer que yace junto a mí, tan llena de vitalidad que puede otorgarle vida a un coche?

―Lisa ―dice.

―Sí.

―¿Recuerdas tu nombre?

En esta ladera en el borde de una carretera derrumbada, los insectos y las aves en la hierba realizan una pequeña simulación del ruido del tráfico. Escucho su nostálgica sinfonía, y sacudo la cabeza.

―No.

―Podrías ponerte uno, tú sabes. Sólo elige uno. El que sea.

Considero esto. Hojeo el índice de nombres en mi cerebro. Etimologías complejas, lenguajes, significados antiguos transmitidos de generación en generación de tradiciones culturales. Pero soy algo nuevo, un lienzo en blanco. Puedo escoger que historia escribo de mi futuro, y escojo una nueva.

―Mi nombre es Lisa ―digo con un pequeño encogimiento de hombros.

Ella voltea la cabeza para mirarme. Puedo sentir sus ojos color cafés intensos en el lado de mi cara, como si intentara cavar un túnel en mi oído para explorar mi cerebro.

―¿No quieres volver a tener tu vieja vida?

―No ―me siento, cruzo los brazos sobre las rodillas y miro hacia el valle―. Quiero esta vida.

Jennie sonríe. Se sienta conmigo y afronta lo que estoy viendo.

El aeropuerto se extiende bajo nosotras como un guantelete derribado. Un desafío. No hubo transformación global después de que los esqueletos se rindieran. Algunos de nosotros estamos en nuestro camino a la vida, algunos todavía están muertos. Algunos todavía están presentes aquí en el aeropuerto, o en otras ciudades, países, continentes, vagando en espera. Pero para arreglar un problema que abarca a todo el mundo, un aeropuerto parece un buen lugar para empezar.

Tenemos grandes planes. Oh sí. Estamos buscando a tientas en la oscuridad, pero al menos nos estamos moviendo. Ahora todo el mundo está trabajando; Jennie y yo sólo estamos descansando por un momento para disfrutar la vista, porque es un día hermoso. El cielo es azul. El césped es verde. El sol es caliente en nuestra piel.

Sonreímos, porque de esta manera es que salvamos al mundo. No dejaremos que la Tierra se convierta en una tumba, una fosa común girando en el espacio. Nos vamos a exhumar. Vamos a luchar contra la maldición y la romperemos. Vamos a llorar, sangrar, codiciar, amar, y a curar la muerte. Vamos a ser la cura. Porque la queremos.


Fin

Mi noviɑ es unɑ zombi (Jenlisɑ ɑdɑptɑtion)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora