Misma sangre

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Una semana después de lo sucedido, estaba en mi habitación hablando con Naya. Estaba realmente triste de saber que todo este tiempo Charles sabía que ella estaba enamoraba hace años y nunca hizo o dijo nada. Aunque sea un "Lo siento, no me pasa lo mismo"

Nayy

I: no quiero que estés más triste Nay...

N: Duele Isa. Duele como no tienes idea.

I: Lo sé mi niña. ¿Quieres que hagamos algo para distraerte? ¿O quieres venir a casa para hablar?

N: Me gustaría, pero mi hermanita Angela me dijo para ir de compras, y si le digo que no empezará a interrogarme y no tengo ganas de contarle esto. Pero nos vemos mañana linda.

I: Esta bien... Te amo Naya, no lo olvides.

N: también te amo Isabella.

Luego de eso bajo al primer piso para servirme juego de naranja en la cocina.

Estaba deshidratándome. Que calor hace en verano.

¡Wow Isa! Que descubrimiento.

A veces tenía conversaciones conmigo misma. ¿Quien No?

Estaba volviendo a mi habitación con el vaso de jugo porque en cualquier momento podría llegar mi hermano de su práctica y quien sabe si vendrían sus amigos.

No es de mala pero ¿Tener que saludar a las visitas? Paso de eso.

—Isabella. —Me saluda mi padre.

—Hola.

—¿Que almorzaron hoy?

Como siempre, mis padres no habían almorzado con nosotros. Aunque ya estábamos acostumbrados a eso.

—Hice ensalada- —No me dejo terminar.

—¿Solo eso? Sabes que tu hermano tiene que comer bien para los entrenamientos.
Puede desmayarse ¿Acaso quieres que algo malo le pase?

—¿Como voy a querer yo eso? Claro que no. Pero él tiene brazos para cocinarse si tiene hambre. Se levanto tarde y yo ya había hecho una ensalada. De igual manera, ¿Que me reprochas? Si quieres que nada malo le pase a tu hijo por la comida, podrías cocinarle tu. Oh cierto, no estás aquí presente para hacerlo.

—Mi paciencia se está agotando contigo Isabella Copper. Recuerda quienes son tus superiores.

—No seguiré discutiendo. —Avanzo hacia las escaleras dispuestas para irme.

—No tienes nada que discutir. No vas a tener la ultima palabra. Es MI casa, son MIS reglas, eres MI hija, tienes MI sangre y MI apellido y tu tienes que hacer lo que YO te diga.

Narra Lorenzo

—Fue una grandiosa jugada. —Digo riendo mientras abro la puerta de mi casa y entramos.

—Si, Jaden tienes que pasarte a nuestro equipo hermano. —Dice Mike.

—Lo pensaré, aunque ustedes ya tienen a Lorenzo, creo que es más que suficiente. —Ríe.

Iba a decir algo más pero es y yo gritos así que me callo enseguida.

—¿¡Tu crees que no cambiaria eso si pudiese hacerlo!? ¡Si! es TU casa, Son TUS reglas, somos TU sangre y tenemos TU apellido ¿¡Pero crees que no lo cambiaríamos si tuviésemos la oportunidad!? ¡Claro que lo haríamos! Son los peores padres. —Apenas escuchó a Isabella decir eso, aceleró el paso hasta el living, que era de donde provenían los gritos.

—¿Que sabrás tú de la crianza a los hijos? Hicimos todo lo posible para darles una buena educación que es todo lo que necesitan ¿y así nos tratas?

—Sé que los hijos necesitan amor no una maldita escuela privada, no los mejores zapatos que salieron apenas ayer a la venta, ni nada de lo que nos dan. Necesitamos amor, atención. ¿Por qué es tan difícil de entender para ustedes? —Bella parece realmente cansada de la misma discusión siempre.

—Eres una desubicada Isabella. Una vez más y te mandaremos a la escuela de señoritas en Francia. ¿Eso es lo que quieres?

—'Escuela de señoritas' ¿Que quieres, Que estornude con delicadeza? —Dice en sarcasmo mi hermana.

—Cuida tus palabras a menos que quieras irte a otro continente donde no verás ni a tu mejor amiga, no jugaras ese deporte bruto al que juegas y no verás a tu hermano. Ni siquiera por videollamada porque no permiten teléfonos. No me pongas a prueba Isabella, porque créeme que no sabes de lo que soy capaz. —y con eso mi padre subió las escaleras y desapareció por el pasillo.

Mi hermana se quedó en una especie de shock.

Mis amigos estaban completamente callados.

—Bella no harán eso... —Digo yo

—¿Tu que sabrás Lorenzo? —Pregunta ella dándose la vuelta hacia mi.

Parecía enojada.

—No te enojes conmigo que no te hice nada.

—Tu apellido es igual que el mío y el de él, la sangre es la misma, compartimos casa, básicamente somos familia. Estas igual de jodido que yo.

—¿Crees que me importa toda esa mierda? No Isabella, no me importa un carajo.

—A ti nada te importa un carajo. Apuesto a que tampoco te importaría si me mandasen a esa escuela en Francia.

—¿Eres consciente de lo que dices?

—Muy. Muy consciente...—Dice subiendo las escaleras para también desaparecer por ese pasillo.

—Oye, ¿Loren? Esta enojada solo... entiéndela. —Dice Mike a mi espalda.

—Y una mierda. Que se jodan. Yo digo que es hora de por fin meternos en esa pileta porque estoy muriendo del calor. —Sonrió falsamente y me dirijo hacia la pileta.

Estoy harto de esto.

Quisiera otra familia.

𝘕𝘶𝘮𝘣𝘦𝘳 𝘧𝘪𝘷𝘦... 𝘊𝘶𝘵𝘦 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora