Sealkeeper: El que ata

Capítulo 11: El diente de Mōryō

Vaya, ¿realmente ya es hora de una actualización?

No hay mucho que decir antes de este capítulo.

Primero, como siempre, gracias a ncpfan por su ayuda.

Gracias también a todos los que me enviaron un 'Chire, Senbonzakura'.

Algunas personas han llamado a esto basura últimamente y aunque estoy completamente de acuerdo con eso, realmente agradecería si me dijeran por qué pensaron eso para que pueda mejorar mi trabajo. Esto se aplica especialmente a las reseñas de los huéspedes a las que no puedo responder. Está perfectamente bien que tengas esa opinión y te agradezco que la compartas, pero déjame discutirla contigo para que pueda hacerlo mejor la próxima vez. Gracias.

¡Muy bien entonces, adelante con el espectáculo!
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Hace dos semanas, su entrenamiento había destruido por completo el campo de entrenamiento trece.

Eso no fue nada.

El campo de entrenamiento trece se había convertido en un campo de agujeros y hendiduras desprovisto de todo follaje y salpicado de algún que otro animal muerto.

Aquí, en el campo de entrenamiento nueve, ya no había ningún suelo.

Montañas de roca y tierra se elevaban en el aire a medida que los cañones de los que habían nacido se llenaban constantemente con los restos destrozados de lo que una vez había sido un bosque. Los árboles de décadas de antigüedad habían sido reducidos a nada más que astillas y todas y cada una de las hojas habían sido trituradas hasta convertirse en un polvo fino.

Enormes cadenas golpearon todo a su alrededor, comprimiendo las montañas hechas por el hombre hasta que fueron lo suficientemente fuertes como para hacer que incluso el Gran Jefe Sapo Gamabunta se detuviera.

No quedaba nada.

Y, sin embargo, no se detuvo.

Hora tras hora, día tras día, continuó, deteniéndose sólo brevemente durante unas pocas horas de dulce inconsciencia. No tenía otra opción en el asunto, si se detuviera, pensaría, y si pensara, recordaría.

No podía soportar tal tortura.

Con un crujido, su cadena descendió de los cielos, partiendo una montaña en bramante con poco esfuerzo.

Mientras pudiera entrenar, mientras pudiera esforzarse hasta el límite y mantenerse allí, no tendría que lidiar con el mundo que lo rodeaba.

Y, sin embargo, las palabras aún resonaban dentro de su cabeza incluso cuando la duda envolvía su corazón.

'" No me mereces en tu vida, no mereces a nadie".'

Quería decir que ella estaba equivocada, quería gritarle al mundo que él era digno.

Pero entonces, tal vez no lo estaba.

¿Podía decir honestamente que él, el ladrón, el asesino, era digno de tener gente dentro de su lamentable vida? ¿Qué había hecho para posiblemente ganarse la compañía de otros?

Absolutamente nada.

Quizás por eso todos lo abandonaron.

Su madre.

Su hermana.

Tatsuki.

Mito.

Ido, todo ido, y por qué? ¿Era realmente porque no merecía tenerlos? ¿Estaban los teólogos trayendo a estas personas a su vida con la esperanza de que pudiera ganarse el derecho de conservarlas, solo para decepcionarse cada vez y recuperarlas? Qué crueles dioses deben ser, entonces, para permitirle probar primero la recompensa que nunca podría ganar.