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"¡Fuera máscaras!"

Katalina agregó la azúcar al agua con limón y revolvió fervientemente. Sus ojos viajaron a la chica que en el exterior había bajado del techo por la escalera metálica para buscar la caja de herramientas; llevaban seis meses de convivencia y hasta ahora la llegada de Stolas a su vida le parecía un regalo de dios.

La preciosa jovencita era la hija que siempre soñó tener; Amable, hacendosa, voluntariosa y detallista. Nunca faltaba un obsequio sutil que derritiera su corazón o unas palabras cargadas de buena intención, Lo primero fue un dulce pequeño y del tamaño de una moneda, no era costoso pero habían pasado muchos años desde la última vez que alguien le había obsequiado un dulce.

Con cada detalle su rostro no vagaba más allá de un diminuto sonrojó tenue en sus pómulos, no habia sonrisas ni nada similar. La rubia se animaba a afirmar que Stolas nunca sonreía, ni lloraba.

¿Tenía en realidad catorce años? Actuaba cómo una mujer a la cual la vida había maltratado de todas las formas posibles.

El golpeteo de la puerta la hizo volver de sus divagaciones. Con pasos firmes caminó hasta la entrada y con sorpresa, al abrir, vislumbró un grupo de aproximadamente quince hombres en motocicleta y vestidos de uniformes negros con verde lima.

Eran pandilleros pero... ¿Por qué había un grupo de pandilleros en su jardín? Un hombre entre ellos se acercó de forma brusca y creída, tan bulgar que sintió sus piernas temblar.

_ Busco a Stolas de Roppongi _ Sonrió engreido _ Llamala.

Katalina sintió un frío recorrer su cuerpo al oirlo; Los recuerdos de los vandos llegando a su casa para amenazar a su marido, allá en Brasil, la golpearon con fuerza. Imágenes de Ella abrazando a su hijo pequeño contra su pecho y llorando la hacen tambalearse.

Ella no quería que la pelinegra fuese dañada.

Con la voz temblorosa negó.

_No está aquí ... E-ella no está...

El hombre permaneció serio mirándola por algunos segundos hasta que finalmente su mueca se extendió como el fuego en la paja; una sonrisa retorcida se abrió paso en sus labios haciendo que sus bellos corporales se erizen.

_Eres su madre... ¿Verdad?..._ No espero respuesta y comenzó a acercarse a ella de forma peligrosa _ ¿Te importa un poco de compañía en lo que ella regresa?.

Ella jadeo horrorizada.

_N-No te acerques a mi o lla-llamare a la policía..._ Balbuceo con los ojos lagrimosos mientras, a tientas, intentaba poner la mayor distancia entre los dos_ ¡Largo de mi casa!.

El varón soltó una risita burlona.

_¿La policía? Que miedo..._ Se mofo.

Estaba a dos metros de la entrada cuando una figura menuda y ligeramente familiar salto desde el techo del segundo piso cayendo en cuclillas justo en medio de ellos dos. Katalina Chilló ante el sonido sordo del impacto y se sorprendió al ver como la fémina se incorporaba como si nada.

Estaba descalza, con los pies negros de tierra y mugre; Sus piernas lánguida vestían unos shorts diminutos de jeans deshechos en hebras de hilo blanco, tan viejos y gastados que seguramente no soportarian la luz de otro verano. En su torso paliducho yacía enfundado en una musculosa blanca de hombre sin un brazier para cubrir los guijarros rosados en sus senos.

Su cabello lucia revoltoso y despeinado dándole un toque agradable y sexy a su expresión tan agria.

_Deberías temer... ¿No fue la policía quien se cargó a tres de tus hombres hace algún tiempo atrás? _ Se mofo _ Ahora dime, imbecil, ¿Quién te dijo que podías venir a mi casa y además acosar a mi... Madre... de esta forma?.

SHORTY "SHOJO"  IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora