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"Amigos y enemigos"

Stolas se llevó el cigarrillo a los labios desgustando el humo amargo y picante. Sus ojos observaron al pelinegro que lloraba desconsolado junto a ella de manera desgarradora.

_Y-yo no pude salvarla..._ Gimoteo con voz rota_ El dinero no fue suficiente... Nunca es suficiente...

Ella asintió; Akane estaba muerta y Kokonoi se había roto. Llevaba cinco horas berreando como un niño sobre su hombro, cosa que detestaba pero no se atrevería a detenerlo.

_Está bien... Nada de esto es tu culpa... Las cosas siempre suceden por algo...

El chico amaba a esa muchacha y había hecho muchas cosas de mierda para conseguir el dinero y cubrir sus gastos médicos, era esto un golpe bajo para su hogullo.

_Tu no lo entiendes... Yo en verdad lo intenté..._ Susurró.

Stolas rodó los ojos con fastidio. La debilidad era algo que la ponía de pésimo humor. Pero Kokonoi era su amigo y ella no permitiría que e lidiar con eso solo; La noche había caído con fuerza sobre ellos mientras yacían en la puerta del hospital, la pelinegra no dudó en acudir al llamado del Hajime cuando oyó su voz rota implorando compañía y no dudó en subir a su motocicleta y conducir hasta el.

_La vida es injusta ¿Verdad? Una paradoja incomprensible para algunos y la razón de la existencia de otros..._ Susurró mientras observaba su mano pálida y delgada, que entre sus dedos sostenía _ Tan etéreo... Quizás ni en un millón de años podremos comprender como funciona...

El varón la miró en silencio ¿Estaba divagando? No era algo muy propio de ella. Sus ojos vibraban de una forma poco entendible, los sentimientos parecían bailar en sus faros azules mientras la brisa mecía sus hebras negruzcas.

_ Akane esta muerta y ya no puedes culparla de tus decisiones fallidas ¿Lo entiendes amigo?_ Murmuró señalando a las personas vagando por la calle_ ¿Los ves ahí? Tu no eres como ellos, Koko... Tu eres como el rey Midas...

El varón se vio perplejo cuando la fémina tomó una de sus manos y se la llevó a los labios; Ella lo beso con una ternura y calidez unicas. No era un acto sexual ni provocador, no, Stolas no funcionaba así. La acción iba más allá del mero significado mundano que se percibía a simple vista.

_Tus manos hacen oro... Eres mágico..._ Y se puso de pie, lanzando la colilla del cigarro lejos de si misma. No dudó en meter las manos en los bolsillos y caminar un poco para quitar la sensación de entumecimiento de su trasero _ Ahora es tu decisión ¿Quieres pudrirse y culparse durante toda la vida por no haber salvado a alguien en cuyo destino estaba ya escrito este final? ¿ O prefieres mutar... Cambiar... Evolucionar... ?.

Era una cuestión sencilla. ¿Ser o no ser? El no se veía como el típico protagonista masculino cuya pareja es muerta y pasa toda la vida revolcándose en su miseria?. No, el era más que eso.

Sus ojos miraron sus propias manos con disforia. ¿ Quien es Koko? ¿Quien es el? No reconocía sus propias extremidades.

Fue entonces cuando centello con gracia sacra frente a él aquella palma extendida en su dirección. La mano de Stolas lo invitaba a abandonar ese agujero de culpa y recorrer un camino de redención y autoconocimiento; El dudaba de muchas cosas pero, no de esto. Era la decisión correcta.

No dudó en tomar la mano de la ojiazul y de un salto estar a su lado. Estaba más que listo para ver que le deparaba su propio destino.

La chica sonrió.

_ Vamos amigo... Hay trabajo por hacer...

El brazo de la pelinegra lo rodeó por los hombros y lo apretó a su costado, ambos caminaron bajo las farolas lúgubres y mortecinas sin notar que un par de ojos celestes y acuosos como gemas los miraban desde lo alto de un ventanal. Había tristeza e ira en esa mirada vibrante, acunada en largas pestañas rubias que adornaban tanto la piel nívea como la zona chamuscado de su rostro aún lesionado.

SHORTY "SHOJO"  IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora