Mañana de resaca

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Estella

Dudo mucho que yo siempre haya sido así de ansiosa, sé que con Gary quería siempre agradarle y dejaba que fuera él quien decidiera acercarse, y me resulta inevitable pensarlo cuando el calor en mi pecho me hace pensar que no es suficiente.

Es cuando sus manos bajan a mi cintura y parece dirigirnos a otro lugar, que mi ansiedad se dispara y todo lo que quiero es seguir avanzando hasta ver a dónde podemos llegar.

Creería que cuándo me suelte voy a sentirme liberada de alguna especie de hechizo, pero no es así, todo lo que quiero es renegar porque se detiene, de no ser porque sus palabras cortan las mías antes de comenzar.

Asiento despacio, cerrando un poco el saco sobre mis hombros cuando menciona el frío, aunque no es frío lo que siento.

— Quiero ir a casa.

Mantengo las solapas del saco sujetas con una mano en mi pecho, llevando la otra a una de las suyas, porque de otra forma siento que voy a terminar perdida.

Al menos esa es la excusa que pienso dar en caso de malos entendidos.

Kenny

Creo poder manejar la excitación conforme llega, o al menos estoy seguro de engañarme de esa forma cuando su mano sube hasta mi cuello.

Si bien no tengo el afán de controlar las cosas, porque de una u otra forma siempre terminan saliendose de mi control y del de Craig, me gusta mucho poder hundir mis dedos entre sus hebras, y mi lengua entre sus labios tanto como quiera.

Tomo un respiro profundo sin llegar a soltar sus labios, al sentir su mano envolver mi excitación, solo para volver a soltarlo el momento en que vuelvo a hundirme en ellos.

Lo único frustrante de esto es lo incómodo que me deja para tocarlo, pero necesito asumir que cuando la calentura suba demasiado vamos a terminar yendonos a cualquier otro lugar y que una vez ahí voy a darme la libertad de tocarlo a gusto.

Craig

Siento que gracias a la profundidad que toma en mis labios, la presión de su cuerpo es mayor contra el mío. Misma sensación tira de mi ansiedad y provoca que cierre mis manos alrededor suyo.

Por la misma excitación que me genera, su ropa interior representa un tremendo estorbo para mi gusto, y es por ello que a pesar de lo mucho que creo que lo expongo, de todas formas meto mi mano bajo su boxer para sentir el calor de su erección bajo la yema de mis dedos. Dejándome extasiar por la sensación, me es imposible contener los jadeos y terminar cediendolos contra su lengua.

Agradezco infinitamente que la mesa cubra parcialmente el movimiento de mi mano, aunque debe ser más que evidente que nos estamos pasando de los límites. No me detengo, porque de todas formas en un lugar como éste, no es inusual ver parejas metiéndose mano.

Si mantengo la presión de mi mano suave sobre su cuello, es netamente porque sé que si exagero, probablemente la forma en la que su aliento escapa sea aún más seductora, y no creo poder contenerme lo suficiente como para disfrutar un poco más de esto, al menos no sin terminar estámpandolo contra la mesa.

Gregory

Me aflige bastante la idea de haberme lanzado a besarla, pues quisiera estar seguro que no haya sido por estar bajo el efecto del alcohol. Aun así, creo que fue demasiado agradable, toda una realización como para no querer repetirlo y sentirme arrepentido.

Por eso también quiero llevarla a casa, así dejo de sentir que todo el suceso es parte del ambiente poco moral y libertino del lugar.

- Ok...

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