1. Calva: Brillante y Reluciente.

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AU.

*

Meliodas no había calculado bien la intensidad de la estupidez que había hecho.

Verán;

El día anterior Meliodas estaba de mal humor, estaba en su días de macho, ya saben cómo los de las mujeres, pero sin que salga sangre de abajo y sin los dolores de vientre. Sólo con los cambios de humor y las hormonas revueltas. En fin, el punto es que estaba molesto y no había podido comunicarse con la única persona que alegra sus días; Elizabeth.

Ese día su madre andaba insoportable, primero diciendo que estaba muy enano, ¡¿Como podía eso ser su culpa?!, después que sus calificaciones eran muy bajas, ¡Era el segundo mejor de la clase y las calificaciones de Zeldris eran peores!, después que su novia era demasiado buena para él, eso no se lo podía refutar, después que su comida era asquerosa, ¡La de ella no era mejor, literalmente era su padre quién cocinaba!, y así estuvo hasta que llegó al tema de su cabello.

Dijo que tenía las puntas abiertas, que debía cortar un poco las puntas, que le hacia falta una buena lavada, que porqué esos dos mechones no se quedaban en un sólo lugar, que le hacia falta tinte (¡¿Y eso para qué?! ¡Él es literalmente rubio natural!) y finalmente, que debía aprender a mantener su cabello tan limpio y bonito cómo el de Zeldris (Si supiera su madre que la razón por la que lo tiene tan lindo es porque Gelda lo obliga). Así que Meliodas se enojó e hizo algo de lo que ahora se arrepiente:

Se rapó el pelo.

Si, ahora Meliodas es calvo.

Y ahora chilla por eso.

En su momento pensó que era buena idea y que eso callaria a su madre. Se equivocó en ambas, fue una estupidez y su madre no para de recalcarselo.

Ahora, en el presente, camina hacia la preparatoria con un gorro de lana cubriéndole la calva. Va con el seño fruncido, y con sus hermanos más atrás aguantando la risa. No podían reír, si lo hacían, Meliodas juró que los iba a dejar calvos también en la noche. Zeldris y Estarrosa se dieron un momento para imaginarse cada uno si fuera calvo, no, no les iba a quedar bien. Meliodas sin embargo, ya no tenía que imaginarlo, ya lo era y, efectivamente, daba risa.

—¡Hey, capi! —Saludo Ban, su mejor amigo. Meliodas, se alegró de verlo, pero aún así tuvo que fingir su sonrisa y saludarlo cómo se saludaban desde que tenían siete años—, ¿Por qué el gorro, capi? —Ban, curioso y divertido, no pudo evitar preguntarle, pues estaban en pleno verano y hacia un calor de horrores.

—Yo... Es para tapar un pequeño error

—No me digas, ¿Intentaste cortarte el cabello y te quedó chueco? Ya me ha pasado...

—Algo así.

«En realidad no le quedó ni un pelo fuera de lugar.» Pensó zeldris, muerto de risa internamente y tuvo que irse antes de estallar. Él adoraba su cabello.

—¿Si sabes que te van a pedir que lo quites en clase, no?

El antes rubio se pudo pálido. No. Meliodas no había pensado en eso. Antes de poder pensar en algo rápido la campana sonó y tuvieron que entrar. Necesitaba una excusa, una muy buena para que la profesora no le mandase a quitar el gorro. Tal vez podría hablar con ella antes de entrar. No, eso sería muy vergonzoso y ella no lo iba dejar quedarse con el gorro. Mientras más cerca de su salón estaba, más nervioso estaba Meliodas. Maldito fuera el momento en que él decidió hacerse el rebelde.

Al llegar al salón se fue a los últimos asientos y se encogió en su puesto buscando no llamar la atención. Estaba sudando frío. Cuando Elizabeth entró, él la vio. Su hermosa novia se sentó en los primeros puestos junto a Elaine. Hubiera deseado que ella se sentara con él, al menos ella lo consolaría. Y deseo tanto que ella estuviera a su lado para apretar su mano cuando la profesora lo miró con los brazos cruzados y negando. Oh, no. Tres padre nuestro y un ave Maria después la profesora caminaba hacia él.

—Joven, los gorros dentro de clases están prohibidos, ¿Podrías ser tan amable de quitartelo?

—Es que... No puedo.

Ahora todo el mundo lo miraba. Le pidió ayuda con la mirada a Elizabeth, ella lo miraba curiosa.

—¿Y por qué no puede, se le despeina el cabello?

Malditos Zeldris y Estarrosa por reírse. Esa noche se iban a quedar calvos también.

—Es que...

«Estoy calvo»

—Si no se lo quita tendré que sacarlo de clase.

Meliodas suspiró, no podía faltar a esa clase, era muy importante. Con lentitud subió sus manos a su cabeza y tragó saliva. Se quitó el gorro con los ojos cerrados y todo el mundo comenzó a murmurar. Cuando abrió los ojos la profesora volvía al frente mientras pedía silencio, pues ya muchos comenzaron a reírse. Meliodas miró a Elizabeth, que lo miraba enternecida, cómo si él fuera muy tierno. Con sólo una mirada, ella lo hizo sentir mucho mucho mejor.

El resto del día no pudo ver a Elizabeth, sólo compartían una clase juntos, pero estuvo con los pecados el resto del día. Ellos lo animaron haciendo bromas juntos, no se reían de él, se reían con él. Cuando les contó el porque lo hizo, ellos aceptaron que de estar en su lugar hubieran hecho lo mismo.

—Mira el lado bueno capi, ahora puedes decir que tienes una cabeza brillante.

Todos rieron, incluso él. Si era divertido.

Al final, cuando debía ir a casa, se quedó esperando a su novia. Se tomaron de la mano y comenzaron a caminar hacia la casa de la peliplateada. En el camino él le contó el porque estaba calvo.

—¿No crees que me veo mal o gracioso? —Meliodas no pudo evitar preguntarlo al final. Le ponía nervioso que ella no hubiera dicho nada.

—No —Negó ella, divertida—, de hecho te ves lindo, tu te ves bien cómo sea Meliodas, el hecho de que estés calvo ahora no te quita lo sexy y guapo que eres. Tampoco va a cambiar lo mucho que te amo, así que deja de mirarme con miedo y duda, no pienso burlarme y ni alejarte.

Meliodas, que sin saberlo no había respirado, finalmente pudo hacerlo. Por cosas cómo esas amaba a Elizabeth. Ella era amable, comprensiva, linda, astuta, directa y nunca decía nada para hacerte sentir mal. Ella era su pilar, porque sin ella, él podría derrumbarse. Ojalá hubiera hablado con ella antes de raparse, seguro que ella lo habría apoyado, pero también lo hubiese hecho entrar en razón. ¿Que haría sin ella? Seguramente moriría de ansiedad y estrés, o de comer su propia comida, quién sabe.

—Aunque... Admito que si fue algo inmaduro de tu parte, eh.

Ambos rieron, pero bueno, Meliodas puede llegar a ser muy inmaduro de diferentes formas.

(...)

A la mañana siguiente Estarrosa y Zeldris gritaron cómo niñas al verse en el espejo. Ahora, los tres hermanos Demon estaban calvos.


*

¿Les gustó? ¿Le ven futuro a ésta historia?

No iba a ser feliz hasta escribir sobre Meliodas calvo.

Si la historia con el tiempo tiene éxito y les gusta, tal vez saque el de Zeldris y uno de Elizabeth.

Cada comentario es un pelo para pegarle en la calva a Meliodas >:D

Y cada voto es un pelo para las calva de Estarrosa y Zeldris XD.

#Hoyporellosmañanaporustedes

LittleStar.

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