M de Meliodas

6. Imbécil, ella habla español.

1) Esos menores de 12 que no se leyeron el capítulo anterior (o lo leyeron, pero no votaron)... Qué orgullo me dan :'), yo a su edad no hacía caso y me leía la cochinada completa.

2) El capítulo correspondía a ayer porque fue cuando llegó a las sentencias vistas, pero yo no tenía saldo, sorry :p

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AU.

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Meliodas todavía recordaba la forma en la que había conocido a Elizabeth hace dos meses y se moría de vergüenza.

Aquel fatídico, pero hermoso día su hermano menor, Zeldris, lo había convencido de ir a una exhibición de arte en la ciudad donde vivían. Debió saber que algo malo o humillante le iba a pasar ese día cuando despertó con un terrible dolor de cabeza, ojeras más grandes que él, y con el cuerpo pesado y exigiéndole seguir descansando. Bueno, tal vez había sido porque al día anterior había hecho ejercicio después de muchos meses y se había desvelado jugando en internet. Pero el punto es que esa fue la primera señal.

La segunda fue la señora en tiktok que le leyó las cartas.

Las siguiente señales fueron (según él); cuando al bañarse se cayó de culo, cuando no encontraba una camisa que ponerse, cuando el cepillo se le quedó atascado en el cabello y cuando finalmente logró quitárselo le salió con un montón de pelo, cuando al comer le cayó salsa en la camisa y de mal humor tuvo que irse a cambiar, cuando no encontraba su otro zapato, o simplemente cuando al bajarse del auto se le quedó atascada la camisa y al sacarla tropezó y cayó de culo nuevamente.

Claramente con todas esa señales él sabía que debió quedarse en su casa, pero no lo hizo sólo por su hermano que le emocionaba ese tipo de actividades, pero que no iba sólo porque estaría más ocupado sintiéndose incómodo con tanta gente alrededor que viendo las pinturas.

Y aunque todo en ese día le salió mal, hoy día no se arrepiente de haber ido, nunca lo haría por mucha vergüenza que pasó.

Iba caminando junto a Zeldris cuando de repente una cabellera plateada y una voz suave y hermosa le llamó la atención. En el momento en que volteó para ver a la que más tarde conocería como Elizabeth, Meliodas se sintió cómo en una película. Todo a su alrededor se volvió más lento, veía sus labios moverse, pero alcanzaba a escuchar lo que decía, de hecho ya no escuchaba nada. Sólo podía verla a ella pasando casi frente a él mientras charlaba con una chica rubia. Meliodas sintió que se había enamorado a primera vista.

Dicen que hay momentos en los que el tiempo se detiene, y Meliodas lo confirmo en ese momento al verla por primera vez. Lo que no te dicen es que cuando se pone en marcha lo hace aún más rápidamente para recuperar lo perdido. Por eso, cuando Meliodas finalmente asimiló que una persona tan hermosa cómo ella fuera real, ya Elizabeth iba lejos junto a su amiga.

—¿Meliodas me estás escuchando? —Le llamó la atención su hermano.

Después de eso ambos siguieron caminando y Meliodas suspiró con pesar porque estaba totalmente seguro de que nunca jamás volvería a ver a tal diosa otra vez.

Para su suerte, estaba equivocado.

A la hora, cuando ya estaban a punto de irse Meliodas la volvió a ver, ella y su amiga la rubia estaban hablando animadamente, solo que no en español ni mucho menos en inglés, Meliodas no estaba seguro de en que idioma lo hacían, tal vez italiano por el acento. Escuchó a su hermano murmurar a su lado que la chica rubia era realmente hermosa, mientras él solo podía pensar en la peliplateada de caderas anchas, pechos grandes, piernas largas y blancas, y ese rostro que parecía hacerle competencia a Afrodita.

Y mientras ambos se quedaban mirándolas como unos idiotas embelesados, a Meliodas se le ocurrió una estupidez.

Atentos que acá es donde se humilla.

Meliodas comenzó a caminar junto a Zeldris con la intención de pasar al lado de ella y cuando lo hizo, momento justo donde ella lo miró a los ojos, él con un tono dulce y mirada calida, en español le dijo;

—La verdad, yo a ti te doy hasta por los oídos.

Elizabeth había quedado perpleja, pero le respondió a Meliodas, para su mala suerte, también en español.

—Cuando quieras.

Meliodas quiso en ese momento autodarse una patada en el culo de la vergüenza que sentía. Sabia que se había puesto rojo y había abierto grande los ojos. Mierda, mierda, mierda. Esa no se la esperaba. Se quedó allí parado como un idiota rojo deseando morirse en ese mismo instante (Si fuera por él ya se habría enterrado vivo) mientras ella lo miraba con una mirada sutilmente burlona y su amiga rubia (Gelda, por cierto) se aguantaba la risa. Zeldris, sin embargo no se aguantó la risa.

—¡Imbecil! Ella habla español —Exclamó entre risas, cómo si hubiera hecho falta que se lo recordara.

Después de eso Meliodas (cuando logró salir de su trance) se disculpó con ella. Ambos intercambiaron nombre y números de teléfono, y al día de hoy hablan por mensajes; Por la mañanas mensajes de como estaban, que hacían, que había de nuevo en su día a día, mandar fotos graciosas o random de sus caras, un par de coqueteos, y por las noches, cuando Meliodas se ponía calenturiento de verdad, pasaban a hacerse insinuaciones sexuales, y a decirse las cosas que querían hacerse.

También se habían visto un par de veces en personas, y la química era la misma. Tal vez, si en unos dos meses más seguían así de bien y Meliodas aún sentía todo lo que estaba seguro que sentía por ella (aunque algo le decía que ese sentimiento no se iba a disminuir, sino que iba a crecer), le pediría que fuera su novia (y ojalá ella le diera ese honor).

Pero en fin, aún así Meliodas aún sentía ganas de enterrarse vivo cuando ella o Zeldris bromeaban y le recordaban ese momento tan humillante para él.

*

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El siguiente capítulo vendrá cuando el capítulo anterior o éste llegué a veinte votos, o segundos antes cuando yo esté por subir un One-shotcierrapiernas que ando escribiendo 7u7.

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LittleStar.