12. Jugar bajo la lluvia.
Si había algo que Meliodas a sus ocho años amaba, era jugar bajo la lluvia. Era glorioso.
Recordaba lo bien que se sentían las gotas agua golpeando su cara, correr y resbalar en lodo sin preocuparse de que su madre lo regañara por ensuciarse porque de todas formas la lluvia lo ayudaría a quitárselo, saltar en los grandes charcos que se formaban en el suelo y beber el agua de lluvia aunque no debía. Hacer todo eso y sentirse libre, eran las cosas que a ese Meliodas hacían feliz durante aquellos años, a fin de cuentas era un niño, cualquier juego lo hacía feliz, pero principalmente ese.
Ahora, sin embargo, a Meliodas le encantaría volver a sentir ese sentimiento de felicidad al sentir las gotas de lluvia cómo en aquel entonces, porque en éste momento están cayendo contra su traje recién planchado mientras camina apresurado a su trabajo porque va tarde y no tiene un auto por desgracia.
Otro día más llegando tarde y mojado, ¿Cómo es que aún no lo habían echado? Simplemente no encontraba una respuesta coherente a eso.
—Buenos días Meliodas, ¿Otra vez te mojaste? —Pregunta Liz, la preciosa recepcionista que siempre lo saluda al entrar e intenta hacerlo sentir Cómodo, a su parecer ella era la única amiga que había logrado hacer en ese lugar. A la vez, le pasó una toalla para que pudiera secarse— Tranquilo, un par de años más de ahorros y creo que podrás comprarte tu propio auto.
—Gracias por el apoyo, Liz, ahora puedo estar más tranquilo sabiendo como podré comprarme mi primer carro en unos veinticinco años —Ella rió y él pensó que su risa era linda, tal vez si no estuviera enamorado de otra mujer lo estaría de ella. Suspiró e hizo la pregunta de la cual temía la respuesta—. ¿Ya llegó el jefe?
—Oh, si... Ten cuidado con lo que digas, está un poco irritable ésta mañana.
Meliodas le devolvió la toalla y tragó saliva, preparandose mentalmente para otro día más de trabajo insoportable.
—Me sorprendería el día que no esté irritado... Nos vemos a la salida.
Otro día más de trabajo insoportable recibiendo regaños de su jefe y haciendo mandados a casi todo el edificio, que por muy triste que suene, era la rutina de Meliodas, un triste asistente de ejecutivo con un jefe que se irrita fácilmente. Y sería bueno si al menos pudiera decir que ganaba bien, pero la verdad era que no. Al ser un simple asistente apenas ganaba lo suficiente para mantener su departamento y darse un que otro lujo. Al menos si no llegara tarde y mojado casi todos los días podría evitarse cosas cómo los regaños de su jefe.
El día seguía nublado cuando Meliodas salió, al ser fin de semana salía más temprano, por lo que podría reunirse con su hermano menor en la misma cafetería de siempre.
Zeldris no era más que un estudiante universitario de derecho que tenía más ojeras que tiempo libre y en realidad eso era algo más que tenían en común los dos hermanos. Él aún vivía con sus padres por lo que no podían verse seguido, sin embargo, todos los sábados iban a la misma cafetería a hablar de su semana y quejarse de sus vidas, lo usual. Y cuando Meliodas entró al local lo vió en la misma silla de siempre sentado mientras miraba hacia la ventana.
La razón por la que se reúnen en la misma cafetería era simple, todos los sábados a esa misma hora una de las estudiantes de último año de Medicina iba allí, y a Zeldris le gustaba.
—¿Cómo estás, hermanito?
—Mis ojeras tienen ojeras que también tienen ojeras, pero bien. El año ya va acabando, conmigo.
Meliodas no pudo evitar reír al sentarse, segundos después llegó la camarera y tomó sus pedidos.
—Y eso que apenas vas en el segundo año, ¿Piensas seguir chillando hasta que salgas de la universidad?
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M de Meliodas
FanfictionPorque la M es de Meliodas. También es de Menso, Matilda, Meteorito, Merlín, Mariposa, Moonbyul y Mapache, pero eso no importa, no venimos a hablar de nada de eso, lo único a lo que Meliodas le presta su letra es al Melizabeth. . . . (...) Son situa...