IX•┈❁Dinastías

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    DAMIANO HABÍA SIDO EL NOMBRE DE UNO DE SUS DOS HIJOS, el segundo había sido Camillo, y ambos habían nacido como gemelos en un parto que casi le cuesta la vida a Mellea. La partera aseguró que las dificultades del largo alumbramiento de casi un día eran debido a que era su primera vez, además de que habían sido dos niños en un lugar de uno.

    Demasiado agotada, Mellea no conoció a sus hijos hasta los dos días siguientes al parto. Lucrezia y Clarisa se habían encargado de que estuvieran al cuidado de nodrizas, pero también le mencionaron que Giuliano se había quedado con ellos la primera noche después de nombrarlos.

    Había sido más fácil encariñarse con ellos de lo que Mellea había pensado, tan pequeños como eran, cada parte de su cuerpo la llamaba a protegerlos, tenía esa necesidad sobre ellos, ante el frío o las miradas curiosas de extraños. La mortalidad en la infancia era alta, su propia madre había perdido a dos antes de que Filippo llegara a su flor de juventud.

    Muchos se habían sorprendido por los signos de parecido con el padre, como la nariz romana, los labios gruesos y los ojos azules de un color opaco, tan característico en la familia de los ex banqueros del papa. La piel olivácea y los cabellos castaños que iban aclarándose, incluso Lucrezia dijo que bien podían llegar a quedar de un rubio más oscuro con la edad, lo que la dejaba ciertamente feliz de saber que los gemelos sí eran de su hijo.

    Las visitas no le habían gustado a Mellea demasiado desde los primeros días, había estado sensible y apenas quería salir de la cama para estar con los bebés, así que demasiadas personas en una habitación la abrumaban. Había llegado a gritarle a dos que tres miembros de servicio y una vez a Sandro, comparándolo con un asno cuando hizo llorar a Damiano; se disculpó con todos, menos con el pintor, dado que él tampoco lo había hecho por golpear a Giuliano.

    Finalmente pasarían tres meses desde el nacimiento antes de que Mellea aceptara viajar a Turín para que tanto su madre como su hermano pudieran conocer a los nuevos miembros de la familia que oficialmente unían por sangre a los misteriosos D'andrea y los ricos Medici. Esa era la razón de viaje para quien preguntara, pero dentro de la familia, la visita era algo más que una muestra de sentimentalismo.

    —¿Y qué piensas decirle a mi hermano cuándo lleguemos? —Mellea se mostró elocuente cuando Vanni les avisó por la ventana del carruaje que se podía ver la entrada de la ciudad después de dos días de viaje, ya que habían estado haciendo paradas para comer y dormir en diferentes posadas.

   —Que pague lo que prometió en el contrato matrimonial—Giuliano respondió vagamente, ya que estaba hundido en su asiento mientras jugaba con Camillo a intentar atrapar su mano mientras el bebé lo cazaba con la mirada desde el regazo de Mellea.

   —¿Eso viene antes o después de sacar los estiletes?

    El rubio le sonrió con burla—Depende que tan agradable se comporte tu hermano, pero ante cualquier cosa, la ley actúa de nuestro lado.

MORIRÒ DA RE ─── Medici: Masters Of FlorenceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora