Trunks está muy decidido de su futuro, a pesar de su discapacidad y de las constantes exigencias de su padre, él logrará cumplir su cometido: convertirse en un fuerte y temible guerrero saiyajin.
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El corazón de Trunks se paralizó por completo al escuchar esas dos simples palabras "Gohan ha muerto". No supo qué hacer al respecto, si salir corriendo o destruir todo lo que estaba a su alrededor con tal de demostrar la ira que sentía por dentro. Pero en vez de eso, solo se dignó a irse volando.
Su madre junto a Mai intentaron detenerlo pero fue imposible.
El muchacho de melena lila se fue volando sin cesar hacia ningún rumbo aparente.
Por primera vez en su vida, estaba llorando. Se secó las lágrimas con la manga de su camisa. Tenía tantas ganas de desaparecer de la faz de la tierra, de "mandar todo al carajo". Pero no se atrevía a hacerlo. No quería hacer sufrir a su madre con su partida. Si lo revivían con la ayuda de las esferas del dragón eso no serviría de nada, porque él volvería a hacerlo.
"¡Todo esto es mi culpa!" Pensaba pasando a llevar todo a su paso, los árboles y algunos tejados de las casas. No le importaba nada, ni la ayuda de Mai ni de Goten, quienes seguramente lo habían seguido.
"¡Si yo hubiera estado ahí Gohan no habría muerto en manos de esos androides!" fue lo último que dijo, gritando de la ira.
Aterrizó en el techo de un edificio de una bolsa de comercio. Miró a su alrededor, todo estaba completamente despejado. Los pájaros casi ni cantaban, y juraría que en los edificios de al frente las ventanas estaban polarizadas para que nadie pudiera ver lo que haría.
No lo pensó dos veces y finalmente lo hizo: Desaparecer.
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El recurrente sonido de la máquina electrocardiograma lo sacó de su abundante sueño. Observó a su alrededor, sentía los ojos pesados. Las paredes eran blancas y el reluciente piso también, así que se percató de que estaba en un hospital. En su brazo derecho tenía conectado una sonda y en el otro también. Sus brazos estaban lastimados con moretones, rastros de sangre y pedazos de astillas.
Aquella no fue una buena noticia para Trunks, su intención no era sobrevivir a su intento de suicidio.
Escuchó los pasos de alguien acercándose a la habitación, era el doctor.
-Veo que despertaste muchacho -dijo el especialista examinando su ficha médica- Dieciséis años, sangre tipo A, intento de suicidio. Vaya, es el quinto caso de este mes -negó con la cabeza- Tuviste mucha suerte de sobrevivir, muchacho.
Trunks permaneció en silencio en todo momento. No tenía ganas de hablar.
Minutos después el doctor lo examinó junto con una enfermera. Todos los exámenes estaban bien pero uno de ellos no. De pronto escuchó la hilarante voz de su madre en el pasillo preguntando por la estabilidad de su pierna derecha.
-Señora, su hijo se lanzó desde un décimo piso -dijo el doctor- una de sus piernas no responde, así que temo que tendrá que quedarse una semana más en el hospital.
