-¡Mamá! ¡Mamá! -gritaba aquel jovencito, corriendo hacia una señora que se encontraba platicando con una anciana en la puerta de su casa.
Así gritaba, mientras corría con la energía que solo un niño de su edad es capaz de tener. La mujer que hasta hace poco conversaba con la señora mayor, al notar la presencia de su hijo, interrumpe el intercambio de palabras para dirigirse hacia el pequeño y recibirlo entre sus brazos, mientras este la abrazaba con fuerza.
Mamá... -el chico estaba temblando, pálido como la muerte misma, a lo que su madre hace lo que solo ella sabe hacer: calmar a su hijo con caricias y palabras de aliento. -Casi me pierdo en la niebla, mami -decía el jovencito, con su voz quebrada por el pavor.
Su madre siempre le había dicho a su hijo que permanecer en medio de la niebla o la neblina era peligroso; sobretodo en medio de la niebla, cuando la visión era más reducida aún, y podía terminar perdiéndose, lastimándose o algo peor.
-Hiciste bien en correr de la niebla, corazón -expresó su madre con un tono dulce, a la par que se agachaba para secar las lágrimas de su pequeño y darle un beso en la mejilla.
Pero mientras ocurría esta escena, la anciana que estaba hablando con la señora logra distinguir a lo lejos como un cúmulo de niebla se hace presente en la distancia, cosa que la inquieta de sobremanera. La señora mayor se levanta del sillón donde se encontraba cómodamente sentada, dirigiéndose hacia la señora y haciéndole un gesto sutil para susurrarle al oído lo siguiente:
-No se supone que la niebla se vea de esa manera.
Cuando la madre del chico dirige su mirada hacia aquel cúmulo de niebla que la anciana había observado, el pavor inundó su ser. Agarró a su hijo y salió corriendo hacia la vivienda, invitando a los gritos a que la anciana la siguiera a como diera lugar.
Y mientras corrían a refugiarse al interior de su casa, aquella niebla de color marrón cobre, que aveces se distorsionaba a un color amarillo mostaza, consumía vorazmente los terrenos por donde pasaba, ahogando a las personas que gritaban y caían al suelo, presas de una agonía inenarrable. Así estaba, dirigiéndose a aquella casa en la que tres pobres almas habían decidido refugiarse...
Gas mostaza: Se trata de un arma química que apareció por primera vez en el año 1917, durante la Primera Guerra Mundial. Se trata de un gas que no solo causa daños al ser inhalado, sino al entrar en contacto con la piel (y esto es mucho peor, siendo que ni siquiera la ropa o las coberturas pueden garantizar la protección). Los ataques con armas químicas a poblados civiles, así como su uso en general, se considera un crimen de guerra.
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100 Historias Cortas De Terror
Mystery / ThrillerADVERTENCIA: el contenido de los siguientes cuentos puede tocar temas que causan controversia, los cuales no buscan ser glorificados o enaltecidos. Además, se notifica que la descripción de algunas escenas o relatos son narrados de manera cruda y de...