Cuando era niño, ayudaba a mi padre con las tareas de nuestra granja. Hacía labores como darle de comer a los pollos, recoger agua del pozo, limpiar el estiércol, entre otras. Sin embargo, las tareas más duras no eran las que más odiaba; de hecho, la labor que yo particularmente aborrecía era la de vigilar el maizal durante las "noches de guardia", pues todas las noches veía como un hombre caminaba entre los maizales, aparecía a eso de las doce de la noche y desaparecía a eso de las cuatro de la mañana. No puedo describir con exactitud el tipo de ropa que aquel extraño individuo portaba, solo puedo decir que conseguía verlo a lo lejos porque la parte superior de su cuerpo se asomaba por encima de los campos de maíz.
Todas las noches lo veía, sin falta alguna, haciendo a un lado los cultivos de maíz con sus largos brazos, caminando sin rumbo por todo el campo. Aveces notaba que me observaba desde la distancia, o al menos eso sentía cuando dirigía su mirada hacia donde yo estaba.
Una mañana, luego de mi turno de vigilancia, decidí contarle sobre aquello a mi padre. En el fondo creía que no iba a dar crédito a lo que escuchaba y me iba a tachar de mentiroso; pero no fue así. Apenas terminé de contarle, mi padre mantenía una expresión de absoluto desconcierto, tomándome de la mano para guiarme hacia los maizales mientras me preguntaba si estaba seguro de lo que había visto.
Fue ahí cuando me di cuenta de algo que para ese entonces no sabía, algo que entendí perfectamente cuando mi padre y yo caminábamos por debajo de los maizales que se alzaban sobre nosotros...
Los maizales miden más de 2 metros de altura.
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100 Historias Cortas De Terror
Mystery / ThrillerADVERTENCIA: el contenido de los siguientes cuentos puede tocar temas que causan controversia, los cuales no buscan ser glorificados o enaltecidos. Además, se notifica que la descripción de algunas escenas o relatos son narrados de manera cruda y de...