Mañana siguiente: Karasuno

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Maldita sea, no puede ser que ni Daichi ni Asahi me contesten los mensajes y las llamadas

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Maldita sea, no puede ser que ni Daichi ni Asahi me contesten los mensajes y las llamadas. Al menos estamos en el mismo salón, así que... ¡Yo y mi manía de hacer bromas pesadas! Aunque Oikawa también tiene la culpa por tentarme. Si no fuera porque él quiso meterme en ese grupo, esto no habría pasado.

- ¡Suga-san! -Oh, esos son mis bebés.

-Yams. Hinata. -Los salude, al tiempo que esperaba a que llegarán a mi lado. -La práctica matutina no empieza hasta dentro de casi una hora, ¿qué hacen tan temprano? –

-Esperamos a nuestros novios. -Yams me contesto, y note lo nervioso que esta.

-Sí, pensamos que lo mejor es esperarlos desde temprano para que no puedan escapar. -Hinata agregó, más entusiasmado. - ¿Y tú, Suga-san? ¿Qué haces aquí tan temprano? –

-Lo mismo que ustedes, mis niños. -Afirme con un suspiro. -Mejor vamos a la sala del club, hace frio aquí afuera. –

Los tres caminamos juntos, y mientras esperábamos en el vestidor asignado a nuestro club, compartimos como nos fue con la broma.

-Tsukki suena muy enojado desde el teléfono de Kags. -Yams comentó, viendo los mensajes en el celular de Hinata.

-Cierto. -Asentí. -Es bastante sorprendente, considerando que no se llevan muy bien. –

Los tres charlamos y teorizamos como nos disculparíamos, hasta que los demás miembros empezaron a llegar. Nishinoya se unió a nosotros en nuestra diatriba sobre lo que nos paso ayer, y el resto nos ignoró a favor de hablar entre ellos.

-Que extraño, ya es casi la hora de entrar al gimnasio y Daichi-san no ha llegado. -Enoshita comentó, y yo lo voltee a ver.

Es cierto, Daichi no ha llegado... ni Asahi... ni Kageyama... ni Tsukishima...

-Niños, sé que tienen el corazón roto, pero si no van a ir a la escuela, al menos bajen a desayunar

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-Niños, sé que tienen el corazón roto, pero si no van a ir a la escuela, al menos bajen a desayunar. -La voz de la abuela de Asahi me despertó.

-Sí, señora abuela de Asahi-san. -Kageyama le contesto, desprendiéndose de mí. Cómo terminamos durmiendo abrazados, no tengo idea.

Amados EnemigosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora