Capítulo 11

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Estoy segura de que la paciencia que Dylan tiene conmigo no cualquiera la tendría. Tobías dice que mi chico correcto será aquel que logre soportarme unas cuantas horas sin quejarse, por eso insisto que Dylan es mi chico ideal. Él puede pasar horas conmigo sin quejarse...

Y yo sé que tienes miedo y no es un buen momento para ti. Y para esto que nos viene sucediendo—lo escucho respirar hondo, pero eso no logra callarme—. Pero eres para mí

Me muevo al ritmo de la música y lo señalo mientras sigo cantando.

Me lo ha dicho el viento. Eres para mí. Lo oigo todo el tiempo. Eres para mí.

—Lu...

Tú eres para mí, yo soy para ti.

—¿Ya acabaste?

—¿Disfrutaste de mi serenata numen?— me acerco al florero que está frente a una bella casa. Pido disculpas a la dueña y a la naturaleza, pero esta flor tiene que ser para mi Dylan, así que lo arranco.

—¡Lupe!

Sonrío mucho y se lo extiendo, al principio parece que va a negarse pero termina aceptándolo.

—Otra más para tu colección.

—No es necesario que robes, no es necesario que me des flores para empezar.

—Quiero hacerlo.

Guardo mis manos en los bolsillos de mi abrigo y vuelvo a avanzar, estoy ansiosa porque el frío se vaya. Quiero bañarme en el lago que se encuentra en el barrio de Dylan, llevaré un salvavidas, claro está. No quiero volver a estar al borde de la muerte.

Eres la persona que tiene ese, no sé qué. Que me tiene no sé como. Que me encanta no sé cuanto. Pero si me preguntas lo que siento no lo sé. Yo te amo, pero no sé exactamente que tanto.

Lo escucho reír y camina muy cerca de mí, de hecho, su brazo está pegado al mío.

—¿Por qué estás cantando? ¿Estás inspirada?

—Quizá, estoy emocionada por alguna razón.

Solo sonríe y también lo hago yo cuando veo que huele la flor. Tengo antojo de algo dulce. Besar a Dylan es una opción, pero quiero comerlo y dudo que Dylan se preste a eso.

—Lupe...

—¿Si?

—¿Conoces la canción: todo cambió de Camila?

—Sí... Todo el mundo lo hace, es un...

Espera...

Espera

ESPERA.

Volteo a mirarlo y él sigue centrado en la flor.

—¿Me estás dedicando una canción numen?

Asiente, pero parece darse cuenta y niega rápidamente, me es imposible no soltar un potente grito de la emoción sobresaltándolo y llamando la atención de las personas.

—¡No lo puedo creer!

—¡Lupe!— intenta taparme la boca con su mano, pero mi emoción es más grande y me zarandeo.

—Siento que voy a llorar, no me lo puedo creer, el chico de mis sueños me dedicó una canción y no cualquiera. ¡Una de amor! ¡Una que dice: y fue tan fácil, quererte tanto!

—¡Lupe!

Me pongo de puntillas y beso de manera fugaz sus bonitos labios. Se queda quieto solo observándome.

Dulce Corazón Donde viven las historias. Descúbrelo ahora