Capítulo 6

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Camino detrás de él, sé que no sabe que lo estoy siguiendo, tiene los auriculares puestos. Hay ya muchas personas en el colegio y el frío ha disminuido un poco, pero por la noche hará mucho frío. Coloco mis manos a mi espalda bajo la mochila.

Sonrío un poco mirando mis pies, me emociona estar con Dylan, él ni siquiera sabe que lo estoy siguiendo, pero yo estoy feliz solo siguiéndolo y pensar que hoy irá a casa para empezar con el proyecto me emociona mucho más. Papá estará ahí, lo bueno es que él no es celoso, Tobías sí lo es, pero papá no, aunque bueno, nunca lo comprobé porque no llevé a ningún chico a casa, pero cuando le preguntaba al respecto no me prohibía salir con nadie, solo decía que mi novio debe tratarme bien, le alegrará saber entonces que Dylan me trata muy bien.

Mi cabeza choca con algo, doy un paso atrás y miro arriba sobando mi cabeza, Dylan está observándome con una ceja enarcada. Le muestro mi bella sonrisa.

—Holis.

—¿Qué haces siguiéndome?— interroga sacándose un auricular.

—Quería estar contigo — resopla protegiendo sus manos en su bolsillo.

—Ni siquiera lo niegas.

—¿Para qué negar lo obvio? Por cierto, te traje esto—de mi bolsillo, saco un chupetín y se lo paso—. Disfrútalo.

—Si sigues trayéndome cosas dulces, ocasionarás que engorde.

—Haces ejercicio, estarás bien.

Sonríe abriendo el dulce, está especialmente lindo hoy, sus mejillas están algo sonrojadas.

—Qué bonito estás — murmuro, aparta la mirada llevando el dulce a su boca.

—Vamos afuera.

Empieza a caminar y felizmente lo sigo, hay silencio y tengo mucho por preguntar, pero me da cosa hacerlo, lo miro de reojo y esquivo a un grupo de personas. Hago un ademán de hablar, pero me quedo en silencio, no sé si querrá responder, me avergüenza un poco que haya tenido que ir tras Pau ayer, con quién por cierto intenté comunicarme, pero fue en vano, no respondió a ninguna, creo que incluso me bloqueó.

—¿Qué quieres saber?— pregunta Dylan, coloca sus manos sobre mis hombros y me guía a su izquierda, quedando él a la derecha donde pasan más personas. Esa simple acción acelera los latidos de mi corazón.

—¿Qué le dijiste a Pau ayer?

—Ah, eso, nada, no la encontré, ¿por qué? ¿Te molestó otra vez?

—Es que no lo hizo, aunque, no es como si me molestara, solo... Amenaza.

—Es lo mismo.

Salimos al patio y bajamos las escaleras. Me pregunto si no le molesta mi compañía.

—¿Me trajiste poemas hoy?— me mira sobre sus hombros y asiento, sonríe y termina de bajar las escaleras. Corriendo lo alcanzo. Nos sentamos en nuestro habitual banco.

—Traje algunos nuevos que estuve escribiendo ayer.

—Quiero leer.

Asiento y abro mi mochila, agarro mi cuaderno y se lo extiendo. Que lea lo que quiera.

—Estaba pensando en escribir otro libro, pero ya no de poemas, sino una novela. Un enemies to lovers.

—No sé qué sea el enemies to lovers, pero hazlo, yo puedo ayudar.

—Enemies to lovers es del odio al amor—me observa con atención cosa que me emociona. Normalmente, evito hablar de libros o de ideas nuevas para escribir con las personas, no a todos les interesa lo que tengo para decir, así que trato solo de seguir lo que están diciendo—. Es mi cliché favorito.

Dulce Corazón Donde viven las historias. Descúbrelo ahora