Capítulo 7

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—¿Cómo sería tu cita ideal?— papá enarca una ceja y se recuesta por su silla. Una pregunta inusual de su hija inusual.

—Bueno, teniendo en cuenta lo estresante que puede llegar a ser mi trabajo, querría ir a un lugar tranquilo con tu madre.

Asiento con lentitud, resulta que, no sé a dónde llevar a mi numen para una cita. Estuve mirando en Google lugares, pero mis ahorros no alcanzan.

—¿Por qué? ¿Quieres tener una cita con alguien?

—Invité a Dylan, pero no sé a dónde llevarlo.

—¿Por qué no van a...? ¿Qué le gusta hacer a él?

—Para eso es la cita, para conocernos más a fondo y saber esas cosas. No sé nada de él si me lo pongo a pensar.

—Entonces estaría bien que lo lleves a un sitio tranquilo, ¿qué te parece el parque mientras toman un helado?

Sonrío mucho, pero dicha sonrisa se desvanece al sentir un cólico horrible. Sí, me llegó la regla a quién por cierto no extrañé en lo absoluto, ¿quién extraña a este ser molesto?

—Uy, ¿ola roja?— pregunta y asiento poniéndome de pie, tengo que vestirme o llegaré tarde.

—Sunami rojo — murmuro, escucho su risa mientras corro escaleras arriba.

Últimamente, me arreglo de más solo para ver a Dylan, eso es lo que hago justo ahora. Después de colocarme un tampón allá abajo y ponerme el uniforme escolar, empiezo a arreglar mi cabello. Intento no ser tan perfeccionista como antes, mi tic es estresante, pero es necesario para impresionar a Dylan.

Cuando estoy lista me aplico perfume y agarro mis cosas. Sin mucho ánimo bajo las escaleras, al estar ya en la sala veo a mis papás dándose amor a través de un gran beso.

—Te amo — le dice papá en un murmuro que mamá devuelve encantada. De pequeña anhelaba tener lo que ellos tienen, pero a medida que fui creciendo fui cambiando de opinión, no quiero lo de ellos, quiero algo único y mío.

—¿Nos vamos?— murmuro, papá besa una vez más a mamá y luego de despedirme también yo nos vamos afuera. El viento frío solo empeora mi dolor de vientre.

—Si duele mucho, avisa a la enfermería para que mamá te retire.

—Está bien.

*******

Lo confieso, no busqué a Dylan hoy al llegar, no porque no quisiera, es porque tengo cólicos de muerte. Siempre las odié, pero justo ahora...

—Lu... — no me molesto en observar, sé que es él por su encantadora voz.

—Numen.

—¿Qué haces aquí sola?— arrastra una silla y se sienta frente a mí o la mesa mejor dicho.

—¿Me extrañaste no es así?— rueda los ojos y golpea sus dedos por la mesa.

—De hecho, te estaba buscando para hablarte acerca de algo.

—¿Qué es?

Muerdo mi labio inferior para ver si eso me ayuda a soportar un poco el dolor. Mi abuela en varias ocasiones me dijo que no me siente en lugares fríos porque eso me causa mucho dolor en épocas de periodo, no sé si tenga lógica o sea real, pero abuela, necesito de tus remedios.

—No podré ir contigo a una cita— me enderezo y frunzo el ceño.

—¿Qué? ¿Por qué?

—Empezaré a trabajar con un tío en un puesto de comida rápida los fines de semana. Entre semana sabes que no podemos porque los exámenes están empezando.

Dulce Corazón Donde viven las historias. Descúbrelo ahora