𝐝𝐢𝐞𝐜𝐢𝐬𝐢𝐞𝐭𝐞

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La chica que me hará vivir un infierno.
Eren Jaeger.
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Año 850
Días después del atentado contra el
titán hembra.
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Lo único que podía ver, eran las lágrimas de Annie bajando por montones, deslizándose por sus mejillas hasta llegar al mentón. ¿Por qué lloraba? ¿Por qué un monstruo como ella mostraba debilidad y tristeza en una derrota? No podía entenderlo, solo ver el momento en mi mente, con un sin de imágenes de ese día agotador. Mi cuerpo, tumbado en cimientos y acorralado por el miedo, mis amigos luchando sin esperar un milagro. ¿Yo era la esperanza de la humanidad? Las personas estaban esperando ese momento donde me levantara para pelear, pero aún así, no hice lo suficiente. Fallé, aunque me he jurado por tanto tiempo que no fallaría más, fallé. Así que, en la lejanía de este sueño que me abrazaba en la inconsciencia, solo sentía el roce de unos labios con el mío, en un suave tacto que me hizo danzar en las nubes a las que anhelaba algún día llegar para expresar el sentimiento abierto de una vida libre. La pesadez de mis párpados se esclarecía debido a una iluminación, podía sentir frescura de una brisa, me estaba levantando de a poco, para abrir mis ojos y ver un techo. Mi pecho subía y bajaba, haciéndome respirar hondo. Estaba bien, estaba vivo. Aún, nada de esto había culminado. Parecía ser el comienzo de un largo y cruel recorrido.

—Eren.—me levante, quedando sentado para visualizar en medio del reposo como Mikasa estaba sentada aún lado de mi, mientras que atrás en la pared se recostaba Jean cruzado de brazos, Armin me miraba de pie.—¿Te sientes mejor?—me preguntó ella, examinándome.

—Estoy mucho mejor de lo que esperaba.—respondí, aún exhausto.—¿Y Annie? Dime, ¿todavía está en coma?—pregunte, ante el recuerdo de su imagen que sucumbía mi sueño.

—Si.—asintió Armin, con pesadez en su hablar, dándome un semblante amargo y apagado, reflejando su derrota sentimental.

—Mierda. Fue una operación demasiado arriesgada y no obtuvimos nada.—masculló Jean, impotente y con molestia en su expresión.

—Logró proteger la información a toda costa. Es admirable.—añadió Armin, apoyándolo.

—Así es. Ella se escapó de nosotros.—añadió Jean, mirando como Armin asentía ante eso.

—Eren se lo permitió.—indicó, de una manera tan fría aquel joven de ojos azulados, haciéndome bajar la cabeza con pena.—¿No es así, Eren? Si no hubieras dudado...—murmuró, sentido.

—Así es, Armin no se equivoca, cuando vi a Annie, solo por ser ella, no pude hacer nada.—admití, de una manera amarga que me hizo liberar el peso de culpabilidad que había en mi.

—¿Qué estás viendo, Jean?—le preguntó Armin al joven con cara alargada que se acercó a la ventana, como si viera un destello a través de ahí.

—Ella nos ayudó. Si sus movimientos no hubieran sido los adecuados, estoy seguro que la mano del titán hembra me hubiera aplastado.—decía, pero no podía ver por la ventana, dejándome en blanco la duda de a quien se refería Jean, pero se veía, cautivado.

—Si, realmente Gianna es un soldado muy valioso para esta legión.—musitó Armin, haciendo que abriera los ojos en cuanto la nombró.—Eren, ¿ella te impulsó a que te levantaras?—se preguntó este, mirándome para así, sentir mis mejillas calentarse.

𝐒𝐎𝐔𝐋𝐒 ── 𝐄𝐫𝐞𝐧 𝐉𝐚𝐞𝐠𝐞𝐫 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora