Capítulo 11

31 3 0
                                    


—Está castigado.

—¿Cómo?

—Está castigado.

—¿Cómo?

—Está en su cabaña, no vendrá a la excursión, está castigado—Mi cara de incomprensión lo hace suspirar y sigue insistiendo— C A S T I G A D O.

—Sí, lo he pillado, pero ¿qué ha hecho para estarlo?

Hoy vamos a hacer una excursión por el bosque, pensé que sería un buen momento para continuar la charla de ayer por la noche con Andrew, me lo pasé bien y creo que puede ser un buen amigo. No creo que esté muy acostumbrado a tener muchas amigas sin ningún derecho a roce. Pero me gusta pensar que conmigo será diferente, se lo veía preocupado e interesado por conseguir que lo perdonase. Ver que realmente le importaba mi amistad fue la clave para que lo perdonara.

Aún me parece extraño que se esforzara por alguien como yo, una chica a la que nunca había mirado. Al menos, en la vida se había dirigido a mí, llevamos toda nuestra existencia siendo vecinos y no creo que supiera de mi persona hasta hace poco. Quiero pensar que ha abierto los ojos.

Las personas podemos cambiar, mírame a mí, yo estaba loca por él, hasta un punto que no era sano, en unos días he podido rectificar y ver que Andrew puede llegar a pertenecer a mi corto círculo de amistades.

Ver que está castigado me complica un poco la situación, hay pocos momentos que no esté con sus amigos para poder tener una conversación a solas. Y, por otro lado, no entiendo por qué está castigado, no recuerdo haberlo visto haciendo algo que no debía estos últimos días.

Nathan niega con la cabeza y me mira con una sonrisa irónica.

— ¿Por qué te interesa tanto saberlo? Pensaba que estabas enfadada con él.

—Ahora somos... Amigos.

—Amigos... —Se ríe de una manera que me molesta.

Me cruzo de brazos y lo atravieso con la mirada.

— ¿Se puede saber que te hace tanta gracia?

—Andrew no tiene amigas, a secas, solo tiene folla-amigas

—Vaya, pues parece que ahora sí que va a tener una amiga sin el "folla" delante—digo cada vez más indignada.

—Eso es lo que piensan todas al principio, dentro de unos días a ver si opinas lo mismo, morena.

Acabo por indignarme del todo y, pese a que no me ha respondido a mi pregunta inicial, decido que seguir hablando con él no me va a servir de nada. Solo suelta barbaridades. Habla como si no pudiera escoger yo misma lo que hago de mi cuerpo. Admito que si Andrew quiere que haga algo me va a ser difícil negarme a ello. La parte obsesiva de mí a veces sale a la superficie, pero mi dignidad ha subido unos escalones más, posicionándose en la delantera.

Me dirijo hacia mis amigas para desahogarme de lo ridículo que es este chico, es indignante.

Para cuando empieza la caminata me he desahogado lo suficiente como para sentirme mejor y poder disfrutar de la naturaleza.

Me encanta poder tener unas amigas con las que poder contar y que puedan escucharme y aconsejarme. Sin ellas me hubiera hundido muchas veces. No necesito perderlas para darme cuenta de que, sin ellas, estaría perdida.

El sol brilla fuerte en el cielo, las hojas de los árboles parecen brillar bajo él y el viento las acaba sacudiendo. El sonido que producen al chocar unas con otras me relaja y me siento más libre y capaz de todo.

Sonrisa irónicaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora