Noto mis labios presionados por otros, se siente muy bien, estos son mullidos, parecen un algodón de azúcar. Sigo explorando este terreno desconocido y descubro que tienen sabor a menta. No me molesto en abrir los ojos para destapar quién es, prefiero seguir en el anonimato.
Nuestro beso es interrumpido por alguien, pero no nos separamos, hasta este momento no he podido notar la colonia intensa y masculina que en este momento se ha colado por mi cuerpo y corre por mis venas.
—Clair... —Oigo, como pronuncia mi nombre.
No puedo detectar muy bien a quién pertenece esta voz, así que intento adivinar su propietario.
—¿Andrew?—digo en apenas un susurro, aún con sus labios a pocos centímetros.
—¿Andrew?—cuestiona él, siento su aliento chocar con mis labios—¿Qué cojones?
Después de esta última interacción noto una sacudida que empieza en los hombros y me despierta cada fibra del cuerpo.
Abro los ojos de golpe y levanto la cabeza rápidamente. Mis neuronas se acaban de despertar cuando me golpeo la frente con una superficie dura.
Me quejo por el dolor y me doy cuenta de que permanezco en mi cama y realmente mis labios siguen siendo igual de vírgenes que el día anterior. En realidad la fragancia que sentía y el olor a menta permanecen a Nathan.
Me tapo los ojos con la palma de mis manos, la luz parece ser la mayor destrucción para mi vista.
No entiendo por qué está en mi cabaña ni tampoco comprendo cuál es el motivo por el cual me han despertado tan temprano. Seguramente son las seis de la mañana. No tengo mucho tiempo para hacerme preguntas, ya que, el chico que está delante de mí se explica:
—Son las ocho, he llamado a la puerta durante un buen rato y como no contestabais he entrado. En media hora tenéis que estar en el comedor, como es el primer día van a explicar las normas—dice en tono autoritario—. Despierta a tus compañeras y sed puntuales, no soporto los retrasos.
Llegados a este punto, puedo afirmar que todo lo que hacía apenas unos segundos parecía tan real, no era más que un sueño.
Al final resulta que la mayor de mis pesadillas ni ha llamado a la puerta como me temía, sino que se ha tomado el derecho de entrar sin permiso.
Cuando me quito las manos de la cara para poder enfrentarlo y preguntarle por qué no ha despertado a las otras en vez de a mí, ya se ha ido. Miro el reloj y... Genial, tengo treinta minutos para prepararme.
Apoyo los pies en el suelo y abro los ojos. Las camas que, el día anterior, estaban vacías hoy ya no es así. En una de ellas está Melisa, en cambio, en la otra hay una chica morena con el pelo extremadamente rizado. No sé quién es, pero me suena su aspecto.
Sacudo a Meli por el brazo y, a causa de lo que estaba soñando, se asusta tanto que, al despertarse, pega un salto y, del impulso, se cae de la cama. El ruido que genera hace que la otra chica se despierte.
No nos importa que haya una tercera persona en la habitación porque cuando acaba de abrir los ojos, las dos nos ponemos a chillar, y no de miedo precisamente. Es la primera vez que nos vemos después de estar un año separadas, siempre que nos reencontramos armamos un escándalo.
Me lanzo a sus brazos y empezamos a hacer la croqueta por todo el suelo.
—Por fiiiiin—grita Melisa alargando la "i" exageradamente.
Ella es la más tranquila de las dos, siempre mantiene la calma y me ayuda cuando me motivo más de la cuenta. Pero en estos momentos no hay sitio para la serenidad.
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Sonrisa irónica
Teen FictionClair siempre ha estado enamorada de Andrew Hoffman. Andrew parece perfecto, pero para Clair, tiene un pequeño defecto, siempre ha pasado de ella. Este es su secreto, pero la realidad es que todos conocen su mayor obsesión, incluso Nathan, el otr...