31 de octubre
Miro como Camille da vueltas entre los brazos de Liam con una sonrisa radiante, ojalá sus ojos brillaran así siempre. Solo él es capaz de hacerla destellar, me atrevería a decir que su felicidad es capaz de unir constelaciones e incluso el cielo entero.
Yo, por mi parte, sigo sentada en la silla de mi mesa esperando que algún milagro ocurra y pueda escaparme ya de este sitio. Aquello que parecía divertido se está convirtiendo en una tortura. Mi amiga se ha ofrecido a ser mi compañera de baile, pero yo me he negado por dos razones. Principalmente, no quería que se perdiera la oportunidad de poderlo hacer con el chico que es capaz de bajarle las estrellas para hacerle sentir única. A más, me parecía vergonzoso tener que bailar con mi amiga porque nadie quiere hacerlo conmigo. Pero viéndolo ahora, me he dado cuenta de que quizás no era tan mala idea, en este momento soy la única que no tiene con quien bailar en la fiesta de Halloween.
He estado hablando con la señora Hoffman mientras los padres aún seguían en la sala, pero hace apenas unos minutos, han abandonado la estancia para "darnos más libertad". Consiguiendo así que me quede sin distracción.
Hablar con la madre de Andrew ha sido agradable, me ha hecho sentir cómoda. Por ser una mujer que maneja mucho dinero, puede parecer que es reacia a hablar con alguien como yo, pero nada que ver, se ha mostrado abierta a tener una conversación conmigo. Puede que se haya dado cuenta de mi soledad y haya querido remediar este pequeño incidente.
Las puertas del gimnasio del instituto se abren y Nathan Hoffman entra en la pista de baile mientras alza la cabeza buscando algo en especial. Viste una chaqueta de traje que parece hecha a medida. Debajo de esta se encuentra una camisa de manga larga de color blanco que marca su figura trabajada. Sus ojos se detienen en mi posición y mi pulso se acelera con cada paso que da en mi dirección. No creo que haya entrado en la sala para buscar a alguien como yo, ¿no? Giro mi cabeza buscando a otra persona que no acabo encontrando, puede que sea miope y me esté confundiendo con alguien más o puede que...
—Clair—Su profunda voz interrumpe mis pensamientos, confirmando que ve perfectamente.
—Nathan—correspondo.
Se aclara la garganta, se le ve nervioso.
—¿Quieres bailar?
—Si querías que sonara elegante no lo has conseguido.
—¿Sería tan amable de concederme un baile señorita Davis?—corrige.
No es muy difícil llegar a la conclusión de que realmente quien le ha pedido que baile conmigo es su madre. Siempre he llegado a pensar que Nathan nunca obedecería a su madre si eso implica perder parte de su reputación. Pero este hecho me está planteando reconstruir mi teoría. Puede que a Nathan le de igual la reputación, o puede que adore lo suficiente a su madre como para obedecerla sin poner objeciones o, incluso le he podido dado pena.
Sea cual sea la respuesta nunca lo voy a saber, así que me levanto del asiento y acepto su propuesta, olvidándome completamente de los estereotipos y esquemas de este instituto.
Esto no es como en las películas, no empieza a sonar una música más lenta ni las luces se tornan más opacas. Pero puedo afirmar como las cosas parecen pasar más lentas a mi alrededor cuando Nathan me agarra por la cintura y acerca su cuerpo al mío.
Él no es Andrew y, a pesar de que en un principio he pensado en su hermano, no he podido evitar que esa imagen se esfumara de mi mente. Mi subconsciente ha querido grabar este momento como lo que es. El hermano de pelo oscuro es quien ha decidido sacarme a la pista, independientemente de cuales sean sus motivos, no el rubio.
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Sonrisa irónica
Genç KurguClair siempre ha estado enamorada de Andrew Hoffman. Andrew parece perfecto, pero para Clair, tiene un pequeño defecto, siempre ha pasado de ella. Este es su secreto, pero la realidad es que todos conocen su mayor obsesión, incluso Nathan, el otr...