Especial Navidad

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Edad: siete

Últimos retoques y... ¡Listo!

He acabado de hacer las figuras con la masa que me quedaba, ahora solo falta calentarlas. Miro el reloj y confirmo que aún quedan unas horas para que mi madre llegue a casa, voy con tiempo de sobra para acabar con mi plan. Espero no quemar la cocina, a pesar de que ya practiqué esta receta el año pasado con mi abuela, no creo que una niña de siete años esté muy capacitada para realizar unos dulces sin peligro.

Me siento en el suelo admirando mi obra maestra ya puesta en horno y sonrío imaginándome a Andrew abriendo la puerta e ilusionándose por encontrar una cesta con galletas en forma de corazón dentro de una cestita. He pensado en poner una carta con un pequeño escrito deseándole unas buenas fiestas firmado con mi nombre, pero prefiero quedarme en el anonimato.

Alguien llama al timbre y al principio me asusto pensando que pueden ser mis padres que han salido de antes del trabajo porque es Navidad. Pero luego me acuerdo de que ellos tienen llaves y no utilizarían ese botón para pedirme que les abriera la puerta.

Corro al recibidor para mirar por la mirilla con la ayuda de una silla del comedor para poder llegar correctamente. Con mi gran visión puedo identificar un gorrito rosa con un pompón en la punta muy gracioso. Me aparto de la superficie de madera para girar el pomo consiguiendo así que la personita que está detrás de ella pueda pasar.

—Hola amiga.

—Hola Camille—digo con una sonrisa.

Viste, como siempre, siguiendo la moda. De hecho, lleva puesto un jersey muy adorable donde destaca un reno, claro símbolo de las fechas en las que estamos. Me encantaría poder tener el armario de mi amiga, tiene todo lo que te imaginas y más.

Le agarro la mano y la arrastro hasta la cocina, no quiero que se me queme mi postre, entonces sí que armaría un escándalo.

—Vaya, así que al final sí que le has preparado las galletas.

—Sí, ayer tenías razón, si quiero impresionar a un chico primero tengo que ganarme su estómago.

Camille es mi mejor amiga del colegio, he estado toda la vida con ella y los momentos que hemos pasado en el recreo o el parque que hay en mi barrio han sido los mejores de mi vida. No tengo mucha experiencia con mis escasos siete años, pero estoy segura que se va a quedar a mi lado por mucho tiempo más.

Esas fueron las Navidades en las que inauguré mi preciada tradición de dar galletas a la familia Hoffman.

☀ ☀ ☀


Edad: 10

—Pues eso que le he dicho a Alex que me daba mucho asco darle un beso y me he ido corriendo. ¿Crees que lo he hecho muy mal?

—No te preocupes tanto, Camille, hay muchos chicos en este mundo. Si no te has dado tu primer beso con él, seguro que se te aparecen muchas más oportunidades.

—Sí, tienes razón, aún somos muy pequeñas.

—Cuando se lo cuentes a Melisa va a flipar, después le escribimos una carta para contarle todo el chisme—Doy una palmada para llamar la atención de mi amiga—. Pero, por ahora, basta de cháchara, tengo una cesta con galletas que entregar.

Camille baja de la encimera donde estaba sentada para seguirme el paso hasta la casa de los vecinos. Como ya es costumbre, dejo este pequeño obsequio a los Hoffman. Normalmente suelen tardar una semana en retornarme la cesta de mimbre con una carta agradeciéndome el esfuerzo. Suele ser algo así:

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⏰ Última actualización: Dec 25, 2022 ⏰

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