❄️C.7: Balas de invierno❄️

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CAPÍTULO 7

❄️ Balas de invierno ❄️

❄️

En general no sueño a menos que sean pesadillas, hace un tiempo Obsidiana me ayudó a evitarlas con su magia, pero es gracias a esta nueva relación que tengo con mi brujo punk que ya casi no tengo que pasar por esos malos sueños. Es extraño el nivel de conexión al que hemos llegado, nunca creí poder confiar en alguien al nivel de arriesgar mi vida tan imprudentemente. Sé que no es mi guerra, sé que podría apartarme de esto en cualquier momento y ni siquiera Kai me lo cuestionaría, mucho menos me detendría; apuesto que hasta le tranquilizaría al muy bastardo; sin embargo, no puedo. No puedo dejarlo solo, no quiero, no podría respirar sabiendo que pude hacer algo y no lo hice, y que además ese "algo" terminara cobrándose la vida de este caótico bruxa, lo amo demasiado, no puedo abandonarlo para salvar mi vida por unos meses o años más. La muerte ya me puso cuenta regresiva. Mi lealtad es solo amor disfrazado, no es que no tema morir, es solo que no es tan grave si lo hago salvándole, le debo la única felicidad plena que he tenido en mi existencia.

Mhatrios y Ace confían en que les ayudaré con sus planes ocultos, no creen que mi brujo tenga la capacidad de enfrentarse a Pietro y sobrevivir.

Lo entiendo, yo tampoco sé cómo pretende enfrentar tamaño mal, pero le confío mi vida aunque sé que me está omitiendo medio plan.

Desde un principio tuvimos esta extraña conexión que nos unía, una especie de confianza y lealtad extremas. Con el paso del tiempo se hizo cada vez más obvio, como el hecho de que estábamos enamorados el uno del otro, para entonces esa conexión ya era inquebrantable, y es por eso que siempre sé cuando algo no anda bien, como ahora.

Un dolor en el pecho me obliga a incorporarme en la cama intentando coger la mayor cantidad de aire posible, me despierto por completo con la amargura de un mal presentimiento en el cuerpo; por lo general, Kai ya está a mi lado con los ojos abiertos y alertas, preguntándome si estoy bien o qué puede hacer, así que por costumbre me giro para decirle que no pasa nada y me encuentro una terrible imagen: Mi punk está acostado con los músculos tensos, suda en frío con ambos ojos abiertos en blanco, sobre él está ese hijo de puta que a duras penas puedo distinguir, a pesar de lucir como una bestia de pelo largo blanco y puntas rojas sé que es él, sé que es Pietro porque puedo sentir en las entrañas ese miedo y asco que me produce. Es apenas una imagen transparente y borrosa, como hecha de humo suave de incienso, casi irreal. Pero está sobre mi rey callejero, ¡y nadie se mete con Kai si estoy cerca!

Alzo mis defensas con una ligera variación, no la he puesto en práctica más que cuando ataqué a mi brujo para defender a Kaithias, y eso fue de mala gana. Concentro toda mi barrera en la palma de la mano derecha aunque me deje expuesto, intento enfocarme en la translúcida figura demoníaca que descaradamente le lame el cuello a MI chico; cargo la energía suficiente y la disparo como una maldita bala de cañón. Pietro desaparece por un momento, su figura se alza en un rincón de la habitación, su hombro se ve herido, quemado. Me levanto de inmediato y vuelvo a cargar, esta vez con ambas manos, dos tiros le dolerán más aún a este hijo de puta. Me mira confundido y sorprendido, apenas visible.

Kai se despierta tosiendo, ahogado, rueda hasta el piso intentando volver en sí. De reojo noto que su glamour no está, y el miedo que me provoca Pietro cambia por repulsión, ese malparido lo estaba atacando en sueños, ¡lo haré añicos!

— ¡Jodido perro fiel! ¡Te haré pedazos apenas te ponga las garras encima, hechicero! — me chilla furioso, cayendo en la cuenta de mi ataque —. Es la segunda vez que me quitas mis juguetes, marica. No habrá una tercera.

— Quedate quieto, perra, y te probaré que no habrá una tercera — disparo nuevamente, encolerizado.

NADIE toca a mi Kai, y si fue capaz de embarazar a Lorena desde ese mundo, no quiero ni enterarme de lo que le estaba haciendo a MI novio. Lamentablemente solo uno de los tiros impacta en su cuerpo, el otro se revienta contra la pared sin causar ningún tipo de daño físico, con suerte una ventisca. Gruño de frustración, se escapó... aunque el olor a carne quemada que flota en el aire me pone de buen ánimo.

— ¿Kai, estás bien? — pregunto volviendo a cargar mis palmas, nada me asegura que ese malparido no esté cerca —. ¡Kai! — le grito girándome ligeramente para verlo de reojo.

Aún tose sobre el suelo, su respiración sigue agitada y está empapado en sudor. Yo sigo alerta, buscando a su putrefacto medio hermano, quiero desmembrarlo.

— Tra-tranquilo, ya no está — me habla Kai entre tos y jadeos. Bajo mis manos anulando las "balas de invierno", corro hasta él para ayudarle alzando nuevamente mis defensas como una cúpula.

— ¿Cómo mierda pasó esto? ¿Estás bien? ¿Qué mierda te hizo? — estoy furioso, mas su rostro tiene un semblante de alivio tan grande que me serena un poco. Apoya su espalda contra un costado de la cama con la respiración fallándole aún, esboza una sonrisa amplia antes de cogerme firme de la remera y atraerme hasta él para besarme, la sorpresa me obliga a apartarme confundido —. ¿K-Kai?

— No tienes idea de lo oportuno que fuiste, un minuto más y me violaba, te lo juro, ese hijo de perra es más torcido de lo que me había imaginado — ¿qué? No acabo de entender, su sonrisa de alivio sigue marcada a pesar de su respiración agitada y sus jadeos cada tres palabras —. Por Hécate, soy su medio hermano y me quería en cuatro patas rogando... Te amo, Matt. Me salvas hasta la honra, amor — comienza a reír mientras yo me encolerizo hasta la histeria.

— ¿¡Que te quiso hacer qué!? — le ladro encima perdiendo toda la compostura.

— Pero no alcanzó — me vuelve a besar, ¡yo solo pienso en quemar vivo a Pietro! —. Gracias a ti — sigue con esa sonrisa boba y tranquila en el rostro como si lo que acabara de pasar fuera solo un tropiezo, un simple "ups, creo que este perro me quiere morder, pero tú impediste que lo hiciera". Que le baje el perfil me enoja, pero no tanto como la ira que siento hacia ese bastardo monstruoso, ni siquiera sus amenazas para conmigo me importan.

— Lo destruiré por partes — comento fríamente.

— Tranquilo, ya estoy bien.

— Lo quiero despedazar por partes, NADIE te pone una mano encima si yo estoy cerca — estoy tan furioso que quiero romper algo, aprieto los dientes hasta que rechinan... entonces siento la cálida mano de Kai acariciarme la mejilla izquierda. Su mirada contiene tanto amor que me distrae.

— Eres realmente mi ángel guardián, Matt. ¿Cómo no voy a amarte? Si hasta es sexy escucharte tan molesto por mi seguridad.

— ¡Kai, ponte serio por la mierda! — y entonces se echa a reír a carcajadas.

El Brujo y El Muro: Cuando el espejo se quiebra (libro 3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora