🌿C.6: Pesadilla🌿

3 1 0
                                    

🌿 Pesadilla 🌿

🌿

¿Dónde estoy? Mis ojos demoran en acostumbrarse a la casi total oscuridad del lugar, entonces noto que aquella negrura es una simple ilusión, está plagado de velas, solo que sus llamas son negras y en vez de producir luz, se la tragan. Parece que estoy en una especie de catedral, la altura del lugar y las dimensiones de sus pilares son descomunales, a pesar de lo difícil que es ver sé que está todo muy adornado, estilo barroco con molduras decoradas en exceso con oro, las columnas están talladas con un horror vacui tremendo. El piso es de mármol y todo lo que no es el blanco suelo o el dorado oro, es rojo sangre... como las velas de llama negra. Mis pasos resuenan por el gran lugar con un eco que se pierde en el infinito, vago por los pasillos hasta que noto que el suelo ya no es de mármol, o al menos luce manchado. Un horrendo presentimiento me ataca, me acerco a las paredes y el olor metálico inunda la colosal catedral, no es pintura roja, es sangre, todo lo rojo es sangre. Me pongo en alerta al instante, entonces un sonido me llama a lo lejos, lo sigo hasta que se vuelve nítido, son gemidos y jadeos sexuales. Apuro el paso dándome de cara contra una puta puerta negra de cuatro metros de alto, siento que pesa una tonelada al forzarla, y una vez a dentro, mi cara se desencaja de odio. Esta mierda es una pesadilla, estoy dormido, encerrado en este maldito mundo. Frente a mí está el hijo de puta de Pietro cogiéndose a una ilusión demasiado detallista de mi Lorena sobre una cama negra con telas más negras aún, unos candelabros púrpuras alumbran la horrenda escena, la habitación es gigante y para cuando llego corriendo solo está la cama, como si se hubieran desvanecido en humo.

— Vamos, puto. ¿¡Dónde te escondes!? Eres un maldito incubus, obviamente esto es obra tuya — le grito, sé que encontró alguna manera de meterse en mi mente a través del jodido mundo de los sueños.

Por eso mismo odio dormir demasiado o soñar, él es un demonio y estoy en su territorio, esto es grave.

— ¿Te gustó el numerito? — se burla sin que pueda encontrar dónde está.

— Da la cara, hermano — la última palabra va cargada de asco.

— ¿Qué dé la cara? Eres tú el bastardo que se esconde en alguno de esos malditos antros bloqueados con muros mentales que tienes por todo Berlín.

— Lorena está muerta, no tienes nada más que hacer que morirte en vida, ¿por qué no dejas a tu putrefacto cuerpo descansar en paz? — como no puedo controlar este sueño, mi apariencia no es la humana de siempre, este malnacido me quiere en mi real cuerpo, los mechones largos me cubren la cara, así es que hurgo entre mis bolsillos y extraigo una cuerda corta para amarrarme el pelo fingiendo despreocupación.

— ¿No te gustó el recuerdo de cómo me cogía a tu hija? O mejor dicho, mi hija.

— Vamos, ¿qué quieres? No puedes hacerme mucho aquí.

— ¿Qué tal esta escena?

Frente a mis ojos aparece Matt adornado como si fuera una joya de harén: telas azul-verdosas caen desde sus caderas, torso descubierto decorado con delicadas cadenas de oro que arman una red que parece hecha de hilos dorados fabricados por hadas, una corona de ramas de bronce con hojas color verde esmeralda reposa sobre su cabeza. De pronto siento el raro impulso de querer arrodillarme ante esta imagen semidivina de él. Me mira despersonalizado, como si no tuviera alma, no es mi Matt, es solo una ilusión, me quedo en mi lugar sin hacer nada, tengo que salir de aquí AHORA.

Un chasqueo de dedos resuena en eco, una cadena gruesa aparece desde el techo y coge a este Matt por las muñecas, dejándolo en una posición bastante vulnerable; esto no pinta bien, y no me equivoco. Mi mortífero medio hermano aparece tras la ilusión de mi chico, él tampoco luce oculto tras su apariencia humana, es él en persona. Tiene el cabello largo como el mío, aunque blanco como la nieve hasta las puntas que son rojas como la sangre, sus ojos son completamente carmesí, sus colmillos largos son perlados y su lengua bífida es dorada y metalizada. Como yo tengo las terminaciones de mis puntiagudas orejas y extremidades de color y tonos verdes oscuros, la blanca piel de mi hermanastro termina en tonos escarlatas y sus garras son de un rojo oscuro muy intenso. También posee una cola delgada y larga que termina en un aguijón como el de un escorpión, los tatuajes sobre su piel también son dorados, y aunque lo odio, estoy en su territorio, el territorio de un incubus, así que no negaré que me parece hermoso, tentador... tengo que salir de aquí antes de que logre seducirme una abominación como esta.

El Brujo y El Muro: Cuando el espejo se quiebra (libro 3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora