🌿C.8: Hexengift🌿

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🌿 Hexengift 🌿

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Caminamos por las frías y húmedas calles de Berlín, gracias a Amelia recuperamos algo de ropa más a nuestro gusto, sinceramente no quería ir a pelear contra un demonio vestido con un par de pantalones que me quedaban cortos y una camisa que era demasiado grande. En cuanto le confesé a mi mano derecha contrabandista que habían quemado mi casa, la mujer suspiró aliviada de que me hubiera desvinculado de "los negocios" o probablemente habrían atacado los galpones... aunque yo aún temo que lo hagan si no hago algo pronto.

Matt se peina el pelo hacia atrás y se acomoda mejor su abrigo negro. Delgado y todo me encanta verlo vestido de negro, este chico exuda elegancia y los tonos oscuros solo lo realzan. Ambos llevamos puestos unos botines a los cuales les inscribí unos sigils, algo así como símbolos mágicos, en las suelas. Mientras más protección tengamos, mejor.

— Déjame ver si entendí bien — se detiene en medio de la acera, desabrochando los botones de los puños de su camisa —. ¿Iremos al antro donde están los aliados humanos de Pietro, los "neutralizarás", nos vengaremos de Isabella y luego esperaremos a que él venga a nosotros mientras los demás llegan, si es que llegan? — me mira un momento, después corrige la postura de su cinturón sobre los jeans negros que tan bien le vienen, está nervioso —. Ah, y sin olvidar que mañana debería ser el fin de todo este enfrentamiento, cuando aparezca el puto de Pietro y lo encerremos en las jaulas-cristal, y todo esto si es que no nos mentiste con tu plan, cosa que no creo... ¿Algo más? — a pesar de todo, el maldito chiquillo me sonríe con una calidez preciosa.

— Así es. Si derroto a esos humanos ahora, no tendré que preocuparme por ellos mañana. No volveré a subestimar las "alianzas humanas" de este hijo de puta, ya perdí demasiado por no tomarle el peso a cada ficha en este jodido ajedrez — lo veo en sus ojos, puedo ver cómo le molesta que me culpe de todo, así que agrego con un tono más jovial —. Sin olvidar que tendré casi todo un día para descansar antes de tener que recibir la paliza de mi vida.

— Ah, ok. ¿Madre Jengibre está de acuerdo con esto?

— Oh, olvidé decírtelo. Ella está muerta — el ojiverde se pone serio —. Ya te lo dije, no podemos vivir mucho sin nuestras perlas, la de Gretchen era mi padre, yo maté a mi padre y su magia comenzó a abandonarla... así que antes de desvanecerse por completo me legó lo que le quedaba.

— Espera un momento... ¿¡Te legó poder!?

— Yep.

— ¿¡Por qué diablos no me dijiste nada!?

— ¿Y tú desde cuándo sabes lo de las herencias de magia?

— Dah, ¿que parte de leerme casi toda tu biblioteca no te quedó claro?

Obviamente no le digo nada sobre el asuntito de que mi cuerpo está literalmente en su límite, es mejor así, después me las arreglaré con eso.

Treinta minutos después llegamos a una fabrica ubicada en la periferia norte, en su sótano aguardan soplones y aliados de mafiosos a los que destruí, un antro lleno de ratas dispuestas a morderme exclusivamente a mí. Le pido a Matt que encierre con sus cúpulas el lugar y que me espere en la primera planta, si algo sale mal y necesito su ayuda lo llamaré, esta vez no me obliga a jurárselo y ese pequeño gesto me enamora aún más... confía por completo en mí a pesar de todo.

— ¿Sabes que esto es una trampa, cierto? — la preocupación en sus pupilas es evidente, su respiración agitada lo comprueba.

No digo nada, asiento dejándolo solo en el amplio lugar antes de bajar por unas escaleras de emergencia. Me armo con un par de dagas que hago crecer de unos frascos diminutos; magia verde, de joyería y de protección mezcladas para potenciarlas al nivel de poder hacer crecer armas a partir de semillas y cristales... antes me demoraba meses en crear uno de estos objetos, ahora puedo hacerlos en un día. De todas formas llevo una pistola al cinto y unas ganas de partirles la madre a todos, por cada paso que desciendo recuerdo una víctima que este enfrentamiento se ha cobrado. Me cubro con glamour al punto de casi hacerme invisible, no debo de verme más que como una sombra por el rabillo del ojo, una simple "ilusión óptica".

El Brujo y El Muro: Cuando el espejo se quiebra (libro 3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora