❄️ La Perla del Bruxa 🌿
🌿❄️
— Mhatrios, ¿qué mierda son las perlas para las bruxas? — preguntó Matthias ayudándolo con unas cajas.
— La verdad, no lo recuerdo.
— No me vengas con mentiras, brujo — el menor no estaba de humor para evasivas.
— Es una leyenda — contestó suavemente Ace, moviendo de manera torpe su silla de ruedas.
— ¿Y de qué trata? — esta vez se sumó uno de los niños bruxa que habían logrado huir con alguno de sus progenitores, en este caso era Danna, el hijo de George. Estaba algo cansado de corretear por los pasillos y una buena historia siempre era bien recibida por él. Matt agradeció en silencio que el niñito insistiera.
Ace sonrió como hace semanas nadie lo veía, entretener a un niño siempre le alegraba el día. Se acomodó en su silla tomando aire, pidió un poco de ayuda a Jade para "ilustrar" la leyenda con ilusiones de humo. Mhatrios cogió las cajas del ojiverde para que este pudiera prestar más atención, sin lugar a dudas el rubio le caía mucho mejor que su medio hermano, el chico era un humano moribundo y aún así era el más poderoso muro que hubiera conocido nunca, eso era respetable a todo nivel para él, además era una persona útil, a diferencia de Kai. O al menos eso creía.
— Había una vez... — Ace comenzó la narración con voz maternal.
Jade usó su habilidad para dibujar siluetas de humo que asemejaban ilustraciones en un libro de cuentos.
Las horas transcurrían lentas para el pesar del chico humano de ojos verdes, después de escuchar la historia tuvo que encontrar cosas con las cuales permanecer ocupado, no quería llegar a la habitación que compartía con el punk con la mente tan intranquila. No era que la leyenda fuera particularmente dañina para él, era una historia muy bella, aunque muy triste también. El problema fue que no pudo evitar sentirse molestamente identificado.
Trataba sobre un rey fae al que llamaban el Rey Ciervo, que se enamoró de un rey humano con el cual tuvo una relación oculta; una bruja enemiga del Rey Ciervo terminó envenenando al pobre soberano humano y el rey fae, desconsolado, usó su magia para convertirlo en una perla con la cual adornó su corona. La bruja al descubrir lo que su rey había hecho fue hasta otros reyes humanos inventándoles que la corona de aquel ser mágico concedía deseos. Después de muchas trampas y cruentas batallas, un caballero de armadura reluciente logró quitarle la corona al mítico líder para luego entregarle la joya a la bruja de quien se había enamorado. La mujer quebró la perla con malicia, el único recuerdo que el rey del bosque tenía de su amado, ese mismo día se oyó el grito de dolor del poderoso ser resonando por la tierra. Fue entonces cuando la venganza llegó. El Rey Ciervo drenó toda la magia de su reino para maldecir a la raza de las bruxas para toda la eternidad: cuando ellas le entregaran su corazón a alguien, este se volvería tan valioso como lo fue su perla, y es así que como él no pudo vivir sin la suya al ser destruida, tampoco podrían existir ellas sin sus amantes.
Matt sintió un vacío horrible en su estómago cuando Ace terminó su narración, ¿a eso se referían con que él era la perla de Kai? ¿Eso significaba que al morir él, su brujo lo seguiría? Eso no podía ser cierto, era demasiado cruel para ser cierto.
La medianoche tardó una eternidad en llegar para el chico con ojos de primavera, luego de esa historia le costó concentrarse en lo que hacía. Todo habría sido perfectamente tolerable si no fuera porque Lorena se le acercó antes de que se marchara a su habitación para decirle un: "Mi papá se vería muy bien con una corona de cornamenta, y tú te verías tan bello como un elfo alto con una de perlas, ¿no crees?". Eso fue suficiente para gatillar un terror frío en él que lo acompañó paso a paso.
Al entrar en la habitación que compartía con el brujo verde, lo encontró, como era de esperarse, despierto. Estaba echado sobre las ropas de cama de forma cruzada, con la cabeza casi colgando de un costado y los pies apoyados en los almohadones de la cabecera; se veía pensativo con los ojos fijos en el techo, la música de la radio le cantaba suavemente al ritmo de The Cure mientras los gatos dormían plácidamente a su alrededor. Notoriamente tenía la mente muy lejos, pensando probablemente en un futuro que no quería que llegara. La luz estaba apagada, pero todas las velas estaban prendidas con las llamas orgullosamente altas, dándole al lugar ese tono cálido e intimo que Matthias amaba. Adoraba ese ambiente: la luz tenue, la música a medio volumen, el embriagador olor de las hierbas aromáticas que se secaban por doquier, y su decadente brujo tentándolo como siempre. Miraba toda la escena desde el umbral, aún sin decidirse a entrar. Kai no parecía haber notado que él estaba allí, pero era obvio que se equivocaba. Para el punk era muy fácil detectarlo de lejos si no estaba cubierto de domos mágicos y barreras anti-bruxas, al rubio siempre se le olvidaba que su brujo podía olerlo, tenía un olfato animal y el chico siempre olía muy bien, un sutil aroma a tierra mojada siempre lo acompañaba, un toque de petricor que le fascinaba.
— ¿Te quedarás toda la noche en la puerta? — le habló a modo de invitación.
Matt sonrió de medio lado bajando la cabeza mientras la meneaba un poco, gesto que siempre le encantó a Kai, desde que se conocieron. El ojiverde entró cerrando la puerta tras él, asegurándola, ya que ahora había demasiados invitados en el Gran Árbol. El nerviosismo era tan obvio que ni siquiera merecía que intentara disimularlo, el caótico lo sabía, él mismo estaba ansioso, desde aquella patética declaración que no habían estado solos; así que para amenizar el ambiente se levantó a ofrecerle una taza de té que el menor aceptó encantado. Una vez servido en la mesa ambos se sentaron juntos. Matt intentaba buscar una forma de matar el silencio, ¿y qué mejor que desviando el tema? Alzó la miraba para interrogar a Kai y este estaba mirándolo con sus ojos amarillos de gato.
— Hace días que no veía tus reales ojos — terminó comentando sin poder evitarlo.
— Lo siento, es que no me gusta que puedan verme, ya sabes, no me siento parte de ellos — aclaró el brujo sorbeteando su taza —. En cambio, contigo es diferente — Matthias tragó saliva trabajosamente y su cuerpo lo traicionó coloreándole las mejillas de carmín.
— ¿Por qué les mentiste? — aunque no quería tener que sostenerle la mirada, se obligó a hacerlo.
— No les mentí.
— Kai.
— Ok, ok. No les dije TODA la verdad, pero no puedo, es muy arriesgado.
— ¿Y me lo dirás a mí, o he de esperar que me hagas a un lado como siempre?
— ¿Lo que dijiste el otro día era verdad? — contestó su pregunta con otra, descolocando al ojiverde por completo, tanta fue la sorpresa que se atragantó con el té que bebía —. Vamos, esto es importante para mí — insistió. Matt tosió un poco más limpiándose con la manga de su camisa, suspiró determinado a no hacérsela fácil.
— ¿Es verdad eso de que soy tu perla?
— ¿Quién te habló de eso?
— Deja de huir y contéstame, ¿quieres? — la voz le salió por completo cabreada.
— ¡Ah! ¿Yo soy el que debe dejar de huir? — ironizó el pelirrojo nivelando su nivel de hastío.
— Yo... — no importaba que dijera, Kai tenía razón.
El brujo suspiró dejando de estar molesto, se peinó su desordenado cabello con las manos levantándose de la mesa para alejarse, no sin antes besar a Matt en la frente.
— No seguiré con esto si no quieres — se apartó caminando hacia su cama, el tono cansado amargó un poco más al rubio, el chico no encontraba la fuerza suficiente para sobrepasar su vergüenza y timidez. Se odió a sí mismo por no poder aclarar todo lo que tenían pendiente, sin embargo, Kai habló fuerte y claro a medio camino —. No sé si sabes bien qué es una perla de bruxa, pero tú eres la mía, maldito chiquillo. Creí que había dejado bien claro eso la vez anterior.
El menor se quedó quieto, sin saber cómo seguir esa conversación. El contrabandista se echó nuevamente en su nido de telas, le subió el volumen a la radio y comenzó a sonar una canción muy particular, una de las favoritas de Matt, lo cual era una dicha pues siempre podía relajarse con la música que disfrutaba. La melodía inundó la habitación con Robert Smith entonando la bella letra, no obstante, esta vez Kai también acompañó a The Cure con su propio canto sorprendiendo tanto al ojiverde que no pudo evitar voltearse a verlo.
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El Brujo y El Muro: Cuando el espejo se quiebra (libro 3)
Fantezie🌿En las frías calles del Berlín dividido por la Guerra Fría, un contrabandista punk y un joven vagabundo se verán atrapados por el destino en una inesperada aventura entre sombras, misterios y magia. ❄️Matt, un joven que huye de su pasado, terminar...