El Brujo y El Muro: Cuando el espejo se quiebra (libro 3)

❄️C.11: Tres deseos cumplidos❄️

CAPÍTULO 11

❄️Tres deseos cumplidos❄️

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Nadie nunca habla del sufrimiento que es volver de lo profundo de la inconsciencia, lo tibio y suave que es estar enajenado del mundo; lo exquisito y adictivo que se vuelve no tener que despertar. A duras penas escuchaba ecos de fragmentos de palabras, nunca pude identificarlas del todo, mas ¿a quién le importaba? Solo quería descansar, quizás para siempre.

Pero nada es para siempre.

Al abrir los ojos una gélida brisa me recorre la espina. Lo primero que noto es que tengo la boca seca, me duele un poco la espalda y todo es excesivamente blanco. Poco a poco mis ojos se acostumbran, paredes blancas, cortinas blancas, sábanas blancas... ¿estoy en una camilla? ¿Dónde...? ¡La batalla! ¡Mis heridas! Me levanto de la camilla torpemente tironeando la delgada bata que tengo puesta para revisarme el estómago, sorprendentemente no tengo nada, ni siquiera cicatrices... ¿Dónde están mis heridas? ¿¡Dónde está Kai!?

La enfermera llega en poco tiempo, yo solo quiero huir del lugar. Evidentemente estoy tan alterado que la mujer recurre a inyectarme un tranquilizante mientras me aclara que ya han avisado que estoy despierto. No entiendo qué pasa, ¿dónde está Kai?

Debo esperar una hora embobado por el maldito sedante hasta que por fin llega alguien, mas no es a quien esperaba. Amelia llega agitada y vestida de fiesta, decepcionado miro la habitación, junto a mi camilla descansa un florero con hermosas rosas frescas... las prefiero enterradas en el suelo que cortadas por un fugaz lujo.

— Nos tenías tan preocupados, no sabíamos por qué no despertabas — me habla suave, intentando no alterarme.

— ¿Dónde está Jim? — pregunto seriamente, ella se aguanta un quejido y sus ojos no son capaces de tolerar los míos. Una fuerte punzada me atraviesa el corazón oprimiendo mi pecho —. Amelia, ¿dónde está nuestro rey callejero?

— Creo que deberías descansar un poco más antes de ponerte al día... tantas cosas han pasado...

— No te preguntaré de nuevo — mi voz suena muchísimo más agresiva de lo que esperaba.

La hermosa mujer lo intenta, junta fuerzas para hablar, pero solo sollozos escapan por su garganta. Me niego a querer sentir algo en este momento. Entonces, y para suerte de la bella rubia, entra Mhatrios. La sangre se me congela, instintivamente me rodeo de mis defensas. Obtendré explicaciones de una u otra forma.

— Kai está muerto, Matt. Lo siento.

Sin el menor tacto me lo dice todo de golpe, Amelia se levanta de la silla junto a mi camilla y comienza a protestar, la frialdad del brujo sombra la tiene perpleja. De inmediato dirijo mi energía y me rodeo de lanzas que sé que solo Mhatrios puede ver.

— Tienes diez segundos para explicarte mejor. Amelia, ¿serías tan amable de esperar afuera, por favor? — la mujer nos deja solos y yo bloqueo los escapes del bruxa, si no me gustan sus respuestas, juro que lo masacraré —. ¿Y bien? — él decide que dará para largo, así que se sienta a mi lado con la cara llena de dolor.

— Lo siento, de verdad. Ninguno sabía que ese era el estúpido plan de Kai, con razón lo ocultó de todos nosotros — me mira esperando que lo interrumpa, pero no lo hago, si abro la boca solo conseguiré gritar. Entonces, continúa —. Cuando ustedes se fueron nos quedamos peleando hasta acabar con lo que quedaba de ese hijo de puta, nos costó, tuvimos que calcinar su cadáver hasta volverlo polvo. Los espectros nos llevaron un momento más largo hasta que un milagro ocurrió. Unas raras luces brotaron de la nada, cubrieron a Ace, y...

— Y pude caminar de nuevo — Ace apareció en medio de la habitación. Mi cuerpo me amenaza con llorar en cualquier momento —. Todo lo que ese malnacido me había hecho quedaba anulado. Mhatrios recuperó sus extremidades perdidas aunque no su poder. Fue Kai, Matt. Incluso que tú estés vivo es gracias a él. Fueron sus deseos.