Capítulo 42

185 13 7
                                    


Hundido en la melancolía.
Sin saber cómo escapar de ella...
De este sentimiento tan doloroso.
Tan inevitable.

¿Cómo hacer que vuelva a amarme?
Eso es.
Precisamente lo que están pensando.
No es posible.

¿Por qué tendría que obligar a alguien a que me ame? Nadie es tan poco como para buscar amor.
Y esto tampoco se trata de egoísmo y deba de ponerle una pistola imaginaria en la cien para sentir su reciprocidad.

Aunque por más que suene horrible, quisiera poder hacerlo. Claro que este pensamiento me dura tres microsegundos por día. En los cuales la locura y el egoísmo se apodera de mí.

Las cosas no volverían hacer las mismas luego de lo que le hice. Luego de todos mis engaños y de mi traición final. Tampoco puedo esperarlo.
¿En qué condiciones estoy yo como para esperar su perdón?

Definitivamente no sería algo que yo perdonaría.
Al menos no por mucho tiempo.

Y a pesar de que ahora tenemos una nueva razón para unirnos, que sería nuestro hijo. Lo veo lejano.
Ella no volverá a quererme.
No volverá a amarme.
Y lo merezco.

¿Nunca han sentido que por más que no lo quieran aceptar, sienten algo por la persona que hace todo por ustedes a la que al final le pagan mal?
Y ahora que ya no está aquí, al lado de ustedes acariciándolos, duele.

Duele un maldito infierno.
Y nos da en el jodido corazón.

Ya saben que la cagaron.
Y la quieren devuelta.
Pero no saben como hacer... no saben como acercarse o si tan solo es correcto.

Esa es la posición en la que me encuentro desde el día en que mandé a su padre tras las rejas.
Y merezco sentir este dolor tan pesado en el pecho cada vez que la veo.

-¡Ross!
Escucho afuera de mi habitación.

Y corazón se aprieta.
Es ella.
Pensé que iba a volver mucho más tarde.

Observo el reloj que tengo en la mesita de luz que se encuentra al lado de mi cama. Marca la una de la madrugada.

_________ aparece por la puerta. Su cabello está despeinado, su rostro se ve pálido, tiene unas terribles ojeras moradas y los labios rojos.

Frunzo el ceño.

-¿Dónde estabas?
Pregunto.

Tratando de sonar cuidadoso.
Estoy por levantarme pero ella me detiene. Recostándose en la cama, con sus manos color blanco pálido sobre su estómago descubierto.

-Voy a morirme.
Me dice sin más.
Con un tono angustiante.

Su respiración se agita.
Y el sudor cae por su frente.
Sus ojos se aguan.
Y su mirada desgraciadamente se conecta con la mía, tiene los ojos muy rojos.

Tomo mi teléfono celular de inmediato.
Estoy por teclear los números que tengo en la pantalla pero ella no me lo permite.

-_________... el bebé...

-No- interrumpe. Con la respiración al mil- Estoy drogada, estoy malditamente drogada.

Se acomoda en la cama.
Su cabeza cae en mi regazo.

-No llames a nadie- dice como puede. Angustiada. Temblando- Se me pasará en menos de una hora.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jan 10 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Frustrado; Ross LynchDonde viven las historias. Descúbrelo ahora