Capitulo 8

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Clemencia se encontraba observando a Amelia que se había quedado dormida tendida de largo a largo en el sofá mientras según ella miraba una película aquella tarde de un sábado con lluvia, pero Amelia se durmió antes de llegar a media cinta, Clemencia noto que su hija parecía más agotada y ojerosa que días anteriores, pálida y más delgada, los  últimos días había estado saliendo por la noche para atender algunos casos de animales, sumándole que ahora los campos de rosas estaban siendo dañados y Amelia salía a mirar de que tipo se trataban para ahuyentarlos y no matarlos.
Clemencia al verla descansar por primera vez desde hacía muchos días la dejo dormir y ella fue quién se entretuvo mirando lo que había en la pantalla, tenía más de media hora distraída con la película cuando escucho a pesar de la lluvia que iba remitiendo, el sonido de un claxon, llena de curiosidad con esfuerzo se llevó así misma hacía la puerta de la casa y salió un poco al corredor, desde allí vio un taxi y que de él bajaba una alta mujer, que el taxista le ayudaba a bajar una maleta de la parte trasera del auto y una vez con ella en mano echaba a correr hacia la casa.

—Disculpe por venir sin avisar — fue lo primero que dijo Valeria antes de extender su mano a Clemencia que en esta ocasión la saludo sin poner mala cara — Amelia no sabía nada, quería darle una sorpresa.

—Esta bien, no te preocupes. Pasa.

—¿Dónde está?

—Se ha quedado dormida en el sofá, según ella iba a mirar una película. El clima fue lo único que la pudo mantener quieta —. ¡Amelia!

—Déjela dormir.

—Ya ha dormido bastante.

Amelia se despertó rápidamente y se levantó del sofá de un brinco, sin percatarse de la persona de pie junto a su madre.

—¿Qué pasa mamá? ¿Estás bien? — le pregunto yendo hacia ella.

—Estoy bien, tienes visita — le anuncio señalando a Valeria.

Amelia se detuvo y miro perpleja a su amiga, estaba un poco empapada por la lluvia que aún caía con menos fuerza, Valeria le sonrió y Amelia acortó la distancia y la envolvió en un abrazo.

—¿Por qué no me dijiste que vendrías? Hubiera ido a buscarte.

—Se supone que era una sorpresa.

—Bueno, lo has logrado.

Amelia llevo a su amiga a la habitación de la vez anterior para que se cambiara de ropa y se instalara, la dejo a solas para bajar a la cocina y preparar algo de comer para su amiga y para ellas.

La visita de Valeria fue de tres días, Amelia le contó a su amiga está vez con calma y detalles lo que había pasado esos últimos meses desde la muerte de su padre, Valeria escucho atenta y después abrazo a su amiga fuertemente cuando se echó a llorar incontrolablemente, llevaba varios días aguantando toda esa carga ella sola, sin nadie con quien poder desahogarse y ahora reventaba cómo una presa dejando escapar toda el agua almacenada dentro.

—Entonces…. ¿ya has dejado de lado tu proyecto? — le pregunto Valeria a Amelia en una de sus pláticas por la tarde en el corredor trasero de la casa.

—Por el momento creo que si, tengo que estar pendiente de todo, de aquí, de mi madre, la veterinaria y eso sería dedicar tiempo del que por el momento no tengo. Por otro lado no me atrevo a decirle a mi madre lo de mi proyecto.

Entre las flores (En Amazon)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora