Capitulo 2

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Lo que Amelia no sabía es que ella no era la única que sufría en silencio por amor, Abril por su lado también padeció lo suyo, sentía culpa por el estado en que Amelia había caído, por ver el dolor y la tristeza en sus ojos marrones.

En un principio creyó que solo estaba confundida con respecto a lo que sentía por la hermana de su esposo, Amelia y Ariel eran tan idénticos, que sino fuera por la diferencia de complexión sería difícil diferenciarlos a la distancia, pero ambos tenían personalidades distintas, Amelia era tímida, cuidadosa y dedicada, mientras que Ariel era todo lo contrario, además de que se sabía guapo y era todo un rompe corazones.

Pero Abril se fijó en Amelia y esas cualidades que poseía porque le pareció dulce, muy distinta de su engreído hermano gemelo que a pesar de todo también le gustaba y del cuál estaba segura no le haría caso, pues llevaba tiempo trabajando para sus padres en el invernadero y nunca se digno a verla con otros ojos, a diferencia de su hermana que desde el primer momento en que la vio, mostró interés hacia ella y no como una simple amiga.

Amelia se comportó con Abril de la manera en que deseo fuera cortejada, fue totalmente encantadora, nada fue con exceso de cursilería, pero Amelia le fascinó tanto que tuvo miedo en el momento en que escucho a sus compañeras de clase hablar a espaldas de Amelia y su posible gustos por las chicas, por último fue el que Ariel la viera besándose, pero solo Abril se dio cuenta de que habían sido descubiertas, Amelia permaneció ignorante de esto y fue el momento en que Ariel entro en su vida, haciéndola dudar de si lo que pasaba entre ella y Amelia estaba bien.

Ariel fue tan encantador como su hermana y las miradas curiosas que le habían dedicado las compañeras en la escuela cuando estaba junto Amelia, cambiaron de ser morbosas a envidiosas por ahora pasar más tiempo con Ariel y desde ese día comenzó la desazón de Amelia.

Ahora como esposa de Ariel y en su primera noche como esposa, se dio cuenta de que haberse casado con él había sido un gran error, sus besos aún no podían igualar a los de Amelia, le quería, sentía atracción por Ariel, pero no sentía lo que sintiera cuando besaba Amelia, la diferencia que creía no ser tan grande entre él y ella, ahora se le hacía abismal y no era referente al sexo, era algo mucho más allá de lo físico.

Se sentía arrepentida y aceptaba su error de haber preferido la seguridad de casarse con un hombre, que aguantar las habladurías, críticas y señalamientos por amar a otra mujer. Se arrepentía de no haber aceptado escapar con Amelia cuando se lo propuso a pesar de que amara su casa, su trabajo en el campo y todo lo que la rodeaba, estaba dispuesta a dejar todo por ella y la había rechazado rompiendole el corazón casándose con su gemelo.

Para Abril su matrimonio se convirtió casi en un martirio a los pocos días de que se casara de blanco frente al altar de una iglesia, por un momento estuvo tentada a decir que no y a huir vestida de novia tomada de la mano de Amelia, pero de nuevo el miedo al que dirán la detuvo, dejándola sin poder reaccionar y termino uniendo su vida con Ariel hasta que la muerte los separara, sin más que hacer rogó a Dios en su interior para que le diera la fuerza y fortaleza para sobrellevar el matrimonio en el que se había metido por su propia cuenta y del cuál sintió una pesada carga en su espalda.
Abril amaneció en una nueva cama, sobre ella había un nuevo techo el cual vería cada mañana al despertar, a su lado yacía Ariel desnudo como un Dios griego, todo músculo y viril, no pudo evitar mirarlo con descaro, su cuerpo le producía morbo, nunca antes había visto a un hombre desnudo y anoche había tenido la oportunidad de ver uno por primera vez y le fue imposible no excitarse al verlo, era tentador y ella inexperta, tenía miedo y vergüenza de mostrarse desnuda ante él, sobre todo desconocía si en verdad dolía o no perder la virginidad o solo era un mito, pero aún así fue cediendo poco a poco a los insistentes besos de Ariel, dejo que sus manos la desvistieran de a poco y que acariciara su piel y cada rincón de su cuerpo que se estremeció inevitablemente ante sus caricias.

Entre las flores (En Amazon)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora