Capítulo 1: Dolor
La ciudad de Nueva York un lugar tan bello como problemático. Llovía, el cielo estaba gris, el tráfico parecía imposible y en alguna de sus caóticas calles viajaban en un auto una pareja que empezaba una larga lucha por su relación, cada día pasaba algo que la hacía irse a pique, todo parecía sin sentido para ambos, los días eran interminables el simple hecho de verse en la tarde en ocasiones parecía más un encuentro con una máquina de tortura que con el ser amado.
Con la lluvia el tráfico se había intensificado, las calles eran caóticas. De todos los autos salían gritos y sonaban el claxon como si su vida dependiera de ello.
—Qué día más horrible, está lloviendo a cántaros, el tráfico apesta, esta maldita ciudad apesta ¿En qué estaba pensando cuando decidí mudarme aquí? Quizá era feliz en Londres y nunca lo valoré. —Rose trató de ser amable y le preguntó.
—Fred ¿por qué dices eso? ¿Acaso te pesa tanto vivir en Nueva York? —Ella lo miraba con ternura y un tanto asustada por su violenta reacción. Él se volvió y la miró histérico, enojado, frustrado y golpeando el volante le gritó.
—Rose ¿acaso no lo ves? Esta ciudad es una mierda, mi empleo es una mierda. ¡Todo cuanto me rodea es mierda! Estoy tan cansado de lo mismo ¿no entiendes lo difícil que es para mí levantarme cada día a hacer lo mismo? ¿En que varía mi vida? Si hoy hay más o menos tráfico, si el transporte público no es asqueroso ¿por qué es tan difícil llegar a la oficina en carro? considerando que a veces es más rápido el metro que esta ¡porquería!
Empezó a sonar el claxon con tanta furia que sus palabras y acciones daban miedo, ella guardó silencio y empezó a ver por la ventana. Decidió ignorarlo, a últimos días no le agradaba su compañía porque siempre estaba de mal humor, miraba el tráfico, hundida en sus pensamientos
«¿Qué le ha pasado a este hombre? Cuando nos conocimos no era así, su dulzura y buen humor predominaban, siempre estaba radiante, pocas cosas le causaban conflicto. Ahora por todo se enoja, no hay forma de hablar con él que no se enfade o empiece a vociferar, nada parece importarle, pero todo, absolutamente todo le causa problemas, que si la gente, que si el clima; de todo se enfurece, a veces me pregunto si vale la pena estar a su lado. Me pregunto ¿qué me hizo casarme con él? ¿Qué hago aquí? Tengo todo para dejarlo, ¿Qué me hace quedarme? ¿Será que lo amo demasiado? ¿Será costumbre? ¿Quiero realmente algo diferente? No lo sé, es que sí lo amo, pero hay días como hoy que de verdad no lo soporto ¿será que algo muy malo le sucede y no quiere decirme? ¿Y si la del problema soy yo? ¿Me estaré autosaboteado? Odio mi vida, pero tampoco sé cómo cambiarla o si quiero hacerlo» se volvió a mirarlo y quiso ser tierna.
—Gatito, me gustaría que mañana saliendo del trabajo fuéramos a cenar a un lugar diferente, paso por ti y vamos ¿te agrada la idea? —Le sonreía con dulzura buscando en sus ojos algo que la hiciera pensar que valía la pena estar con él.
Se encogió de hombros y miró con rabia el tráfico, su osca voz la hizo arrepentirse al instante de la propuesta.
—Como quieras, de todas formas, esto apesta —su mal humor parecía haberse incrementado con su petición siguió sonando la bocina con tal rabia que Rose se asustó y él lo notó, la miró arrepentido y sonrió—. Lo siento Sunshine ha sido un día de mierda, no quise asustarte. Es solo que a veces esta maldita cuidad me desespera, además sabes que odio la lluvia es como si el clima se pusiera en mi contra o algo.
—Bien, pasaré por ti a tu oficina y vamos a Central Park por algo rico y luego damos un paseo. Te amo. —Le lanzó un coqueto beso—. Sabes que siempre vas a contar conmigo, sin importar nada ¿Cierto? —Lo miró con amor, su sonrisa lo contagió, era como si al verla sonreír todo se iluminara, pero al volver la vista al tráfico ese momento de emoción y ternura se esfumó y su rostro se tornó molesto una vez más.
—Bien, como digas. —La respuesta tan seca la hizo pensar otra vez que tanto realmente conocía a ese hombre y si aún quería seguir a su lado algo le dolía solo de verlo así, pero no se explicaba qué o por qué estaba ahí soportándolo.
La frustración en ella aumentó considerablemente, suspiró y siguió mirando por la ventana, en un auto vecino había una pareja de jóvenes que le recordó lo felices que eran hace unos años estaban besándose y riendo como si su vida fuera perfecta. Sonrió con nostalgia, los bellos tiempos en que quería comerse al mundo de la mano de Fred le parecían tan lejanos como si un velo hubiera cubierto la verdadera personalidad de su esposo ¿era eso? ¿El enamoramiento la había enceguecido y Fred siempre fue así de neurótico? ¿Al pasar de los años se volvió costumbre estar con ella y decidió no esforzarse? Muchas preguntas surcaron su mente y luego se hundió en sus pensamientos una vez más.
«Su vida es perfecta seguramente llevan poco tiempo de estar juntos no saben lo que les espera al correr de los años. Si tan solo alguien me hubiera advertido que así iban a ser las cosas quizá no me hubiera casado. Lo que no entiendo es por qué Fred cambió tanto, no solía ser así, cuando nos conocimos acababa de llegar a Nueva York, era brioso quería comerse al mundo de un bocado. Recuerdo aquella tarde estábamos por empezar el cierre del día y un estúpido servidor falló al llegar se puso al tanto de todo en un instante, luego de que todo acabó me miró de una forma extraña y me enamoré de él no sabía si volvería a verlo, al salir estaba en la puerta parado como si esperara a alguien cuando me vio se me acercó coqueto y me preguntó mi nombre de ahí todo se volvió maravilloso nos hicimos amigos y luego empezamos a salir...» sus cavilaciones fueron interrumpidas por la voz de él, estaba gritando y maldiciendo a alguien.
Con la intensa lluvia se había producido un accidente chocaron varios autos, pero estaba tan metida en sus recuerdos que ni siquiera advirtió el ruido miró a su alrededor todo se volvió lento Fred gritaba como loco mientras tocaba la bocina con furia, de los demás autos salían sonidos parecidos como si en lugar de ver una desgracia y que muchas personas estaban en peligro los demás solo vieran un estorbo en sus caminos.
Ella se bajó del auto estaba impactada sacó de su bolsillo el teléfono y marcó a emergencias, la llamada duró casi un minuto que para Rose fue eterno, se acercó a los autos de atrás del siniestro y había una pareja herida siguió caminando y los otros autos estaban bastante dañados en el penúltimo auto estaba una familia que se habían quedado atrapados por el impacto desesperada quería ayudar.
La lluvia no cesaba la desesperación se apoderaba de ella mientras describía a la persona que la atendía en el teléfono la situación se escucharon sirenas sintió como unos fuertes y familiares brazos la cobijaban, era Fred que la abrazó asustado.
—Gatito ¿estás bien? ¿Estás herido? Esto es un desastre debemos ayudar a las personas no pueden quedarse ahí.
—Tranquila Sunshine ya viene la policía, no podemos hacer nada vamos al auto. —La miró como si pensara que podía perderla y la abrazó con más fuerza, no podía creer que se hubiera bajado así del auto y fuera corriendo a ver qué estaba pasando—. Tu nobleza me impresiona siempre haces lo mismo ayudas a todo el mundo sin esperar nada a cambio, pero debes entender que salir así es peligroso, está lloviendo, te puedes enfermar, además no sabemos si algún auto tiene algún daño que pueda provocar una explosión o algo por el estilo. Vamos a casa estás empapada.
Ella lo miró con la misma admiración que cuando eran novios, amaba que la protegiera de esa forma su mal humor parecía haberse esfumado estaba empapado y asustado, se le abrazó con fuerza y caminaron hacia el auto. El tráfico empeoró y Fred se calmó solo por verla tan asustada.
Miraban el desastre los cuerpos de emergencia sacaban personas heridas de los autos todo era confuso se limitaron a mirarse y se tomaron de la mano, pasaron los minutos y parecían interminables no se dieron cuenta cuanto tiempo pasó antes de que el tráfico volviera a la normalidad.
Al llegar a su casa descargaron todo en silencio, la rutina había cubierto una vez más todo.
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Reinicio 18+ (Terminada)
Lãng mạnHay algo cierto, el dolor en definitiva cambia a quién lo experimenta. Una vez que lo has sentido en carne propia no vuelves a ser el mismo, es como un meteorito al caer modifica, devasta y no deja huella en un solo lugar cambia todo el entorno. Des...