Hay algo cierto, el dolor en definitiva cambia a quién lo experimenta. Una vez que lo has sentido en carne propia no vuelves a ser el mismo, es como un meteorito al caer modifica, devasta y no deja huella en un solo lugar cambia todo el entorno.
Des...
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Al llegar a su casa estaba Rose vestida como siempre con un lindo vestido corto que le llegaba arriba de la rodilla, esponjado de la falda y con un escote de corazón que la hacía lucir su linda y delicada figura, se había puesto una peluca pelirroja y un lazo negro, además de un maquillaje sencillo con labios rojo intenso. Al verla el corazón de Fred se detuvo, en la mesa había una deliciosa cena, con velas y vino.
—Hola amor ¿qué tal tu día?
—Terrible, pero esta cena se ve deliciosa. —Rose lo miró extrañada y le alcanzó una copa de vino tinto.
—¿Todo bien Gatito? Te ves extraño esta noche. —Lo miraba con atención y curiosidad, él agachó la cabeza con pesar.
—Gracias. —Tomó de un sorbo toda la copa y la puso en la mesa, se le acercó y tomándola de los hombros la sentó en una silla—. Tenemos que hablar.
—Eh, claro. ¿Por qué tanto misterio? ¿Qué sucede? —Ella se extrañó y él se sentó a su lado, apoyó los codos en sus rodillas y se llevó las manos a la barbilla.
Fred le contó lo sucedido en su oficina a lujo de detalle mientras ella lo escuchaba atentamente sin expresión alguna en el rostro, él quería llorar de desesperación. Después de un breve silencio Rose continuaba mirándolo igual hasta que él la miró fijamente y le preguntó
—Rose dime algo ¿para ti soy un trofeo? —Ella enfureció con esa pregunta, se levantó a toda prisa y se paró frente al él tomándolo con fuerza por el mentón.
—No sé qué demonios tienes en la cabeza para preguntarme algo así ¿acaso nunca te he cuidado? ¿Te he dado la impresión de que eres mi trofeo? Ni siquiera te presumo con nadie porque nunca estás disponible para ir conmigo ni a las fiestas de la empresa ni a ningún lado, es más a las fiestas de tu empresa ibas con Emily y eso nunca me importó; sabía que salías con ella y por eso llegabas tarde, todo lo que me dices ya lo sabía ¿Cómo puedes preguntarme semejante estupidez? Es obvio que no, te he dado tu lugar, el único hombre que me ha acompañado a las fiestas de la empresa es el señor Brown. —Se separó y caminó hacia la cocina, se dio la vuelta y le apuntó al rostro con el dedo índice—. Es más ¿sabes qué? Ya que estamos en estos menesteres te dije bien claro hace tiempo que no me importa que salgas con tus amigos o con Emily siempre y cuando no hicieras nada estúpido y es lo primero que haces. —Él la miró impresionado con la boca abierta, pero no dijo nada—. Si planeas reclamarme que me alejé de ti y que he sido una esposa desconsiderada y que me ha valido madre tu bienestar te diré que pasó: cada que venías a decirme que algo salió mal te decía a mi limitado conocimiento que podías hacer para remediarlo y siempre te enojabas porque decías que les encontraba más problemas a las soluciones, pero de alguna forma te servía ¿no? O cada que te iba bien te daba algo lindo o te llevaba a cenar y decías "no es para tanto" y acababas con tu cara de amargado. Con una mierda ¡Nunca te pude tener contento! ¿Qué esperabas que hiciera? ¿Qué me quedara esperando a ver por qué pelearíamos otra vez? ¡Madura ya! Eres un adulto, si ella se enamoró de ti, enfréntalo. Y si lo que quieres es decirme que también te enamoraste de ella ¡solo dilo! ¡Pero con un carajo solo di que mierda quieres!