Hay algo cierto, el dolor en definitiva cambia a quién lo experimenta. Una vez que lo has sentido en carne propia no vuelves a ser el mismo, es como un meteorito al caer modifica, devasta y no deja huella en un solo lugar cambia todo el entorno.
Des...
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Rose despertó hasta el día siguiente, estaba impresionada con todo lo que había dormido, se frotó los ojos y después de un largo bostezo miró a Fred que se preparaba para irse a trabajar.
—Buenos días, cariño ¿Cómo amaneciste?
—Creo que sigo viva —Rose se levantó de la cama con pereza y se aproximó a Fred para abrazarlo, pero perdió el equilibrio y se cayó sobre la alfombra, él se acercó a toda prisa muy asustado y la levantó—. Relájate, es normal que me sienta así. Acabo de salir del hospital, no te alarmes. Estaré bien.
—Sé que es normal, pero me duele el hecho de que estés así. Quisiera ayudarte más, poder aliviar tu carga. Todo esto es mi culpa. —Rose lo miró enfadada.
—No es tu culpa y se acabó es la última vez que tocamos este estúpido tema, lo único que importa ahora es que vayas a trabajar y cuando vuelvas te estará esperando un delicioso plato con tu comida favorita.
—Está bien, pero no te enfades tanto o te hará daño.
—Pues no digas estupideces.
—Bien, te amo. Espero que tu día sea lindo.
—También te amo, espero que el tuyo sea productivo y exitoso. Por cierto, no olvides invitar a Mark a cenar este fin de semana.
—No se me olvida. —La besó en la frente y la dejó acostada en su cama, salió con calma y Rose se volvió a dormir.
Cuando llegó a su oficina vio a Emily como siempre en la entrada y se cuestionó si quería seguir en el mismo lugar atormentándose por lo que pasó, caminó como si no la hubiera visto y empezó a revisar sus pendientes del día; a la hora de comer fue a la cafetería y se topó con ella, trató de evadirla, pero Emily lo jaló ligeramente hacia una mesa.
—Hola Fred. Tengo algo que decirte. —Él la miró desafiante y se enfurruñó, no quería hablar con ella—. Relájate, tampoco es para tanto. Dejemos de actuar como dos adolescentes que se evitan y confrontemos las cosas, si quieres en tu oficina para que sea privado, solo te digo que es inevitable.
Fred suspiró, rodó los ojos y le indicó con un ademán que lo siguiera.
—Bien, vamos a mi oficina.
Al entrar ella se sentó enfrente de su escritorio y esperó a que él también se sentara, esperaba que lo hiciera en su escritorio, pero en lugar de eso jaló otra silla y se sentó enfrente de ella.
—Fred, sé que te he estado acosando y que hice mal en besarte esa noche, también me enteré de que Rose estuvo hospitalizada por mucho tiempo. Yo... —lo miró con culpa y agachó la cabeza— fui una estúpida al actuar de esa forma, pero admito que no fui la única culpable.
—Lo sé, nunca debí dejar que me besaras y menos dejar que me afectara la situación. —Ella lo miró furiosa y le gritó.
—¿Es en serio? ¿A eso vas a limitar tu responsabilidad en este caso? ¿A un beso? ¡No! Tu culpabilidad viene de mucho más atrás, desde el momento en que simplemente decidiste dejar de celebrar con Rose tus logros y me invitabas a salir, cuando estabas triste o furioso por algo que no te parecía y simplemente me llamabas para contarme todo, ¿Cuántas veces no querías simplemente distraerte de tu día y salíamos por una copa? También me coqueteabas cuando el alcohol hacia su efecto y siempre te refugiaste en mí, sin importar si lo que te pasaba era bueno o malo. Porque ¿Cuál era siempre tu excusa? Ah sí:" Rose puede tomarlo a mal".